martes, 29 de septiembre de 2015

Sobre Palomares, El vientecito suave....

Ramón Palomares. El vientecito suave del amanecer con los primeros aromas

 “Detente, cierzo muerto,
ven, austro, que recuerdas los amores,
aspira por mi huerto,
y corran sus olores,
y pacerá el Amado entre las flores”.
San Juan de la Cruz. Cántico Espiritual

“El vientecito suave del amanecer con los primeros aromas” (1969), de Ramón Palomares, es una obra poética en diálogo con el texto bíblico de “El Cantar de los Cantares”, proposición que he podido desarrollar en un ensayo anterior. Aquí presento, en un escrito más breve, esta obra fundamental, aunque poco divulgada, del autor andino. Sin perder la fuerza de lo local, en imágenes y lengua vivas, Palomares desborda la andinidad en una palabra de amor universal.

Agua y fuego: el cosmos y el amor
El amor se expresa en el poema a través de dos elementos cósmicos: el agua y el fuego.
Agua y Fuente son origen del amor. Agua viva y corriente: amor que se da, amor activo, dinámico. Transparencia y nobleza del amor.Has tomado mi carne / y respondió mi Fuente (4). Que podría ser si no / tu pequeña corriente (2; ver 3, 5)
El fuego simboliza el deseo de los amados, la pasión del encuentro. Terrible en la ausencia, y más terrible en la presencia, hasta punto de prenderse, de incendiarse los cuerpos.Y cómo sabe hablar tu fuego (6). Qué terrible es tu boca que me ha dejado huérfana de fuego (10).Y yo prendí tu llama Y se prendieron tu boca y tu cara (4; ver 5,9). El fuego es casi un exceso. Hasta el clamor por ser apagado. Apágame (4). Palomares lo asocia a lo divino en el amor que trasciende; amor hecho rosa, Pájaro: Arde Arde entre las rosas Pájaro divino (8).

Paisaje y naturaleza
Aparece el jardín, lleno de flores, como ambiente natural del amor. Ya las rosas han cuajado sus nácares / se han revelado los jazminales las margaritas / están levantando (1); Te traeré un huerto (7); jardín y huerto nuevo (14, ver 4,5).
Naturaleza humanizada, que toma la palabra, música y verso.La música de las hojas al volar / los versos que dicen la berbería y el / lirio y la madreselva y la cayena (1)
En otros momentos el jardín y la flor se transfiguran, se convierten en amantes: amor ofrecido y amor deseado.Ven jazmín Allégate a mí (4). Al entrar en tus bosques (5). Me llaman el Señor de las Flores (8); entre tus lirios (10).

Olores, sabores, colores y músicas: magia del amor
Y de la naturaleza, pasaa los cuerpos, a la dimensión somática del amor, a su matriz sensitiva. El hablar del cuerpo evoca la lógica de los sentidos: oler, saborear, ver, mirar, escuchar voces y música.
El amor es olores, piel, aire, polen, bálsamos, árboles, talco… (1). Aromas de los campos, del entorno, pero sobre todo casa de aromas, casa del Amor. La nariz se vuelve instrumento de delicia.Llamas blancas que entran por las aletas / de la blanda nariz Aromas porque la casa / del Amor es la casa de los aromas (1).
El cuerpo de la amada es fruto de buen olor, Casa del amor; como casa perfumada ha sido creado.Pero no acabes mi casa sin aromas, Tejedor (6). Con mi cuerpo aromado /…/ se durmió El Cielo (13). Sí, Vendrás / A este… fruto biencriado y / bienoliente (14). Casa-huerto de aromas, perfumes que se ofrecen y que son aspirados. Y aspiré el perfume (13).
Se agregan los sabores: licor y embriagamiento, cereza y mieles. Baja el licor y encanta / con tan finos ardores (1). Yo me embriagué nombrándote (8). Con mi sombra embriagada / se durmió El Cielo (13). Con aire de mieles te contaré (14). Querido / Amado / Bebedor (4). El licor que tú bebes / Licor de Copas Floridas / en tu boca sabe con sabor de cereza (8). Ven Bebe de mí (14).
La luz se relaciona con la transparencia de velos y telas que cubren el cuerpo amado.Y la luz que discurría entre ligerísimos velos (14, ver 3).
Los colores, reflejo de luz, surgen en Vientecito radiantes en la naturaleza.Las margaritas están levantando / con mucho oro y mucho diente de blancor (1; ver 4). Brillo y esplendor están en los amados, aunque en peligro de distanciamiento. Pero tu brillo y mi esplendor se alejan (9).
Amor en canciones, en versos, en conversaciones. Se invita  a afinar el oído para escucharlas en la naturaleza. Son versos que dice el lirio, que proclaman las flores.Canciones de flores música de hojas (1).  Afina el oído Que las ramas conversan (4). Amor en la voz del amado que enamora. Es el sonido de la carne, palabra en el cuerpo del amado. Óyeme y no temas (11). Mis oídos Escuchaban el / sonido de la carne (13). Y te diré con lengua de música (14, ver 2,6, 7, 8).

Hermosura y juego de miradas                                      
La belleza de los amados se contempla. Casi se narra, en metáforas, en recorrido de miradas por los cuerpos. Cadera-lluvia, ventiscas entre las tetas (6), rostro-lluvia, garganta-sueños (8). Tu sonrisa más poderosa que tu bondad (5). Las piedras preciosas son adornos que engalanan y acrecientan la belleza.Todos con / sortijas y piedras (3). Belleza que se evoca como memoria y que al ser recordada se transforma en esperanza más plena.Y un bello recuerdo pero con la belleza de lo que aún no se ha vivido y disfrutado y nos espera (14).
Amor: juego de miradas.Los amantes solicitan ser vistos.Amor Amor Mira (1). En los umbrales estaré Fíjate (2). Vuelve la vista y Mírame (8). O promueven la auto-contemplación.Mírate Mírate sobre el lecho (5).Una mirada de amor cautiva, subyuga, Con los ojos perdidos en el placer (13).

Toque y suavidad
La hermosura de los amados no se reconoce sólo por la mirada. Todos los sentidos la perciben, el tacto la encuentra suave y delicada.Ah delicadeza Ah transparencia (3). Qué hermoso Qué suave y reposado y brioso a la vez! (6). Las acciones de tocar, recorrer, desnudar… están presentes. La mano y la piel aproximan los cuerpos.Y todas las ternezas que tocan la piel (1). Tocaré tu seda (2). Has tomado mi carne (4). Y al bajar con mis manos desde tu garganta (8). Corre las manos entre su talle Desnúdalos (12).

