miércoles, 1 de julio de 2020

DE LOS NOMBRES DE DIOS




En las redes hay grandes provocadores. Uno de ellos posteó Los 33 nombres de Dios, de Margarite Yourcenar[1]. Los comentarios no fueron tan numerosos, pero sí con un toque de polémica, sobre el sentido de lo divino y del poema breve. Al acercarme a ese texto de Youcenar, surgían, en desorden, evocaciones infinitas: Fray Luis de León y sus nombres de Cristo, los nombres de Dios musulmanes, el nominalismo, el realismo, el politeísmo, el panteísmo, las diosas de la antigüedad. Intentaré poner un poco de orden, guiado en este ensayo por la mano de Margarite. 

¿Dioses o nombres? Tras los grandes debates filosóficos y científicos de los siglos pasados sobre el nominalismo y el realismo, el asunto de los nombres atribuidos a Dios tampoco es desdeñable. ¿Qué relación guarda Dios, o el Misterio, con los nombres que le asignamos? Recordemos la película y el libro: El nombre de la rosa, sobre todo el libro, en el que queda más claro el asunto del título y la filosofía detrás de él. ¿Qué hay del “universal” Dios? ¿Tiene acaso existencia más allá de los nombres concretos que le damos? 

Dioses, diosas y humanos. Multiformes rostros del Misterio. Misterio uno y múltiple. En incontenibles nombres. 

Múltiples dioses. Entre los antiguos pueblos muchos hubo que guardaron tradiciones llamadas politeístas. Sus panteones estaban llenos de dioses y diosas a quienes adorar. ¿Y qué hay de las diosas? Muchos pueblos antiguos las realzaron. Progresivamente, las sociedades patriarcales las fueron haciendo desaparecer de su mapa. Oriente, África, Grecia y Roma las muestran con profusión. Y por más que el proceso de escritura del texto judeo-cristiano sagrado, finalmente monoteísta, fue llevando a las diosas al olvido, algunos indicios de su adoración en la antigüedad se descubren en recientes investigaciones. 

Incluso en los orígenes de estas llamadas tradiciones monoteístas, pueden vislumbrarse las arqueohuellas de lo Múltiple. En el texto sagrado hebreo de la Torah se revelan una serie de tradiciones con distintos nombres asignados a los dioses protectores de los clanes: el Fuerte de Jacob (Gn 49,24), El, Dios del patriarca Israel (Gn 33,20), El Betel (Dios de la morada, Gn 28,10-22), Roca o Pastor del patriarca Israel (Gn 49,24), El Berit (Dios de la alianza, Gn 33,18-20), Padrino de Isaac (Gn 31,42), El Olam (Dios eterno, Gn 21,33), Dios de Abraham (Gn 26,24; 28,11; 31, 29.42), El Saddai (Dios de la montaña, Gn 17). En torno a la tradición de Moisés, se unifican los nombres de Dios alrededor del nombre YHWH. 

Tratándose de diosas, traigo a cuento el asunto menos conocido de las diosas en la antigua Palestina. En Fenicia la Diosa de la vegetación es llamada "'Ashera de los tirios" en un texto ugarítico (Epopeya de Kirta). Para la literatura de Ugarit es la "señora de los dioses", la consorte del Dios principal El, y la madre de 70 deidades, pero su título más distintivo es “la grande, Ashera del mar” (Ciclo de Baal). Tiene un papel importante como intercesora, y aparece asociada al Dios Supremo El. Ashera es representada como una mujer de grandes pechos; aunque es la diosa madre, sus funciones se mezclarán con las de las divinidades de la fecundidad (Anat y Astarté). Fue adorada en Palestina (ver 2R 23,7; Os 4,12.13), y se cree que era invocada por las mujeres en ocasión del parto (ver Gn 30,13, y el nombre Aser). En Kirbel el Qom, a 50 km de Jerusalén, se halló una inscripción en una tumba de los s. VIII-VII a.e.c. que asocia Ashera con YHWH, y la califica como protectora. En Kuntillet Ajrud, más al sur, en la ruta Gaza-Acaba, en dos recipientes para granos, en breves textos aparecen “YHVH y su Ashera”. Ashera es la consorte de Yavé y da bendición y protección a sus devotos. En el libro sagrado, la diosa aparece como contraparte femenina de Baal (1R 18,19; 2R 23,4) o de YHWH (2R 21, 7; 23,7). Sus representaciones fueron levantadas y adoradas en Jerusalén (1R 15,13) y en Samaria (1R 16,33; 2R 13,6; 21,3), probablemente en el templo de Baal (2R 10,25). Durante el reinado de Manasés, una imagen de ella estuvo en el mismo templo de Jerusalén (21,3.7), aunque su padre los había arrancado (2R 18,4). Se designaron 400 profetas para servir a la diosa (1R 18,19) y se mencionan los utensilios necesarios para su culto (2R 23,4-6); las mujeres se ocupaban en tejer cortinas (o vestidos) para la deidad (v. 7). Algunos pasajes mencionan la existencia de más de una imagen de Ashera junto a las de Baal (Jc 3,7; 2R 17,10; 2Cr 19,3; 24,18; 33,3). Es mencionada en singular en 1R 1,14.23; 15,13; 18,19; 2R 13,6; 21,7 y 23,4.7; y en plural en Jc 3,7. Detrás de Dt 33,2 es posible que se encuentre la Ashera censurada, junto a YHWH. Ashera es entonces diosa protectora, diosa de la naturaleza, diosa de la fecundidad. 

Así que el planteamiento monoteísta del texto final y canónico de la Torah, no parece ser tan homogéneo, a tenor de lo observado en la historia de las tradiciones contenidas en los textos. 

Pero, ¿se trató de múltiples dioses o eran múltiples manifestaciones de lo Uno? Desde el llamado panteísmo se afirma: la montaña es Dios, la flor es Dios, la piedra es Dios, el ser humano es Dios… Frederick Krause (l781-1832), distinguiendo el “universal”, prefirió el término «panenteísmo» (en griego: pan=todo; en=en; theos=Dios). Dios está presente en el cosmos y el cosmos está presente en Dios.[2] El debate sigue. 

La tradición musulmana, igualmente monoteísta, atribuye 99 nombres a la divinidad. La poeta Margarite Yourcenar, le asigna la tercera parte, en su obra Los 33 nombres de Dios. Escoger el 33, como elegir el 99, no parece ser casual. Son números, y nombres inscritos en ellos, que apuntan a la totalidad sin alcanzarla. Por eso ha de ser completada. Será posible agregar un nombre más, eso sí: sin pretensión de totalidad. Tal vez Margarite jugó con esa fracción de 99 (99:3=33) insinuando por un lado la pequeñez de lo divino que se muestra en la vida multiforme y, por otro, la posibilidad de evocar siempre nuevos rostros del Misterio. 

Otro que se planteó el asunto de los nombres asignados a la divinidad, con particularidad cristiana, fue Fray Luis De León, filólogo, y uno de los primeros traductores del Cantar de los Cantares al castellano. Se refiere a los Nombres de Cristo en una de sus obras. Allí acude a algunos nombres de la naturaleza: pimpollo o brote, monte, camino… La misma Naturaleza presente con fuerza en la obra de Margarite, Los treinta y tres nombres de Dios. 