Danza, corriente: movimientos del amor
Movilidad que expresa libertad y gozo, erotismo y plenitud de la relación amorosa. Movimiento ágil, salto, vuelo, modelaje del cuerpo, naturaleza en movimiento: enredaderas, corriente, viajes, caídas, remonte.
Saltaría sobre ti / Que podría ser si no / tu pequeña corriente (2). Las arenas te modelaban… y alrededor una tras otra entreveradas enredaderas Las / muelles y frescas Todas trepadoras / Te hicieron como una corriente… cómo las levantaron / hasta el cielo? (3). Volábamos por el seno de unos árboles / una y otra y otra boca… rodeados por una / sola cabellera (4). Delgadas aletas del postigo se mecían (6). Una lluvia en el lado de mis caderas Una ventisca por mis tetas (6). Sombrearon mi tierra con viajes de los ríos / Remansos y caídas violentas de aguas me pusieron (7). Tienes un sendero de ladrillos… seguía el camino por donde…  ibas protegida del cielo (8). Y vives tú, Amada, como una corriente / que desciende y desciende (12), remontando arriba de las nubes Arriba (13). Y la corriente que vivía sobre / nosotros… Si nube o corriente / del mar (14).
Los sentidos se entremezclan y son transfigurados en la seducción. Las imágenes son sinfónicas, se interconectan. Las imágenes sensoriales: oír, tocar, oler, gustar son una sola melodía de amor. Confluyen en un sentido total. El aroma está unido al sabor; y es así que el perfume se bebe, se toma, hasta embriagarse. Bebe el mejor de mis perfumes (4). Y me dijo El Aroma /… / Ven / Toma el perfume (4). Por las aletas de la nariz más que aroma / sabor y aroma… Cuerpo aromado sombra embriagada (13).
Sabor y tacto, y sensualidad. Sabor para la boca, para la lengua, el paladar y los labios; para los besos. Dulzura y delicia de sabor.Y con besos me despierto (1). Y se prendieron tu boca y tu cara (4). Acerquemos nuestros besos (9). Y sin perder… ni aéreo besar ni forcejeo (13). Dulzura llamaré al lado de tu alma (8).
Oído, tacto y olor. Sabor, aroma y movimiento.Mis oídos en su delicado punto y sin perder roce ni música… / Y aspiré el perfume… / Por las aletas de la nariz más que aroma Sabor y aroma… y movimiento (13).

El sexo y el carácter lúdico del texto
Palomares se refiere al encuentro sexual como entrada a los bosques, camino entre flores, arbustos, hierba y lianas. La mención del aceite sugiere la lubricidad de los órganos sexuales. El encuentro amoroso es visto en su dimensión salvaje, duélica, agónica; el amor es visto como pelea.Al entrar en tus bosques Al despertar y conocerte / Había allí un antiguo camino Las flores amarillas eran sus viajeros / Arbustos con la hija muy fina Todos / con buen aceite Subían sobre la yerba de hojas violentas / Entonces sonaron densas oquedades Lianas y caídas de tierra y copas / rojas / Y muchos árboles peleándose (5). Peleas de amor, con escaramuzas y estrategias, con treguas, avances y retiradas.
Con la descripción directa del bajar con las manos, de nuevo aparece el cuerpo como sendero, y al aceite se le agregan la espuma y el rocío como imágenes de los efluvios genitales. Ahora se agrega la mención del cielo, como éxtasis u orgasmo.Dulzura llamaré el lado de tu alma… / Y al bajar con mis manos desde tu garganta y todos tus sueños / Te diré / Espuma Aceite Pequeña Luna / Tienes un sendero de ladrillos donde siempre hay rocío… / Seguía el camino por donde… ibas protegida del cielo (8).
En otro poema se repite la imagen de la entrada, ahora con una puerta. Las esmeraldas y flores son obstáculos a superar para el encuentro pleno, que se sugiere dinámicamente como camino, salto y corriente.Y tocaré tu seda / - Entremos /…Esta es mi puerta… / Quítame la esmeralda Arranca las flores / No hay otro camino a este sueño /… Saltaría sobre ti / Qué podría ser si no / tu pequeña corriente (2).
El sexo del varón parece insinuarse en términos y expresiones de los poemas 6, 7 y 12: Roble cuyas famas se alzaron… /…Endurecí… / Qué suave y reposado y brioso a la vez (6). Qué de hojitas y peces / En la colina hay en cedro desplegado / En el huerto escuchas siempre un canto (7).  Relumbraban el Cedro y el Bronce /…Corre las manos entre su talle  Desnúdalos /…y un clavel y responder, ofrecer y beber, encender y prender, remontar y forcejear.Bebe el mejor de mis en el mármol (12).

Movimiento interno del poema
Palomares no cree en un tiempo uniforme, absoluto. Más bien en una "trama de tiempos que se aproximan, se bifurcan, se cortan o que secularmente se ignoran, abarcando todas las posibilidades" (Jorge Luis Borges. El Jardín de los Senderos que se Bifurcan. Ficciones 1986. Pág. 48).
Tres rasgos o dinámicas de esta temporalidad se hallan presentes.
  • Amor como tiempo de florecer, como tiempo ya llegado.
  • Amor amenazado por peligros, la hora del chacal.
  • Amor como tiempo de correr, de irse, tiempo de huida.


a) Al inicio de los poemas es tiempo de florecer, tiempo de amar.Ha llegado el tiempo de soñar… / Ya se han revelado los jazminales /…Es la hora de beber Baja el licor y encanta (1).
b) Luego sucede la amenaza. Animales salvajes simbolizan estos ataques, los peligros del amor.La hora del chacal, la hiena (11).  Algunas piedras lo impiden. Quítame la esmeralda (2).Pero los enemigos no son sólo piedras o animales simbólicos. Ahí están, en su densidad de la real, con su palabra amenazante.El enemigo de la amenaza y el rival del asecho (9). Aquí te injuriamos Aquí te escarnecemos (13). Hay combate y defensa. Han comenzado a combatir / El Frío y el Fuego No podremos contenerlos (4),  son muchos árboles peleándose (5). Vuelo de los gavilanes (9). Y yo preparo Me oculto Me defiendo (10). La amenaza que se sufre más es la ausencia, el alejamiento del amado:Y al dejarme corres desde adentro y desde allí me hieres (10). No dejes que tus flores se vayan (8). Tu brillo y mi esplendor se alejan (9).
c) La perspectiva final de paz: ¿sueño, muerte, trascendencia?
El final del poema es huida al sueño. O eres tú que / te encaminas al / jardín… / Sí, Vendrás… Y vámonos  / Al sueño (14).Palomares deja oscuro el sentido de este sueño, en juego de ambigüedades. Amor que pudo ser, amor que se espera plenificado, o vana ilusión. Una salida abierta para el poema.No hay otro camino en este sueño (2). Pero déjame tu pequeña oscuridad con la sombra del sueño (9). serás para Pero escúchame tú, El Sueño (1). Jardín Ese huerto nuevo / donde aún realizada / sigues siendo y siempre Ilusión / …con la belleza de lo que aún no se ha / vivido y disfrutado y nos espera (14).
La mención de la muerte no es casual. Aparece en varias ocasiones, en casi todas ellas con el sentido de límite, de traba para el amor.Muerte contra la que se combate.Donde mataremos la muerte? (9).Muerte vencida por la gallardía, por el amor: Sustentará su fama y vivirá en gallardía / Y jamás morirá… Como una corriente / que desciende y desciende / sin morir (12).  Muerte-sueño, necesaria al amor.Es necesario haber perdido y haber muerto en el sueño (13). Muerte, finalmente, como personificación del amado, como consecuencia del no-Amor, como futuro, posibilidad.Cuando no seamos El Amor / Me portaré como la muerte (11).

En conclusión
a) La fuerza del amor es fuerza cósmica, espacio encantado. El amor se transfigura, se vuelve luminoso; la acumulación de imágenes derrochada apunta la trascendencia del amor.
b) Puede afirmarse con Beatriz Pineda de Sansone: “Al entrar en la obra de Palomares, sentimos que abrimos un orden divino: la armonía. Sentimos un efecto general de altura, de dignidad”.
c) El lenguaje científico sobre el cuerpo es reductivo. El lenguaje de este poema pertenece al ámbito de lo estético, lo placentero. Es una palabra llena de creatividad, es lenguaje de cotidianidad. Es memoria de hombres y mujeres que experimentaron la vida, la trascendencia, en lo cotidiano del amor. Vientecito renueva esta trascendencia en el corazón del andinidad.
d) Frente a los convencionalismos y trabas sociales, los poemas exaltan la legitimidad del amor, la fidelidad.Me afirmaré / -Sí, Amada mía, Sí, Fiel (11).
e) Los textos se abren al lector en propuesta lúdica, con sus polisemias e intertextualidades, y como invitación a salir del texto y huir con los amados ¿tal vez al Sueño? ¡O a la Vida!

El texto que presento está editado dentro de la Antología de Ramón Palomares, en la Colección de Monte Ávila Biblioteca de Autores Venezolanos – Poesía n. 8.

REFERENCIAS
Alonso Schökel, El Cantar de los Cantares, Verbo Divino, Estella 1990.
Beatriz Pineda de Sansone “Cosmogonía en la obra de Ramón Palomares” en Revista de Literatura Hispanoamericana 36 (1998) 25-42.

Tomás Martínez Sancho. “Un airecito suave”. Ejercicio comparativo entre “El vientecito suave del amanecer con los primeros amores” y “Cantar de los Cantares”. 2010

miércoles, 23 de septiembre de 2015

Sobre Cadenas, Palomares y Ramos Sucre

De exilios y nostalgias: La torre de Timón, Los cuadernos del destierro y Adiós Escuque.

Entre mis relecturas recientes se cuentan Los cuadernos del destierro (C), La torre de Timón (T) y Adiós Escuque (E). Si las releí fue porque en ellas encuentro un tono existencial que me cae bien. Además del goce estético que me producen, algo encuentro en ellas que se emparenta espiritualmente con dimensiones de mi propia vida.
Las dos primeras expresan, tal vez, algo del sentimiento trágico unamuniano y acaso de cierto temor y soledad, de ocultamiento y transmigración. Y todas tres, en su significado de salida, de huida o destierro, un algo de nostalgia.

La escritura y el escritor: el dentro-fuera en C y T
Las vidas de los escritores se expresa en la escritura, bajo la apariencia de viaje exótico; la sencillez de las experiencias entre el pueblo venezolano se oculta bajo la capa de un lenguaje erudito.
Para Cadenas, la experiencia del destierro en Trinidad se convierte en exilio espiritual. Atormentado, no se acostumbra a vivir; destino del que no se puede evadir. Lugar de la no-paz, del no-amor. Vientos y aguas para el no-descanso. Así queda expuesto en la ficción literaria:
Isla, deleitable antífona./ Horma de los cuatro puntos. / Asilo de los vientos sin paz… Los supremos vaivenes de las aguas irredentas… danzas frenéticas de seres… Torres de caoba… Una ciudad arrojándome del amor. C9-13[1]
Y así sucede que la nostalgia en T semeja la nostalgia de Ramos Sucre, acudiendo con la ola marina y el vuelo de la brisa, al lugar del cautivo:
El castillo surge a la orilla del mar… El vuelo brusco y momentáneo de la brisa… con el ritmo de la ola… despierta la nostalgia del cautivo y se lastima  el soldado. Mueve a lágrimas alguna extraña y ondulante música. T18
No son los pobladores del lugar los que amenazan, sino la separación, la ausencia, el alejamiento, lo remoto, la fatalidad inexorable:
Entre muy dulces habitantes ha trascurrido mi separación. C32 Las naves que me trajeron a estas arenas… C60 …y escapé navegando un mar extremo en un bajel desierto… T27 Siento la amenaza de una fatalidad inexorable. T29 Yo me había avecindado en un país remoto…T32
A lo largo de los relatos se expresa una épica interior, una batalla en la que se muere. Los poemas son testigos del mundo íntimo subjetivo de los autores.
La presencia de diversas personalidades en los viajes y recluimientos, no están ajenos a ciertas trasfiguraciones (...di en buscar nuevos rostros. C39). Y todos con algo de misterio, de distancia, de camino. Así sucede con el fugitivo T4, el familiar T5, el nostálgico T12, el caballero Leonardo T19, el náufrago T25, el mensajero T 36, el maldito T 37, el mago T 41 o el bardo T54, entre otros.

El mal y la muerte
Cercanos a los poetas malditos, los personajes de los poemas C y T maldicen y se esconden de lo bello, de lo dulce y alegre, y cantan a la oscuridad.
Y maldije mi fortuna, injurié a la humanidad con vituperios, denosté la dulce lengua que me habitaba y me oprimía. C38 …lo bello me fustiga. Me he negado a trascurrir por caminos de gracia. Sea la oscuridad. C64 Huye de mirar la belleza en la alegre diversidad de los colores repartidos en edificios y jardines y solaza los ojos en la oscuridad confusa y en la sombra llana. T19 Yo quisiera estar entre vacías tinieblas… T3 …amo el dolor, la belleza y la crueldad… mi alma es crítica y blasfema… T37
Y ese canto a la oscuridad, alcanza el sepulcro. Se acoge a la muerte como refugio para el espíritu.
Para entrar en el reino de la muerte avancé por el pórtico de bronce que interrumpía las murallas siniestras… Había invadido voluntariamente el mundo que comienza en el sepulcro, para ahogar en su seno, como en un mar de olvido, mi lastimado espíritu. T13 Me acostaba diariamente con una muerte ficticia. C 39 Buscaba un lugar apacible donde mejor esperar… T42

Mundo fantástico, premoniciones y hechizos
Signo, sino, suerte y horóscopos recorren los poemas. La vida aparece determinada para los viajeros errabundos. Signos de tormento y de muerte, aunque también de misteriosa llenura.
Escrito está y lo saben –o suponen- quienes se ocupan en leer signos no expresamente manifestados… C3 Un horóscopo me designó para existencia de llenura, pero al tormento ceñida. C5 Desafía el sino de la muerte sangrienta que despuebla su alcázar. T19  He espantado las mariposas negras del presagio T12 …la aparición infausta que augura el trance supremo T15 …mi suerte estaba decidida por sacerdotes semisalvajes que pronosticaban, ataviados de túnicas bermejas… C4
Brujas terribles, hechiceras, junto a los númenes guardianes, deidades benévolas y aparecidos de entre la muerte, recorren como fantasmas las páginas de los poemas.
Un lugar donde las brujas entierran a los niños abortados. C12 ...la persuadió a lanzar, con sus manos puras, yerbas cenicientas en el mar canoro. T7 …fue víctima de la noche y de sus vengativos númenes guardianes. T20 Armaduras de guerreros ya superados. C12 ¡Oh siderales nodrizas, lactantes de mi desnudez! / En mi infancia estuve rodeado de deidades benévolas que me sentaban den sus rodillas. C34 ...sentí sobre el hombro izquierdo el contacto de una mano fría… Había desertado de entre los muertos. T5-6
Una lectura mítica del mundo celeste o imágenes que se presentan vivas, con un decir.
La luna prende un fanal en el tope de cada torre. T12 Siento, asomado a la ventana, la imagen asidua de la patria. T12 … fugas improvisas sobre caballos asustados y en barcos náufragos. T12

Amores
El amor es vivido como pasión y como tragedia. Compañeras y confidentes, son amores que terminan en abandono y muerte.
Regias figuraciones de las playas... mi compañera de expedición presidía sus procesiones hacia el amor. C33 La dama singular y gentil se disponía a comunicarme esa tarde la confidencia prometida una y otra vez... en un retiro de la playa aireada.. T25 …encontré la virgen de rostro cándido, solaz de mi pasada amargura. T22 sentí el contagio de su arrobamiento… disfrutando una promesa de bienestar... fue el estímulo de una agonía larga… T41
Pronto me aburrí de aquel ser infantil T38 Yo depuse tu cuerpo yacente en el regazo de una fuente cegada… T27 ..llevo al cinto tu cadáver pero es tarde… C43 La muerte benévola te llevó dormida a su limbo oscuro T55

Recorrido temático: evolutivo, en Cadenas; tópico, en Ramos Sucre
Puede apreciarse un recorrido temporal en Cadenas. Es un relato diacrónico. Comienza evocando a sus antepasados, y tras sus viajes según el designio trazado, con las rupturas y encuentros predichos, todo termina en la soledad de un cuarto.
En Ramos Sucre se trata de varios relatos, varios personajes, puestos en sincronía. Y sin embargo, están en muchos de ellos los mismos elementos: antepasados, destino, rupturas, soledades…

Los antepasados
Al inicio de los poemas en prosa resalta la recurrencia a los antepasados. Ambos poemas se remiten a la infancia, a los pueblos originarios a los que pertenecen sus protagonistas. Se intuyen el reconocimiento sufrido del propio origen del poeta, así como la distancia con él, expresada en el viaje, en la salida, tanto real como poetizada.
Mis antepasados no habían danzado jamás a la luz de la luna, eran incapaces de leer las señales de las aves en el cielo como oscuros mandamientos de exterminios…  C3 Yo pertenecía a un pueblo de grandes comedores de serpientes, sensuales, vehementes, silenciosos y aptos para enloquecer de amor. C3 mi raza licenciosa y doliente T15 Yo adolezco de una degeneración ilustre… rememoro la faz marchita de  mis abuelos T37


La marca, el destino
Luego se toma conciencia de la marca de nacimiento, del señalamiento celeste que preludia un destino, un horizonte vital inexcusable.
..me predijeron desolaciones antes de mi nacimiento. C68 La fatalidad había signado mi frente T54 Recibí advertimientos numerosos de origen celeste T41 su distinción exótica daba relieve a la desventura interminable de una vida anómala T55

Derrumbes y rupturas
Comienza la aventura, el camino, la expedición en tierra extraña.
…relataré no sin fabulaciones mi trascurso por tierra de ignominias y dulzuras, rupturas y reuniones, esplendores y derrumbes C5 erré gran espacio a la ventura, obstinado den la peregrinación extraña y lúgubre T13
Y no comienza bien. Tiene mucho de fracaso y desolación, de ruptura con la tierra originaria y de derrumbe.
Reiterados fracasos me habían herrado en la frente. C6 He resuelto mis vínculos… Hice mis particiones C8 Muerto pero aún andando, desnudo… devolviéndome hacia mi final… C25 Yo sentía las trabas y los herrojos de una vida impedida T34 mi vida había cesado en la morada sin luz T40
Aunque no faltan algunos esplendores (C5) y dulzuras, como se acaba de leer.

Soledad final
Concluyen con un canto a la soledad, con un himno a la vida casi eremítica.
Para mí no son las aglomeraciones sino mi casa sin guarniciones inútiles… Un cuarto, una lámpara, un vaso de licor, un lecho y libros. C68 Escogí para edificar mi retiro la sombra de esta selva  T42

Aspectos formales
Los hace cercanos la libre expresión, la prosa poética. Ambos son de lo mejor en ese género en la poesía venezolana. Están lejos de la no representación que señala T. Todorov como rasgo de la prosa poética en Baudelaire. Ambos nos introducen en el terreno de lo exótico pero bien anclados en la imaginación representativa.
El recurso a la 1° persona de singular, predominante en estas obras, les dan un tono existencial y entrañable, casi de confesión del alma, casi de biografía interior.
Huía ansiosamente T4 Yo distinguí la humareda T5 Yo defendía el reposo del agua T5 Yo conocí el suceso más extraño T7 Yo escucho las violas T9 protejo a la huérfana del caballero T12 avancé por el pórtico de bronce T13 vivía yo en donde nací T15 agonicé en la arruinada mansión T21 Yo vivía en un país intransitable T27 Yo las había sustraído de su patria T28 concebí la imagen de una infanta T30 Yo me había avecindado en un país remoto T32 Yo cavilaba a orillas del lago T36
Yo pertenecía a un pueblo de grandes comedores de serpientes C3 yo descendía de bárbaros C4 Yo no traía ningún mensaje C5 Yo no era el mismo C6 Ya soy uno C8 Osaré recrearme C9 He entrado a región delgada C14 Yo visité la tierra de luz blanda C17 Conocí el baobab C19 He reclinado mi cuerpo C20 Yo entre al aire de los tiburones C21 Yo nunca supe si fui escogido C22 Yo era un rey C23 Estoy aquí C25 He huido C30 Yo desconfío C34 He recorrido ciudades C5 Yo no tenía remedio C39 Amo los blandos linderos de inefable tinte C41 doy vueltas en torno a un bello cuerpo C44 Tengo derecho a preguntar C47 Limpiaré el camino del infierno C48 Tengo que retirarme C55 hoy me desnudo y salgo a revocar mis devastaciones C57 Retrocedo hasta mi origen C58 Mi piel echa de menos tu caricia, tierra C59 Voy a ocultarme de nuevo C61 Yo no demando C62 abriré mi casa a los viajaros C65 Yo mismo C66 Tú y yo C67 Me despido C68
Con la sola diferencia que en Cadenas se trata del periplo de un solo personaje mientras que en Ramos Sucre el Timón de la Torre al que alude el título de la obra poética se metamorfosea y desdobla en buena cantidad de ellos.

Palomares y su Adiós Escuque
Representa un contrapunto. Frente al lenguaje erudito y exótico, el lenguaje coloquial pleno de regionalismos; la otra mirada, apasionada, a la vida. Se deja el tono interior trágico, para optar por la canción y la mística. Se deja el yo de la soledad, para encontrar un yo que sale al encuentro del tú. En simplicidad, llaneza, libertad y gozo.  En todo caso: nostalgia. Así es Adiós Escuque.

También se relata una salida, un éxodo a la ciudad.
El alma de uno iba alejándose / Se alejaba E160
Y está la vida del poeta, tras la primera persona, que recorre la obra de principio a fin, y de lo que sólo se presenta aquí una muestra:
Ya quisiera yo meterte aquí en el pecho  143 Yo le traía la bestia de cabestro 146 Yo siempre estoy pendiente 147 Yo y mi alma, perdidos del frescor 151 miré el cielo / Voltié 155 Estoy limpiando el patiecito 157 ¿Estoy asándome! 164 Mi corazón está cantando 167 Yo soy como aquel hombre 177

Pero no se deja la tierra. Se permanece con la compañía de los muertos. Allí está Polimnia, transfigurada en pajarito E 143, riéndose y echando la bendición; allí están el Grezo, Pandeaño, Hojalapas… muertos que visitan E150 Allí Laurencio E153 Gentes del sueño Gentes del viento E165
Se permanece en el diálogo, en el encuentro. Junto a la primera persona, allá está la segunda, el tú (el vos) también omnipresente.
Pajarito que venís tan cansado 143 Y entonces ves la yerbecita, ves los aleros 144 Entonces tú volvías la vista 146 Y vos llena de lirios 147 Ya no eras más que Flores 156 lo que soñaste se lo llevaron las aguas 157 No me dejés solo POLIMNIA! 158 -Decíme corazón Dónde estamos? 160 Pásame un trapo húmedo 164 Florecita Quién te ha mandado disvariar 167 Tire al camino y dígale a su alma “Andando” 168 Deja tu corazón volar 169 Pequeña flor blanca eres 183 Tu nombre es Palmera 190
Se permanece en esa tierra.
Ya voy a ser piedra Ya voy a ser árbol / Yo soy tierra (De raíz E162)
Se permanece en el lenguaje popular andino que colma la obra, en las leyendas y creencias que rezuman los poemas.



[1] Los números corresponden a las páginas, según las siguientes ediciones: Cadenas, R., Los cuadernos del destierro, Monte Ávila, Caracas 2001. Palomares, R. Antología Poética, Monte Ávila, Caracas 2004. Ramos Sucre, J.A., Antología Poética, Monte Ávila, Caracas 2004.

Sobre Basho, Senda de Oku

Itinerario del espíritu
Tomás Martínez Sancho

Un poeta y místico japonés del siglo XVII, Matsuo Basho, nos regala símbolos que pueden inspirarnos en nuestro recorrido vital interior. En su librito Senda de Oku va narrando su peregrinación por el país en breves relatos que remata con versos místicos –haikus-. Al recorrido físico va uniendo composiciones que revelan el estado del alma. Resalta entre otras cosas su PARTIDA, su paso por los SANTUARIOS, por POSADAS, PUEBLOS Y PLAYAS, RÍOS CAUDALOSOS, LLANURAS Y CAMPOS para la libertad.
En el primer pasaje de su viaje anota: “Todo lo que veía me invitaba al viaje; tan poseído estaba por la llamada que no podía dominar mis pensamientos…  Remendé mis pantalones rotos, cambié las cintas a mi sombrero de paja y unté moka quemada en mis piernas, para fortalecerlas. La idea de la luna en la isla de Matsushima llenaba todas mis horas. Cedí mi cabaña y me fui a la casa de Sampu, para esperar ahí el día de la salida”.
Bien refleja en tan pocas líneas, la llamada interior que siente junto a las llamadas externas, además de su preparación personal para el viaje: las ropas adecuadas, el fortalecimiento de cuerpo; y el dejar la casa como primer paso para una mayor libertad. Por último, la espera del corazón, que también se prepara. Son símbolos que pueden iluminar nuestra partida: ropas-aceites-cuerpo-intemperie-corazón dispuesto.

Los santuarios
Santuarios, templos y ermitas se tropieza el caminante. El poeta Basho se admira en ellos. A veces es su sencillez, otras su majestuosidad o robustez. En ocasiones, la naturaleza como bendición que se ofrece en ellos, el sol que se derrama como luz en la montaña, o el silencio total que aquieta el corazón.
En torno a algunos de ellos los monjes viven retirados, habitando chozas de paja apaciblemente. En otros se manifiesta una viva devoción popular. Algunos lucen inalcanzables, y se contenta con observarlos desde lejos.
Pueden evocarse algunos relatos del poeta:
Hay un templo en la montaña.  La luz resplandece en ella y sus beneficios descienden.
Mirar, admirar / hojas verdes, hojas nacientes / entre la luz solar.
Hay una pequeña ermita. Para llegar a ella la espesura es impenetrable.  Frente a una cueva, una pequeña choza colgada sobre la roca.
Existen aún el Santuario del Dios de los Caminos y los Juncos del Recuerdo. Nos contentamos con ver aquellos sitios desde lejos.
El Santuario de Shiogama tiene columnas suntuosas y pesadas; las vigas de la techumbre relucen pintadas de colores brillantes y los peldaños de su escalera de piedra se repiten hasta perderse de vista. Me impresionó que en rincones tan apartados de este mundo manchado, la devoción a los dioses estuviese tan viva.
En Ojima hay vestigios de la ermita del bonzo Ungo y aún puede verse la roca sobre la cual meditaba. Se entrevén algunos devotos que viven a la sombra de los pinos, retirados de la vida mundana. Habitan apaciblemente en chozas de paja, de las que sale continuamente el humo de los conos de pino y hojas secas que queman.
Hay un templo en la montaña llamado Ryusyaku.  La montaña es un hacinamiento de rocas y peñas, entre las que crecen pinos y robles envejecidos; la tierra y las piedras estaban cubiertas por un musgo suave y todo parecía antiquísimo. El templo está construido sobre la roca; sus puertas estaban cerradas y no se oía ningún ruido. Di la vuelta por un risco, trepé por los peñascos y llegué al santuario. Frente a la hermosura tranquila del paisaje, mi corazón se aquietó:Tregua de vidrio: / el son de la cigarra / taladra rocas.
Nuestro camino espiritual pasa por muchos de estos santuarios, hechos de silencios contemplativos, de subidas esforzadas, de encuentros con personas, y también de distancias y singularidades. En ellos vamos encontrándonos con el Dios de la Vida. En ellos nos asombramos, encontramos novedad, nos dejamos sorprender y cuestionamos nuestras propias imágenes de la divinidad.

Las posadas
En su peregrinaje por Japón, el poeta y místico Basho se detiene en diversas posadas. Cada parada la vemos como un símbolo del encuentro consigo mismo.
Con frecuencia se llega con el cansancio del camino, con el desgaste de las dificultades encontradas al no haber hallado el ambiente de reposo necesario. Las realidades con que se llega son importantes: con el cuerpo a la intemperie, con sólo las cosas básicas que necesitamos, sin estorbos.
Ese día llegué a la posada de Soka. Me dolían los huesos, molidos por el peso de la carga que soportaban. Para viajar debería bastarnos sólo con nuestro cuerpo; pero las noches reclaman un abrigo; la lluvia, una capa; el baño, un traje limpio; el pensamiento, tinta y pinceles. Y los regalos que no se puedan rehusar… Las dádivas estorban a los viajeros.
Así se abre el espacio de la posada, el del abrigo, el del encuentro con nosotros mismos. Pero este encuentro interior no siempre es pacífico. A veces son los zancudos, las tormentas que azotan alrededor; en otras ocasiones todo está oscuro, sin lámpara que alumbre la noche.
La casa en donde nos dieron posada era miserable y su piso era de tierra. Como no había siquiera una lámpara, arreglé mis alforjas al resplandor del fuego del hogar y extendí sobre el suelo mi estera. Apenas cayó la noche se desató la tormenta y empezó a llover a cántaros. El agua se colaba por los agujeros del techo y me empapaba; además, las pulgas y los mosquitos me martirizaban sin que me dejasen cerrar los ojos. Entonces mi vieja enfermedad se despertó, volvió a atacarme y sufrí tales cólicos que creí morir.
Piojos y pulgas;/mean los caballos/ cerca de mi almohada.
Ya había oscurecido cuando nos acercamos al monte Ooyama, de modo que, pasando cerca de la casa de un guardia, nos aproximamos y le pedimos albergue por la noche.
O nos vemos obligados a las ariscas soledades. Gracias a Dios, a veces las noches son cortas y pronto aclara. 
Se desató un temporal y durante tres días nos vimos obligados a quedarnos en esas ariscas soledades.
Pero las noches de esta época son cortas y poco a poco el cielo comenzó a aclararse. Partimos con la primera luz.
Y así sucede que, en otras ocasiones, la posada se convierte en un remanso de paz, de pacificación interior: están las aguas termales que relajan el cuerpo y reconfortan el ánimo; están los parajes cercanos llenos de belleza, florecidos en una gama rica de colores, la naturaleza viva, la luna llena que ilumina la noche, el rocío mañanero que refresca… La posada se vuelve espacio propicio para la meditación y el poema.
Esa noche nos hospedamos en Iizaka; allí nos bañamos en las aguas termales.
Me bañé en la fuente termal. Dicen que su eficacia sólo le cede a la de Arima:
Aroma de aguas./ Inútil ya cortar / un crisantemo.
El día treinta nos hospedamos en una posada situada en la falda del monte Nikko. El dueño se la posada: “Reposen sosegados esta noche”, nos dijo, “aunque su almohada sea un manojo de hierbas”.
Encontramos una posada y allí nos alojamos cuatro o cinco días. en Miyagino los campos estaban cubiertos de hagi e imaginé su hermosura en otoño; en Tamada y Yokono, lugares renombrados por sus azaleas, florecía el asebi; penetré en un bosque de pinos adonde no llegaba ni una brizna de sol, paraje que llaman “Penumbra de árboles”, tan húmedo por el rocío de la arboleda que dio lugar a aquella poesía…
Regresé al templo que nos servía de posada y a petición del Prior escribí los siguientes poemas sobre nuestra peregrinación a los tres montes:
¡Ah, la frescura! / La luna, arco apenas / sobre el Ala Negra.
Picos de nubes / sobre el monte lunar: / hechos, deshechos.
Sobre Yudono / ni una palabra: mira / mis mangas mojadas.
En el puerto de Tsuruga, la tarde del día catorce del Octavo Mes, encontramos alojamiento. Esa noche la luna lucía extraordinariamente clara.
Otras posadas son de paso rápido. No es momento de detenernos, o nos hemos entretenido demasiado donde no era necesario.
Después de haber atravesado el vado de Tsukinowa llegamos a la posada de Senote. Cerca de la montaña, a ri y medio a la izquierda, se hallan las ruinas de la mansión de Shoji-Sato. Como nos dijeran que estaban en Sabano de Iitsuka, nos echamos a andar y preguntando por los caminos llegamos hasta Maruyama…
Cientos de barcos se apiñan en la bahía; las casas se apeñuscan unas contra otras y el humo de sus chimeneas enturbia el cielo. Me dije: “yo no quería venir a este lugar…”. Buscamos posada para pasar la noche pero nos rechazaron en todas partes. Al fin logramos albergue en una cabaña miserable y al día siguiente continuamos nuestro camino, sin saber a ciencia cierta qué dirección deberíamos tomar….
En alguna posada nos advierten de los peligros del camino, y lo agradecemos.
El dueño de la posada nos advirtió que el camino hacia la provincia de Dewa no era muy seguro, pues había que cruzar el monte Ooyama, y nos recomendó que contratásemos un guía.
Son los símbolos sencillos de lo que hallamos en nuestro corazón, con la variedad que nos ofrece la vida: lucha, tensiones, oscuridades… más también espacio de soledad, de serenidad, de gozo, de vitalidad y belleza.
El itinerario vital por el que nos adentramos pasa por detenernos en estas posadas, espacio para encontrar lo que Somos y Vivimos, con sus luces y sombras, mezcla de desasosiego y pacificación, espacio para descubrir nuestras propias imágenes y transformarlas para una Vida más plena.

Los pueblos

En su recorrido por el país, el místico Basho se encuentra con personas muy diversas. En cada pueblo, en cada gente, encuentra motivos para crecer. Desde esa clave positiva de encuentro seremos capaces de ir sanando las heridas relacionales de nuestro pasado.
Algunas veces, las menos, el peregrino encuentra actitudes de desconfianza y recelo. Son situaciones que intenta explicarse y mirarlas con serenidad, sin juicios apresurados.
Tras pasar por las fuentes termales de Naruko, intentamos penetrar en la provincia de Dewa por el paso de Shitomae. Como por ese camino son pocos los viajeros, los guardias nos observaron con desconfianza y nos detuvieron bastante tiempo.
La disposición primera del peregrino es la apertura. A veces prevalece el deseo de conocer al otro. Otras, el esfuerzo por encontrar al conocido.
Aunque no sabía qué clase de gente realmente era aquélla, sentí unas extrañas ganas de conocerlos…
Tengo un conocido en un sitio llamado Kurobane, en Nasu. Por buscarlo, atravesé en línea recta los campos en lugar de ir por los senderos.
Visité al gran bonzo de Tenryu-ji de Maruoka, viejo amigo mío.
En el encuentro con el otro-posadero, el místico Basho lo valora en lo que es, lejos de prejuicios y discriminaciones. Lo valora incluso en lo diferente de sí mismo.
… me dediqué a observar la conducta del posadero. Aunque ignorante y tosco, era de ánimo abierto. Uno de esos a los que se aplica el “Fuerte, resuelto, genuino: un hombre así, está cerca de la virtud”. En verdad, su hombría de bien era admirable.
Y aprende del otro la solidaridad interhumana, la interdependencia cósmica. Hasta la luna brilla más esplendorosa sobre la arena esparcida por el otro para hacer más suave nuestro camino. Es necesario aprender a ver esto.
El posadero me contó que el segundo bonzo Yugyo, hace mucho, había hecho el voto de arreglar la senda y él mismo había cortado las yerbas y apisonado las piedras y la tierra. Desde entonces los bonzos de este templo siguen su ejemplo, llevan arena al santuario y hoy los visitantes encuentran un camino sin asperezas:
Sobre la arena
esparcida por Yugyo
luna clarísima.
Hay una historia entrañable, en su relato de viaje, que habla bien de la confianza, la hospitalidad y la ayuda-guía, como virtudes que aprender de nuestros pueblos ancestrales. También ilustra sobre el dejarse ayudar y el agradecimiento.
A lo lejos se veía un pueblo pero de pronto empezó a llover y se vino encima la noche; me detuve en casa de un campesino, que me dio alojamiento. Al día siguiente crucé de nuevo los campos. Encontré un caballo suelto y a un hombre que cortaba yerbas, a quien pedí auxilio. Aunque rústico, era persona de buen natural y me dijo: “Es difícil encontrar el camino porque los senderos se dividen con frecuencia; un forastero fácilmente se perdería. No quisiera que esto le ocurriese. Lo mejor que puede hacer es tomar este caballo y dejarse conducir por él hasta que se detenga; después, devuélvamelo”. Monté el caballo y continué mi camino. Dos niños me siguieron corriendo durante todo el trayecto… A poco llegué al pueblo. En la silla de montar puse una gratificación y devolví el caballo.
A veces esta ayuda se hace dejando los propios oficios, o asumiendo la perspectiva del otro que llega. O se da un acompañamiento empático, cercano, fraterno, espiritual incluso. Cuando es así, la separación se hace dolorosa. Es también parte de esta relación que sana.
Sora es de la familia Hawai y su nombre de nacimiento es Sonoro. Vive ahora cerca de mi casa, bajo las hojas de Basho, y me ayuda en los quehaceres diarios. Deseando ver los panoramas de Matushima y Kisagata, decidió acompañarme y así prestarme auxilio en las dificultades del viaje. En la madrugada del día de la partida afeitó su cráneo, cambió su ropa por la negra de los peregrinos budistas y cambió la escritura de su nombre por otra de caracteres religiosos.
Desde la noche anterior mis amigos se habían reunido en casa de Sampu, para acompañarme el corto trecho del viaje que haría por agua. Cuando desembarcamos en el lugar llamado Senju, pensé en los tres mil ri de viaje que me aguardaban y se me encogió el corazón. Mientras veía el camino que acaso iba a separarnos para siempre en esta existencia irreal, lloré lágrimas de adiós:
Se va la primavera,
quejas de pájaros, lágrimas
en los ojos de los peces.
En este acompañar se producen encuentros de profunda amistad, que generan alegría y esperanza, regocijo de vida compartida.
En Fukui vive un anciano ermitaño llamado Tosai. Hace ya mucho, tal vez unos diez años, fue a Edo a visitarme. Aunque temía que estuviese muy viejo o que hubiese muerto ya, pregunté por él a la gente. Me enseñaron el lugar donde aún vivía... Busqué a mi amigo, lo encontré y pasé dos noches en su casa. Al despedirme, le dije que deseaba ver la luna llena en el puerto de Tsuruga. Por toda respuesta Tosai dobló la falda de su kimono y, muy contento de ser mi guía, se fue conmigo.
Rotsu vino a buscarme hasta ese puerto y me acompañó a la provincia de Mino. A caballo entramos en el pueblo de Ohgaki. Sora vino desde Ise; Etsujin, también a caballo, se reunió con nosotros y todos nos encontramos en la casa de Jokoh. Día y tarde me visitaban Zensenshi, Keiko, su hijo y los otros íntimos. Su regocijo al verme era como el de aquellos que se encuentran en presencia de un resucitado.
Encontramos una posada y allí nos alojamos cuatro o cinco días. En esta villa vive un pintor llamado Kaemon. Nos habían dicho que era un hombre sensible; lo busqué y nos hicimos amigos. El pintor me regaló pinturas de paisajes de Matsushima y también, como despedida, dos pares de sandalias de cordones azules. Su gusto era perfecto y en esto se reveló tal cual era:
Pétalos de lirios
atarán mis pies:
¡correas de mis sandalias!

En el itinerario interior que hemos emprendido pasamos por PUEBLOS y nos encontramos con gentes: con los otros. La actitud que asumimos frente a ellos nos permite profundizar en el proceso de conversión. Conocer al otro, buscarlo, valorarlo, abrirnos a su encuentro, regocijarnos con su presencia, aprender el agradecimiento y la aceptación del distinto, son algunos pasos de este camino.

La naturaleza: arboles, ríos, montes y playas
En su recorrido por el país, el místico Basho se encuentra con la naturaleza y se admira ante ella. Es importante cultivar nuestra actitud de admiración. Que es actitud de infancia espiritual. La vida ya “gastada” con frecuencia no nos permite admirarnos. El poeta se admira por las cosas más sencillas que encuentra a su paso por los distintos paisajes de Japón: el mar, la bahía, las islas con sus figuras singulares:
…una se levanta como un índice que señala al cielo; otra se tiende boca abajo sobre las olas; aquélla parece desdoblarse en otra; la de más allá se vuelve triple; algunas, vistas desde la derecha, semejan ser una sola y vistas del lado contrario, se multiplican. Hay unas que parecen llevar un niño a la espalda; otras como si lo llevaran en el pecho; algunas parecen mujeres acariciando a su hijo.
Los pinos frente al viento
…parecen obra de un jardinero. La escena tiene la fascinación distante de un rostro hermoso. Dicen que este paisaje fue creado en la época de los dioses impetuosos, las divinidades de las montañas. Ni pincel de pintor ni pluma de poeta pueden copiar las maravillas del demiurgo.
Ríos o montes, playas o valles,  el paisaje con lluvia o sin ella, el cielo despejado y la luz del sol matinal lucía radiante. La admiración le lleva a componer poemas:


Toda la noche
amotina las olas
el viento en cólera.
Y los pinos chorrean
húmeda luz de luna.

Arde el sol, arde
sin piedad - más el viento
es del otoño.

El nombre es leve:
viento entre pinos, tréboles,
viento entre juncos.



El poeta se detiene en la contemplación. Es necesario darnos tiempo para ello. No se admira quien pasa como corriendo frente a la vida.
Están los “sauces temblando en el agua clara”. Se les ve entre los senderillos que dividen un arrozal de otro. Pasé un largo rato frente a un sauce:
Quedó plantado
el arrozal cuando le dije
adiós al sauce.
En la montaña hay una cascada, desde el pico de una cueva se despeña y cae en un abismo verde de mil rocas. Penetré en la cueva y desde atrás la vi precipitarse en el vacío. Comprendí porqué la llaman “Cascada-vista-de-espaldas”.
Cascada - ermita:
devociones de estío
por un instante.

La naturaleza promueve en nosotros diversas actitudes. En infinitivo: pasar, permanecer, luchar…
Los cambios en el paisaje reflejan la propia vida mutando, modificándose. La naturaleza nos enseña lo pasajero de nuestro camino. “Lo nuestro es pasar” –diría Machado.
…las colinas se han achatado, los ríos han cambiado su curso, los caminos se desvían por otros parajes, las piedras están medio enterradas y se ven pimpollos en lugar de los árboles aquellos antiguos y venerables. El tiempo pasa y pasan las generaciones y nada, ni sus huellas, dura.
…tañían las campanas del crepúsculo repitiéndonos que nada permanece.
La ola se retira:
tréboles en pedazos,
conchas rojas, despojos.

Sin embargo, algo permanece. En la memoria la vida se le hace al místico placentera.
Aquí los ojos contemplan con certeza recuerdos de mil años y llegaba hasta nosotros el pensamiento de los hombres de entonces. Premios de las peregrinaciones… El placer de vivir me hizo olvidar el cansancio del viaje y casi me hizo llorar.
Me senté sobre una roca y mientras descansaba descubría un árbol de cerezo… ¡sus capullos estaban entreabiertos! Maravillosa lección la de ese cerezo tardío que no olvidaba a la primavera ni aun sepultado bajo la nieve.
Las patrias se derrumban,
ríos y montañas permanecen;
sobre las ruinas del castillo
verdea la hierba, es primavera.

El paso por la naturaleza incorpora también elementos de lucha y peligros que nos enseñan de la vida.
Detrás de la montaña, junto al manantial de aguas termales, se halla la Piedra-que-mata. El veneno que destila sigue siendo de tal modo activo que no se puede distinguir el color de las arenas en que se asienta, tan espesa es la capa formada por las abejas y mariposas que caen muertas apenas lo rozan.
El río Mogami.. en su trayecto fluye entre gargantas angostas y erizadas. Por la crecida, la navegación era ardua.
Escalé el monte. Caminé… sobre nieves, bajo nubes y entre nieblas. Era como andar por esos pasos de bruma en las rutas del sol y de la luna. Al llegar a la cumbre, el cuerpo helado y la respiración cortada...
La montaña era abrupta y hostil. Ni el grito de un pájaro atravesaba el silencio ominoso; al caminar bajo los árboles la espesura del follaje era tal que de veras andábamos entre tinieblas; a veces parecía caer tierra desde las nubes. Hollamos matas de bambú enano, vadeamos riachuelos, tropezamos con peñascos y, con el sudor helado en el cuerpo, culebreamos sin parar.
Finalmente, la admiración ante la naturaleza supone un despertar, y llena el espíritu de una paz profunda. La presencia benefactora del misterio se vuelve inefable.
Al ver el pino… sentí como si despertara.
La montaña es un hacinamiento de rocas y peñas, entre las que crecen pinos y robles envejecidos; la tierra y las piedras estaban cubiertas por un musgo suave y todo parecía antiquísimo. Frente a la hermosura tranquila del paisaje, mi corazón se aquietó:
Tregua de vidrio:
el son de la cigarra
taladra rocas.
La luz de esta montaña resplandece en el cielo, sus beneficios descienden sobre todos los horizontes y el territorio vive pacíficamente bajo su esplendor. La discreción me hace dejar el tema.
Mirar, admirar
hojas verdes, hojas nacientes
entre la luz solar.

Desde la perspectiva ecológica actual podremos experimentar que la Naturaleza es nuestra casa, que el planeta Tierra respira a nuestro lado, y que la presencia del Creador es Vida y Energía del Cosmos que nos sustenta y Plenifica.