El pimpollo apunta a la novedad de la vida, al surgimiento, al origen de las cosas, como en los versos de Margarite: 
24. Las flores / que brotan de la tierra / en primavera 
También el término Monte, para Fray Luis de León, resalta esa misma perspectiva de fecundidad, de nueva vida, de modo tal que lo asocia a la preñez. Vale la pena escucharlo en sus apuntes léxicos: 
la más principal razón por qué se llama monte, es por la abundancia, o, digámoslo así, por la preñez riquísima de bienes diferentes que atesora y comprende en sí mismo. Porque, como sabéis, en la lengua hebrea, en que los sagrados libros en su primer origen se escriben, la palabra con que el monte se nombra, según el sonido de ella, suena en nuestro castellano el preñado; por manera que los que nosotros llamamos montes, llama el hebreo por nombre propio preñados. En los montes por la mayor parte se conciben las fuentes y los principios de los ríos, que naciendo de allí y cayendo en los llanos después, y torciendo el paso por ellos, fertilizan y hermosean las tierras. Allí se cría el azogue y el estaño, y las venas ricas de la plata y del oro, y de los demás metales todas las minas, las piedras preciosas y las canteras de las piedras firmes, que son más provechosas, con que se fortalecen las ciudades con muros y se ennoblecen con suntuosos palacios. Y finalmente, son como un arca los montes, y como un depósito de todos los mayores tesoros del suelo. 
Del Dios Inmenso y, simultáneamente, Apaciguado nos habla Margarite con estas imágenes: 
1. Mar de mañana; 31. El silencioso relámpago / el rayo estrepitoso 
Inmensidad de Dios resaltada entre los nombres musulmanes de Dios con diversos matices, entre otros: 
9. al-‘Azîz: el Poderoso; 10. al-Yabbâr: el Fortísimo; 11. al-Mutakabbir: el Supremo; 24. ar-Rafî‘: el Sublime; 37. al-‘Aliyy: el Excelso; 38. al-Kabîr: el Grande; 42. al-Yalîl: el Majestuoso; 69. al Qâdir: el Potente; 70. al-Muqtadir: el Omnipotente. 
Se ve complementada esta fortaleza de Dios con su imagen maternal de protección y cuidado: 
2. ar-Rajmân: el Misericordioso; 3. ar-Rajîm: el Compasivo; 18. al- Razzâq: el Dispensador de bienes; 31. al-Latîf: el Sutil; 76. al-Bâtin: el Intimo. 
Monte o pimpollo, mar, trueno o relámpago, son tan solo algunas imágenes de la naturaleza viva, que revelan el rostro del Misterio. 

Algunos animales completan esta visión Natural de la divinidad. En particular, Fray Luis De León desarrolla la figura del Cordero, o el Cordero Degollado, referido a Jesús, a su mansedumbre. 
Por donde, debidamente, en el Apocalipsis, San Juan, al Verbo nacido hombre le ve como cordero y como degollado cordero, que es lo sencillo y lo simple y lo manso de él, y lo muy sufrido que en él se descubría a la vista… Porque Cordero, pasándolo a Cristo, dice tres cosas: mansedumbre de condición, y pureza e inocencia de vida, y satisfacción de sacrificio y ofrenda. 
En Margarite la imagen del cordero, se asocia inmediatamente, a otras que la abren a nuevos sentidos. Carnero, oveja, vaca, toro refieren la hermosura, suavidad o su ser salvaje. 
6. Cordero recién nacido / carnero hermoso / oveja 
7. El suave morro de la vaca / el morro salvaje del toro 
Es el camello de Margarite el más parecido al Cordero-Cristo bíblico: 
10. El camello cojo / que atravesó la gran ciudad atascada / camino a su muerte 
El buey paciente de Margarite recuerda al paciente Alá de los musulmanes: 
8. El morro paciente del buey 
99. as-Sabûr: el Pacientísimo. 
La relación natural y el hecho del desgaste, del morir un elemento en otro, del encuentro, de la fuerza y la debilidad simultáneamente mostradas, puede apreciarse en estos versos de Margarite: 
30. Sol naciente sobre un lago / aun helado a medias
2. Ruido de la fuente / en las rocas / sobre las lajas de piedra 
Tierra y agua que en Rilke reflejan la continua trasformación de la vida, como continua es la transformación de los dioses, a la mirada de los humanos: 
A la callada tierra exclama: fluyo. / A las rápidas aguas diles: soy. (Soneto a Orfeo, II, XXIX) 
La pretensión de absolutez en la palabra breve es llevada al extremo en estos dos nombres de la divinidad, según Margarite: 
4. Abeja
23. El pan 
¿No estamos cerca de los míticos de la nada y el no saber: Juan de la Cruz o el Maestro Eckhart? Es asunto que he tratado en otra parte[3]. En todo caso, sugerentes imágenes las que nos deja Margarite Yourcenar para pensar el Misterio y, si fuera el caso, dejarnos abrazar por El. 



[1] Texto en: https://blogdelesllobes.com/2016/09/13/los-treinta-y-tres-nombres-de-dios-marguerite-yourcenar/
[2] Ver http://www.servicioskoinonia.org/boff/articulo.php?num=484
[3] https://cultura-barrio.blogspot.com/2020/06/del-poema-breve-y-otros-abismos.html

No hay comentarios.: