jueves, 19 de noviembre de 2020

Palabras de sequía


Desde mi casi retiro monástico en otras “calimas” miro y admiro el tránsito poético de un grupo de jóvenes tequenses que van creciendo en su decir, al ritmo del acompañamiento cultural de esta pequeña urbe, primero, y al ritmo de sus propias experiencias en esta compleja contemporaneidad que nos mira y atraviesa entre inocente y perversa. Conocí a algunos de los poetas de Sequía, en estos trances de intercambios culturales y festivales locales. Allí aprendí su voz. Allí compartimos la nuestra, incluso con la participación de algunos jóvenes de mi barrio El Cristo. 

Entro a sus textos sin demasiados prejuicios y me dejo arrastrar por el conjunto, que ya habrá tiempo para percibir las voces individuales; me dejo llevar por su propuesta colectiva; y, así, por el lenguaje del símbolo y el mito hebreo o griego que recorre los versos: Eva, Lilith, Eris, Narciso, Diana, Dionisos, Perséfone o Cerbero; y algún egipcio: que por allí asoma Bastet, la diosa-gata de la fecundidad y el amor. El pulular de una secreta alquimia, indescifrable misterio de lo oculto, incluye en sus ingredientes el Tarot y los Astros, Dioses, Diosas y Bestias, Moira y Destino. 

Y en eso andamos, a paso de lector, entre la liberal desmitologización que proscribe a los dioses y sus secuaces –el ocaso de los ídolos, de la modernidad nietzcheana: “la vieja verdad se acerca a su final”-, y el reconocimiento de nuevas formas de lo sagrado. Ciertos rituales, con predominio de los eróticos o de trance personal, guían al lector a través de mágicas palabras e intrincados callejones: un clamor al dios-padre facebook se hace eco en murmullo asambleario; un ritual orgásmico conecta con los antepasados… 

Me propongo “Tiempo y ser” (Heidegger en reversa) como clave para seguir leyendo. En los usos verbales de Sequía se lee el devenir del tiempo o el instante detenido. Acuden imágenes de una civilización que fue, al modo de un paraíso original, en el que no corrían riesgos las especies: 

Por aquellas épocas éramos verdes / un amor de bossa-nova / coexistíamos con las bestias 

Más tarde “se extinguieron las abejas”. La continuidad de la vida, sin el factor polinizador, está en riesgo: es la Calima presente. Seres fantasmales a lo Juan Rulfo, en Pedro Paramo o Luvina, o criaturas sin origen cierto que llegan acompañadas de gnomos… 

Venían de afuera / sin embargo parecían criaturas nacidas en Calima, bautizados en terribles escombros la capa cenicienta de su piel nos lo advertía: «han llegado para quedarse». 

Con la Calima, la sensación es esta: “el paso del tiempo se ha detenido”. Calima es la cotidianidad de la panadería y el vaso desechable. Un niño con hambre. La basura en las calles. Es el amor, con formas escurridizas; y es la muerte. El futuro utópico o distópico, apenas asoma en los versos, entremezclado con la realidad. No queda más, dice el poeta: “acepto este mundo”. Así queda “consagrado” como “habitante de la Calima”. Pero el mundo no es el mundo, que ha sido transfigurado en un universo de espejos. Alicia se ha ido, pero el viaje de ida y vuelta está asegurado. Así que la Calima toma formas, por momentos, de futuro añorado o de final sinsentido. O de pasado paradisíaco poblado de flores, rosas, árnicas y girasoles; y pájaros, palomas o conejos… 

Los elementos más terrenales de este mundo: fuego, aire (+viento, brisa), agua (+ríos) y arena (+tierra), se desgranan a lo largo de los textos; en cierto contraste con otras visiones más aladas: luna, sol, cielo y estrellas. Lo terrenal ofrece muchas vertientes: fuego de inquisición, fuego escupido, fuego ilusión del espejo, viento que lleva aromas de frutas, viento-aliento amoroso, viento que acaricia, viento que algo trae, arena que cubre, arena de se desmorona, agua profunda, agua que sigue su curso, agua que interroga a las piedras…. Y está la ceniza y el “Zamuro: palabra del hombre”. En contraste con la luna misterio, luna alquimia, 7x4, mentira tal vez; y las estrellas que “soportan la caída del cielo” o ríen. “Cielo: palabra de Dios”. 

Tal vez en consonancia con esta aceptación del mundo-Calima, algunos poemas, preconizan la complacencia con el goce presente y el ser en sí mismo. La palabra de un yo-mujer resuena con fuerza; “soy ama y señora de mí misma”. También el eco de Wiltman: “Soy / y obro / en función de mí mismo… Me celebro”. Pero, tal complacencia en sí, entra en crisis, en versos cosmogónicos-apocalípticos 

Tiemblo sobre mi origen / por ser el hijo de mis terrores 

El sueño de ser Dios / el sueño de ser el universo 

El asunto de ser, dios, otro, uno mismo, espejismo, ajenidad…. queda problematizado –entre opuestos tensados- una y otra vez 

¡Quiero permanecer en los misterios de tu ser! 

Soy el Dios / Soy la Bestia / Soy el otro 

Soy un habitante… / ¡NO! / Un extraño 

hermética / me encuentro fundida con las árnicas 

abeja y colibrí beben de mí / templo los opuestos 

soy / raíz / cielo / cometa / suelo / vasija / palabra / diosa 

íntima con una bóveda que yace ahora desbordada 

Rafael Cadenas, el de los Cuadernos del Destierro, o Ramos Sucre, resuenan en algunos de estos versos del yo y sus hazañas, como en el poema “Errante”, pero solo son reverberos de estos autores, que aquí los versos toman su propio camino. La marca del relato fantástico, de la narrativa de ficción con universos paralelos se hace presente en relatos de vampiros, gnomos, duendes, criaturas sin origen ni final, Alicia desaparecida sin dejar rastro, el Kraken o la fata Morgana. 

¿Qué vida nos es dado esperar? Teresa de Jesús poetizaba: “Tan alta vida espero, que muero porque no muero”. Fue su camino místico. Más recientemente, y si de alta vida se trata, Claire Denis, en su película High life (2018), por otra parte, no tan recomendable, va con una de alturas siderales. En un comienzo memorable “un astronauta en el espacio exterior repara el fuselaje de una nave cuando oye llorar a un bebé por la radio. Al entrar en la nave, un rectángulo negro en la puerta, simbolizando la inmensidad del universo sirve para lanzar los cadáveres del resto del casting al vacío espacial” (críticas filmaffinity). La incursión a un agujero negro es la misión de los indeseables del planeta. Algo así se me antoja, la imagen del desierto (¡celeste!) tragando a los “Habitantes de la Calima”. 

La duna celeste 

Exhausta / mientras temblaban sus piernas / se aferró a mis manos 

y ahogada en tristeza habló de la arena: 

Un día nos tragará el desierto / con sus ojos enormes / con sus fauces azules. 
El ritual ha sido consumado. El lector ha pasado el trance. Es uno más entre los habitantes de la Calima. 

Tomás Martínez Sancho 

Los Teques, 1-10-2020

viernes, 28 de agosto de 2020

MAHMUD DARWISH: LA VOZ DEL MÁRTIR Y SU CANCIÓN


EL MÁRTIR DE LA CANCION

Levantaron la cruz contra el muro.
Me abrieron las cadenas de las manos.

El látigo era un remolino,
y el golpear de las botas un silbido melódico
-“¡A sus órdenes!”-
que decía: “¡Cuidado!”, a los difuntos.
 
Un ladrido bestial llamó:
“¡Eh, tú!”...
Te dejaré marchar,
si te arrodillas dos veces ante mi trono,
y me besas la mano, respetuosamente.
Si no,
subirás al madero,
mártir de la canción y de la luz”.
 
Yo no fui el primero que llevó la corona de espinas,
para decir a la morena: “Llora”
¡Tú, a quien amo tanto como a mi fe!
Cuyo nombre en mi boca, reseca y polvorienta,
tiene un gusto de vino envejecido en jarras.
Yo no fui el primero que llevó la corona de espinas,
para decirle: “Llora”
 
Tal vez sea mi cruz una montura,
y en mi frente, grabada
con sangre y con rocío,
corona de laurel sean las espinas.
Tal vez yo sea el último que diga:
“Me apeteció morir”

 
MAHMUD DARWISH: LA VOZ DEL MÁRTIR Y SU CANCIÓN

Me desgrano, leyendo y releyendo el poema del palestino Mahmud Darwish, El mártir de la canción.
Levantaron la cruz contra el muro.
Se alza la cruz contra el muro. En contraste con la imagen tradicional del monte Gólgota, donde acabaron con la vida de aquel otro mártir de tierra Palestina. En contraste con esas cruces a la intemperie, en los caminos, ocupadas por los cuerpos de los torturados. La cruz del poema resalta sobre un fondo distinto. Hace juego de oposición. Los muros son las instituciones eclesiásticas, con sus templos y retablos, con hermosas tallas. Es el muro de lamentos de la institución judía, en Jerusalén, cuidado sitio para el turismo. Y son, sobretodo, los muros de expropiación de territorio y arrinconamiento de palestinos: son los muros creados por el Estado de Israel.
Desde el primer verso se alza la cruz a la doble mirada. Es la cruz que salva, desde la que se escuchará la canción del mártir. Y es la cruz que mata, en la que se expresa el plan asesino.
La cruz alzada, en la tradición del desierto, es la cruz del antiguo pueblo hebreo, picado de serpiente, que con solo mirarla quedaba sanado. O, en la perspectiva del evangelio cristiano de Juan, la mirada al cuerpo traspasado de Jesús, que se vuelve liberadora. El cuerpo ha sido alzado, exaltado, glorificado. Hay nueva vida en él.
Me abrieron las cadenas de las manos.
La expresión ‘abrir las cadenas’ remite, en la inmediatez de la imagen, a la libertad. Y no. Las abren para arrastrar al detenido hasta la cruz. Evoca la libertad engañosa de la contemporaneidad. La libertad del mercado. La libertad que intervienen los medios de comunicación y las redes sociales. La libertad como propuesta política hermanada con las grandes empresas transnacionales. 
El látigo era un remolino,
y el golpear de las botas un silbido melódico -“¡A sus órdenes!”-
que decía: “¡Cuidado!”, a los difuntos.
Estando el preso sin cadenas, aparecen el látigo antiguo y las botas nuevas, remolino, golpeteo, silbido: el aparato militar, el control asfixiante, los subalternos cumpliendo órdenes. No son hombres. Son solo botas y látigo. El sistema represor atemoriza, oh ironía, a los más indefensos, a los difuntos… o a los casi tales… a los torturados, cuerpos sin voz, y hasta tal vez sin alma.
Un ladrido bestial llamó:
“¡Eh, tú!”...
Lo dicho. Los esbirros han dejado de ser humanos. Son perros, son bestias. Son diablos que separan al elegido. (Sentido etimológico: dia-bolos: el que introduce separación)
Te dejaré marchar,
si te arrodillas dos veces ante mi trono,
y me besas la mano, respetuosamente.
Como en el texto paradigmático de las tenciones de Jesús, en el evangelio de Mateo. El diablo lo separa. Y le hace una propuesta: De nuevo el diablo lo llevó a un monte muy alto. Allí le mostró todos los reinos del mundo y sus riquezas, y le dijo: «Todo esto te daré, si te arrodillas delante de mí y me adoras.» (Mateo 4: 8-9). Exige el sometimiento, arrodillarse ente él. Esbirro y diablo, son uno, que exige adoración, humillado respeto, besamanos.
Si no,
subirás al madero
¿Qué hay a cambio?  Libertad, o poder y riqueza…. Te dejaré marchar… o te daré… De lo contrario, amenaza… Desierto, hambre, pobreza, no-poder…. Madero, cruz….
mártir de la canción y de la luz”.
El diablo sabe. El esbirro sabe. Es el Hijo de Dios. Es el mártir de la canción y la luz. El diablo sabe. Conoce y decide separar. Divide para vencer. Para dominar. Los diablos de hoy, dueños del conocimiento y la información, la usan para dividir a los pueblos.
Hay dos modos de decir el nombre: desde el reconociendo entre iguales, o desde la mirada controladora, panóptica, desde el poder superior que pretende aplastar: te tengo en mis manos, parece decir. Este segundo modo es el que aquí refleja el poema. 
Yo no fui el primero
que llevó la corona de espinas,
Sigue la referencia a Jesús de Nazaret… y a tantos otras y otros mártires y torturados… La corona de espina remite con inmediatez a los textos del siglo I sobre la Pasión de Jesús. Y los soldados tejieron una corona de espinas, la pusieron sobre su cabeza y le vistieron con un manto de púrpura; y acercándose a Él, le decían: ¡Salve, Rey de los judíos! (Juan 19: 23-3). En el texto de Juan se mantiene la doble lectura. La visión que ofrece el torturado es de dignidad. No sucumbe al poder que lo subyuga.
para decir a la morena: “Llora”
Y continúa el poema remitiendo a las palabras puestas por el Evangelio de Lucas en voz de Jesús: Lo seguía una gran multitud del pueblo, y de mujeres que lloraban y hacían lamentación por él. Pero Jesús, volviéndose hacia ellas, les dijo: Hijas de Jerusalén, no lloren por mí, lloren por ustedes mismas y por sus hijos… (Lucas 23: 27-28). Es la morena, la madre palestina que ve morir a sus hijos en medio del desalojo de sus tierras, de bombardeos y ataques represivos…. es la madre de los emigrantes africanos que intentan llegar a través del Mediterráneo a unas costas en las que sueñan una mejor vida… El mártir les dice: Llora por eso.
¡Tú, a quien amo tanto como a mi fe!
Vuelve el poeta la palabra al Maestro, al Profeta amado, al Mártir. Y le muestra su amor. Ama a Jesús y ama a quienes entregan su vida por los demás: los mártires. Se revela una fe abierta a la vida. Hay una similitud de fe entre Dios-Alá, la fe musulmana, y la fe en el don de la vida, la fe en el mártir Jesús y en todos los que como él se mantienen firmes en la defensa de la causa de la justicia, de los pueblos pobres, de la Tierra y de la dignidad humana
Cuyo nombre en mi boca, reseca y polvorienta,
tiene un gusto de vino envejecido en jarras.
La boca reseca, también memoria de aquel relato, del mártir en la cruz. Dijo: Tengo sed. Y relata el texto de Juan: Había allí una vasija llena de vinagre; colocaron, pues, una esponja empapada del vinagre en una rama de hisopo, y se la acercaron a la boca. (Juan 19:29).
No hay ahora un soldado que refresque. Los soldados de Israel despojan, destruyen, aplastan… El nombre de Jesús, el nombre de los mártires y su memoria es el pequeño alivio. Es su sola memoria antigua que salva. Es su solo nombre: “mártir – Jesús”, quien alivia en el sufrimiento y pone a cantar, como lo hace el vino añejo
Yo no fui el primero que llevó la corona de espinas,
para decirle: “Llora”

Tal vez sea mi cruz una montura,
La simbología de la cruz como montura (de libertad, de elevación, de altura, de dignidad), es cercana a la visión del evangelio de Juan: Y yo, si soy levantado de la tierra, atraeré a todos a mí mismo (Juan 12:32).
y en mi frente, grabada
con sangre y con rocío,
Sangre y rocío en la frente. Sangre y agua del costado de Jesús. Pero uno de los soldados le abrió el costado con una lanza, y al instante salió sangre y agua (Juan 19:34). La teología mística medieval leyó en ello el Misterio de Dios manifestado. Costado abierto. Vida, fecundidad. Humanidad. El torrente de misericordia que es su querida sangre y su preciosa agua corre abundante para hacernos bellos y limpios. Las benditas heridas de nuestro salvador están abiertas y prestas a curarnos con alegría –dirá la mística y teóloga inglesa del s. XV Juliana de Norwich. Sobre la presentación que el texto del Evangelio de Juan hace el cuerpo de Jesús escribí alguna vez:
El cuerpo de Cristo en la Cruz. El cuerpo expuesto. El cuerpo torturado. El cuerpo contraviene el sistema. El sistema oculta el cuerpo, retira el cuerpo. Sobre todo, cuando este cuerpo evidencia la propia vulnerabilidad sistémica, cuando muestra a las claras su mal congénito. El sistema económico, político, religioso, todo uno, acaba con los cuerpos, los aniquila; para luego ocultarlos, negarlos a la vista, o recambiarlos en un engaño permanente. Los cuerpos nuevos consuman el fiasco.
Había que retirarlos, pues era la Pascua. La fiesta religiosa apuntala la mentira. Es común que así sea. La religión con sus ritos, con sus cultos ajenos a todo lo vivido, negando lo vivido.
Las piernas quebradas. Para no caminar más. Para morir de mala muerte. Para dejar sin futuro.
El costado atravesado. Abierto. La lanza penetrando. Energía de la libido. Sublimada en el dios que se hizo amor para todos.
Corazón de Jesús —dijeron los devotos. Símbolo fructífero, liberador de las energías inconscientes, que se transfieren a ese corazón de vida, de entrega compasiva y misericordiosa.
Agua y sangre. Aguas primordiales. Símbolo materno. Retorno original.
Cuerpo — piernas — costado. La corporalidad inexcusable. Ningún poder sistémico ha logrado retirarla.
En Juan no se resalta la tortura del cuerpo, ni su padecimiento. Es cuerpo para ser contemplado. Cuerpo pleno, sin huesos quebrados. Cuerpo que provoca a otros cuerpos. Que provoca a la vida, al don. Cuerpo de Cristo. Cristo visibilizado.
La gloria en la cruz. La gloria a través del cuerpo humano. La gloria visible del dios invisible. La gloria del don derramado, de una sola vida plena, palabra, luz, salud, camino...
Y sigo con el poema:
corona de laurel sean las espinas.
Se refuerza el sentido, con la corona de espinas transformada en corona de laurel: laurel como planta esperanzadora, que trae señales de salvación; corona como símbolo de victoria y gloria. Asociada, de paso, al Dios Apolo, divinidad solar protectora de la sabiduría, la creación artística, la poesía y la música.
Tal vez yo sea el último que diga:
“Me apeteció morir”
La respuesta de Jesús al diablo, en las mencionadas tentaciones, es un buen final para relato: Entonces Jesús le dijo: «Vete, Satanás, porque escrito está: “Al Señor tu Dios adorarás, y a él sólo servirás.”» Entonces el diablo lo dejó, y unos ángeles vinieron y lo servían (Mt 4, 11). A ellas unidas, están las palabras en la cruz que recogen los textos de Lucas y Juan: Todo está consumado. En tus manos encomiendo mi espíritu. Resuenan con fuerza, en contraste con el texto de Marcos: ¿por qué me has abandonado?
Son algunas claves para entender el “Me apeteció morir”. No es masoquismo. Es sostenerse en pie de humanidad. Es palabra definitiva frente al torturador que pretendió aplastar la dignidad. El Mártir no se rinde. Cree en la vida definitiva.
Su “Tal vez” asoma la duda que la dureza de la realidad del sufrimiento y muerte arroja. Su “Tal vez” apunta a un mundo que ha ido perdiendo sus mártires y hasta su fe en las causas más humanas. No obstante, el poema termina como empezó, con la cruz alzada frente al muro, con la voz de la dignidad.
Termino evocando las palabras de monseñor Romero, el obispo y mártir latinoamericano, previendo su final: … si Dios acepta el sacrificio de mi vida, que mi sangre sea semilla de libertad y la señal de que la esperanza será pronto una realidad. Mi muerte, si es aceptada por Dios, sea por la liberación de mi pueblo y como un testimonio de esperanza en el futuro. Puede usted decir, si llegasen a matarme, que perdono y bendigo a quienes lo hagan. Ojalá, sí, se convenzan que perderán su tiempo. Un obispo morirá, pero la Iglesia de Dios, que es el pueblo, no perecerá jamás.
Musulmán o cristiano, poeta u obispo, sus palabras –las de ambos, Darwish y Romero- no dejan de gritarnos con potente voz la dignidad. La dignidad de los pueblos sojuzgados, la dignidad de los oprimidos, la dignidad de toda vida, la dignidad de los más pequeños y menospreciados.
Los mártires y su voz siguen siendo, como dijera Víctor Heredia, ¡Ay! Fogata de amor y guía. Para continuar caminando al Sol por estos desiertos. Para recalcar que…. somos dignas y dignos para la Vida.

domingo, 16 de agosto de 2020

Pedro Casaldáliga, compañero de camino


Escribir sobre un hombre que se nos ha ido de esta existencia palpable, que ha trascendido la historia -ha pasado a otro plano, gusta decir la postmodernidad-, supone siempre un reto de difícil abordaje. ¿Por qué y para qué lo recordamos?, podemos preguntamos. Deja a los muertos y vive tu tiempo, podemos escuchar. Y más, en el caso concreto de Pedro Casaldáliga, fallecido el 8 de agosto de 2020, aunque existan algunas razones importantes para recordarlo, ¿no hay otros que lo conocieron mejor y pueden decir, y dirán, con más propiedad sobre su vida?

En el portal https://www.religiondigital.org/, buenos amigos de Pedro y varios teólogos han escrito palabras conmovidas, cercanas y comprometidas. Los artículos de José Luis González Faus y Benjamín Forcano son amplios y desarrollan sin prisas su acercamiento a la vida y escritos de Casaldáliga. Los recomiendo como textos de enriquecimiento personal y de buena aproximación al legado de Casaldálida.

https://www.religiondigital.org/opinion/Benjamin-Forcano-Casaldaliga-ronda_0_2257274275.html

https://www.religiondigital.org/opinion/Casaldaliga-Juan-Cruz-guerrillero_0_2257274270.html

Leonardo Boff, en su columna semanal, se ha referido a la teología presente en sus poemas: El obispo poeta Pedro Casaldáliga y la tradición de la mística poética española, 2020-08-10. http://www.servicioskoinonia.org/boff/articulo.php?num=998

Con similar clave, Víctor Codina, en 1987, ya había escrito un analítico texto sobre La Teología poética de Pedro Casaldáliga.

En obra colectiva de 2008, Pedro Casaldáliga. Las causas que dan sentido a su vida. Retrato de una personalidad, diversos autores ampliaron esta perspectiva. En la primera parte de este libro, se abordan algunas de estas Grandes Causas: la Patria Grande, la Tierra, las Causas Indígena, Negra, de las Mujeres, de los Pobres, del Diálogo Interreligioso, de los Mártires, de la Iglesia, de Dios. En la segunda parte se abren camino algunos rasgos para el Retrato de su Personalidad: hombre, misionero, poeta, profeta, inspirador, teólogo…  Escritores y escritoras, teólogos, compañeros y amigos desarrollan estos textos, entre ellos: Miguel D’Escoto, Ivone Gevara, Leonardo Boff, José Mª Vigil, Jon Sobrino, J. Ignacio G. Faus, Teófilo Cabestrero, Nicolás Castellanos, Adolfo Pérez Esquivel, Zofia Marzec, Benjamín Forcano, Maximino Cerezo, Marcelo Barros, Dom Tomás Balduino…

Sin embargo, como sucede en el ejercicio de leer textos, que pasa por el vaivén hermenéutico del sujeto al texto y del texto al sujeto, así mismo ocurre con las vidas que nos interpelan, y que leemos desde nuestras particulares maneras de acoger sus existencias. Lo que podemos decir sobre otros, también será leído por quienes recogen nuestras palabras de modo bien distinto a como lo harán con otras palabras…

Cobra relieve de ese modo la relación establecida con la persona a la que nos referimos, y la relación que guardamos con quienes nos leen. Dobles hilos que se tejen, redes y más redes. Así que me decido a poner por escrito algunas cosas sobre Pedro, no de modo genérico o con pretensión sintetizadora o analítica de su existencia o sus textos, en un discurso de totalidad teórica, sino en cuanto fue significativo a lo largo de mi recorrido vital. Dicho de otro modo, no voy a referirme a su vida propiamente, que como dejo sentado, otros conocieron más de cerca, y sobre Pedro Casaldáliga han dicho y podrán decir mejor… sino a cómo su vida afectó la mía propia, a cómo fui recibiendo su vida en mis manos y mi corazón.

Espero eludir, no obstante, la previsible egología, dado el enfoque, para hacer de mis sentires ¿un espejo, un reflejo, una sombra? (imperfectas imágenes) de la vida de este hombre que nos convoca en su muerte, que nos convoca a la Vida.

Hago una segunda aclaratoria. Cuando digo que abordaré la vida de Pedro Casaldáliga, digo en realidad que tomaré sus textos y algunas referencias o experiencias cercanas de amigos. A él nunca lo llegué a conocer personalmente. El primer texto que recuerdo de él fue aquél tamquam leo rugiens. Lo explico. Era el año 1979 y andaba yo en eso de formarme en la vida espiritual en un noviciado religioso. Mi maestro me había recomendado, para mis inquietudes, la lectura de un texto de entrevistas de Teófilo Cabestrero, religioso, periodista y escritor, a Pedro Casaldáliga (Teófilo Cabestreros, Diálogos en Matto Grosso con Pedro Casaldáliga, 1978). Muchas cosas me motivaron de aquel texto, pero en especial se me quedó grabado aquel sorpresivo latín. Respondía Casaldáliga sobre su ritmo cotidiano de oración, y los textos que utilizaba para dirigirse a Dios al cerrar el día: los textos tradicionales monásticos llamados de Completas; ejemplificaba con ellos su modo de abandono en el Misterio Mayor. Pero añadía: “me salto, eso sí, aquello de tamquam leo rugiens…” (cito de memoria). Se refería al texto tardío del Nuevo Testamento: “el enemigo de ustedes, el diablo, anda, como león rugiente, buscando a quien devorar” (1Pe 5,8). En mi perspectiva de moral comprimida, se abría una brecha de libertad. Me hablaba todo “un señor obispo” de saltarse textos bíblicos, por un lado, es decir de establecer unos criterios hermenéuticos de acercamiento a los llamados “textos sagrados”, me hablaba de saber encontrar lo importante en el camino espiritual, y de evitar lo accesorio, me hablaba del despojo de todo fundamentalismo… No se me olvidó la lección.

Por ese entonces, y desde 1975, veníamos escuchando al cantautor español Ricardo Cantalapiedra, el mismo del que se hizo famosa en Venezuela la canción El peregrino, en la primera visita del papa Juan Pablo II, interpretada por el niño Guacarán. Cantalapiedra había musicalizado un poema de Casaldáliga, Equívocos. Aún lo podemos escuchar en youtube:

https://www.youtube.com/watch?v=3N-ni-bF8ag&list=PLlcXCWbMVTtltfrBJQKkuCF_3xWVq42NP&index=22

Donde tú dices ley, yo digo Dios.

Donde tú dices paz, justicia, amor, / yo digo Dios.

Donde tú dices Dios, / yo digo libertad, justicia, amor.

En 1979 supe que la letra era del obispo Casaldáliga. Poema antiguo en que, por un lado, se relativizan la ley e, incluso, nociones como paz, justicia y amor, apuntando más allá de ellos, trascendiendo el mero concepto… Pero, luego, en un giro paradojal, se relativiza al mismo Dios, o su concepto, reservando la verdad del mismo a su eficacia histórica: libertad, justicia y amor. Decir así de Dios, en la dictadura franquista, ameritaba la censura, cosa que sufrió Cantalapiedra en alguna de sus convocatorias musicales que realizó (obviamente, no solo por la canción Equívocos).

En el mismo libro de Diálogos en el Matto Grosso, un segundo tópico que me fue interpelando a medida de su lectura, en la España recién salida de la dictadura, fue la posición valiente del obispo en defensa de los pobres, con sus consecuencias en el contexto de la dictadura de Brasil. Casaldáliga había pasado por intentos de atentado, había sido amenazado, repetidamente, de expulsión del país y de muerte, había sido detenido e interrogado, había sido testigo de la muerte del sacerdote Joao Bosco en 1976, a manos de los cuerpos de seguridad de estado, había sentido de cerca “la muerte rondera ronda”. De ahí, su Cantiga a la muerte:

Ronda la muerte, ronda/ la muerte rondera ronda

ya lo dijo Cristo antes que Lorca.

Que me rondarás, morena, / vestida de miedo y sombra.

Que te rondaré, morena, / vestido de espera y gloria…

Que me rondarás en mí / o en los pobres de mi Pueblo,

o en las hambres de los vivos

o en las cuentas de los muertos… 

¡Tú nos rondarás / pero te podremos!

Este cariz profético suyo, la causa por la que sufría la persecución, la defensa de los sin tierra, de los indígenas y sus derechos, fue el otro rasgo que me dejó marcado, en mi juventud, que soñaba con una vida en esa misma dimensión de entrega más plena a Dios y a los pobres.

Con un título provocador, tuve en mis manos, sería en 1980, Los poemas malditos del obispo Casaldáliga. En su prólogo se explicaban las tensiones ocasionadas, no solo con gobierno y terratenientes, sino también con algunos obispos de la conferencia de Brasil, que lo acusaron a Roma de comunista e increyente. En el libro se explicaba cómo, para desacreditarlo, se retocaban sus poemas, manipulando su contenido. El libro, tenía la intención de mostrar lo poemas en su integridad, seleccionando aquellos con rasgos más combativos, y que habían sido utilizados en su contra. Allí se pueden leer, entre otros, estos versos:

Me llamaran subversivo / y yo les diré lo soy…

Con un cayo por anillo / monseñor cortaba arroz, 

¿Monseñor martillo y hoz?

 

Maldita sea la cruz / que el poder hinca en el Pueblo,

en nombre de Dios quizás.

Maldita sea la cruz / que la Iglesia justifica

- quizás en nombre de Cristo-

cuando debiera abrasarla / en llamas de profecía.

¡Maldita sea la cruz / que no pueda ser La Cruz!

El 24 de marzo de 1980 es asesinado en San Salvador, Monseñor Romero. Han pasado las Conferencias Episcopales de Medellín y Puebla, y un buen grupo de obispos latinoamericanos van asumiendo crecientes y decididos compromisos con los pueblos sufrientes de América Latina. La muerte de Monseñor Romero se inscribe en este contexto socio-político y eclesial. Su muerte es consecuencia de su vida, vida entregada en defensa de los más pobres, de comunidades rurales perseguidas por el Gobierno de El Salvador, a través de sus fuerzas armadas, represivas de poblaciones y perpetradoras de masacres. Los tres compañeros salvadoreños con quienes compartía mi vida entonces, me hicieron sentir de cerca lo que pasaba en su país. Inmediatamente al asesinato de Monseñor Romero, Casaldáliga escribió un poema inolvidable.

http://www.servicioskoinonia.org/romero/poesia.htm

Estamos otra vez en pie de testimonio,

¡San Romero de América, pastor y mártir nuestro!

Romero de la paz casi imposible en esta tierra en guerra.

Romero en flor morada de la esperanza 

incólume de todo el Continente.

Romero de la Pascua latinoamericana.

Pobre pastor glorioso, asesinado a sueldo, a dólar, a divisa.

San Romero de América, pastor y mártir nuestro:

¡nadie hará callar tu última homilía!

Casaldáliga iba tomando, en sus acciones solidarias y de defensa de los más pobres, y en sus escritos, un tinte continental. Su palabra pasaba de su natal Cataluña, al Brasil del Matto Grosso, y desde ese rincón de la Amazonía, a todo el continente… Pedro se fue haciendo, a los pocos años de su presencia en estas tierras, referencia cristiana profética contemporánea.

De poema en poema, la vida de este hombre se me fue haciendo compañera. Seguí sus publicaciones por un tiempo. En 1985 organicé en un folleto casero, hecho a retazos de fotocopia, con una amplia antología de los poemas publicados hasta entonces, folleto que fui ampliando hasta 1992 y más. Aún lo tengo conmigo. Hoy se puede acceder a la mayor parte de sus poemas en las redes, específicamente en la sección de web servicios koinonia correspondiente a este enlace:

http://www.servicioskoinonia.org/Casaldaliga/poesia/index.html

En sus poemas intenté calar su alma. Su vida en simplicidad:

No tener nada. /No llevar nada.

No poder nada. / No pedir nada.

Y, de pasada, / no matar nada; / no callar nada.

Solamente el Evangelio, / como una faca afilada.

Y el llanto y la risa en la mirada. 

Y la mano extendida y apretada.

Y la vida, a caballo, dada. / Y este sol y estos ríos 

y esta tierra comprada,

por testigos de la Revolución ya estallada. / ¡Y “mais nada”!

Su visión de un Jesús sorprendente y vecino:

Ya sé / que hace mucho que lo sabéis, que os lo dicen,

que lo sabéis fríamente porque os lo dicen con palabras frías…

Yo quiero que lo sepáis de golpe, hoy, quizá por primera vez,

absortos, desconcertados, libres de todo mito…

Quiero que os lo diga el Espíritu 

¡como un hachazo en tronco vivo!

Quiero que lo sintáis como una oleada de sangre en el corazón de la rutina.

Quiero que tropecéis con Él 

como se tropieza con la puerta de la Casa…

Quiero que lo encontréis, en un total abrazo, 

Compañero, Amor, Respuesta…

No podéis negarme que lo estáis esperando,

con la loca carencia de vuestra vida repudiada

como se espera el aliento para salir de la asfixia…

Se llama Jesús

Se llama como nos llamaríamos si fuéramos de verdad nosotros.

Su opción decidida por los más pobres:

Voy a cambiaros el revólver chulo / por un bolígrafo de cuentas.

Para que no os engañen nunca 

ni los fazendeiros, ni los comerciantes,

ni el ministerio de hacienda.

¡Disparad hojas de libros / entre las hojas de la floresta!

¡Bebed, en las noches claras, / la “pinga” de otra fiesta!

¡Emborrachaos de sabiduría y de belleza…

 

-Esta es la tierra nuestra: / ¡la libertad, humanos!

Esta es la tierra nuestra: / ¡la de todos, hermanos!

La Tierra de los Hombres / que caminan por ella

a pie desnudo y pobre.

-¡Prostitutos creídos / de la Madre común, / sus malnacidos!

¡Malditas sean las cercas vuestras, 

las que os cercan por dentro,

gordos, solos, como cerdos cebados, 

cerrando, con sus títulos y alambres,

fuera de vuestro amor a los hermanos!

 

En la aldea de Meruri, de los indios Bororo, escenario del martirio del P. Rodolfo y del indio Simão, durante la segunda celebración funeraria.

La tarde dora el aire estremecido 

y dora el polvo sobre el coche intruso,

zurcido por las aves sorprendidas.

La luna nos contempla, retraída, 

como un sello de plata prematuro.

La tarde dora el aire y la memoria,

dora en semilla de Bororo y Cristo 

la sangre de Simão y de Rodolfo.

 

No me quitéis la sangre de los mártires 

del cáliz que alimenta mi osadía.

Si les priváis del Testimonio, 

¿qué les queda a los Pobres de América Latina?

Roma, la misma Roma, / ¿qué sería si callase en sus piedras 

la hermana sangre antigua?

Poco habitual en él, el recurso a la ironía aquí mostrado, nos permite situar críticamente su perspectiva cristiana sobre los pobres:

Bienaventurados los ricos, porque son pobres de espíritu.

Bienaventurados los pobres, porque son ricos de Gracia.

Bienaventurados los ricos y los pobres,

porque unos y otros son pobres y ricos.

Bienaventurados todos los humanos,

porque allá, en Adán, son todos hermanos.

Su compromiso claramente político, militante, cuando así lo vio necesario, lo descubría por los años 80, en dos representativos poemas dedicados a Leonel Rugama, seminarista y poeta, muerto en Managua el 15 de enero de 1970, combatiendo contra un batallón de la Guardia Nacional de Somoza, en un desigual enfrentamiento; y otro al Che. Sin perder nunca el horizonte mayor marcado por la fe en Jesús.

LEONEL RUGAMA

-¡Que se rinda su madre, / que se rindan sus armas,

que se rindan sus dólares, / que se rinda su imperio!

Nosotros seguiremos avanzando / más allá de la muerte.

Santo negro amerindio, / Leonel, / compa, / hermano,

¡niño maestro nuestro!

 

AL CHE GUEVARA, EN SU MUERTE

Y, por fin, me llamó también tu muerte 

desde la seca luz de Vallegrande.

Somos amigos / y hablo contigo ahora 

a través de la muerte que nos une;

alargándote un ramo de esperanza,

¡todo un bosque florido 

de iberoamericanos jacarandás perennes,

querido Che Guevara!

Su ejercicio poético descolonizador, quedaba resaltado en sus sonetos: A Colón, al anónimo (a) conquistador, misionero, indio, negro o madre. De ellos extraigo algunos cuartetos y tercetos.

Tierras, tesoros, vidas, de un acaso,

perdido nos hallaste y nos vendías,

Cristóbal, ¿de qué Cristo portador?

 

Venías para el rey, por la fortuna,

perdones y oro codiciando a una,

héroe y bandido mitad por mitad.

 

La espada tu Evangelio desmentía,

los yelmos apagaban tu fervor,

¡la mucha sangre de tu Eucaristía

no era sólo la sangre del Señor!

 

Eras tierra, pasión, memoria, mito,

culto en la danza y fiesta en el sustento.

Pero ellos te imputaron el delito

de ser otro y ser libre como el viento.

 

Los labios gruesos del amor y el canto

no besarían más la tierra amada.

Toda la sal del mar sería llanto;

sólo muerte y exilio, la mirada.

 

Madre de hijos hechos a la lumbre

y de hijos impuestos por acoso,

somos la despoblada muchedumbre

de tu amor y tu vientre sin reposo.

La relación entre fe y compromiso socio-político, ampliamente mostrada en sus textos, la encuentro bellamente recogida en este poema a María de Guadalupe:

Señora de Guadalupe, patrona de estas Américas:

por todos los indiecitos que viven muriendo, ruega.

¡Y ruega gritando, madre! La sangre que se subleva

es la sangre de tu Hijo, derramada en esta tierra

a cañazos de injusticia en la cruz de la miseria.

¡Ya basta de procesiones mientras se caen las piernas!

Mientras nos falten pinochas ¡te sobran todas las velas!

Ponte la mano en la cara, carne de india morena:

¡la tienes llena de esputos, de mocos y de vergüenza!

¡La justicia y el amor: ni la paz ni la violencia!

Señora de Guadalupe: por aquellas rosas nuevas,

por esas armas quemadas, por los muertos a la espera,

por tantos vivos muriendo, ¡salva a tu América! 

El mismo Casaldáliga explicaba, no hace muchos años, en entrevista concedida a Benjamín Forcano y Manuel García Guerra, las causas que habían impulsado su vida.

http://www.exodo.org/pedro-casaldaliga/

Optamos por los pobres, por la causa de los pobres, por ponernos a su lado y contra su pobreza y su marginación, una opción que también se haga por los ricos deberá ponerse al lado de sus personas pero contra su lucro y privilegios. Si no es así volvemos a lo de siempre: Todos hermanos en Adán y en Dios, pero cada uno en su lugar social, unos pasándolo muy bien y otro pasándolo muy mal.

Si Cristo es la riqueza de los pobres,

¿por qué no es la pobreza de los ricos

para ser la hermandad de todos?

Y entre todos, los indios, la causa indígena, los hermanos primeros, maestros inevitables de nuestra harta ciencia fracasada, profetas esperados de nuestra suficiencia sin salida, profetas del retorno a la Tierra, al Sol, a la Luna, al Viento huracanado, heraldos primigenios del Evangelio de los Pobres.

Y la causa negra. En el nombre de Dios supuestamente blanco y colonizador, que naciones cristianas han adorado como si fuera el Dios y Padre de Nuestro Señor Jesucristo, millones de negros fueron sometidos, durante siglos, a la esclavitud, a la desesperación y a la muerte. Pero, un día surgieron… y la libertad imposible y la identidad prohibida florecieron.

Otra de las causas de mi vida es la causa de las mujeres. Le escribí al papa: Querido Papa Juan Pablo II: No se puede negar que la mujer continúa siendo fuertemente marginada en la Iglesia: en la legislación canónica, en la liturgia, en los ministerios, en la estructura eclesiástica. Para una fe y una comunidad de aquella Buena Noticia que ya no discrimina entre “judío, griego, libre y esclavo, hombre y mujer”, esa discriminación de la mujer en la Iglesia nunca podrá ser justificada. Tradiciones culturales masculinizantes que no pueden anular la novedad del Evangelio, explicarán tal vez el pasado; no pueden justificar el presente, ni menos todavía el futuro inmediato…

Escribimos el credo macroecuménico y le llamamos a Dios el Dios de todos los nombres, más allá de todos los nombres, y más acá de los tiempos. El verdadero diálogo es hablar y escuchar. Es la causa del diálogo interreligioso: A partir de mi identidad y del respeto de la identidad de los demás.

Y todas esas causas ubicadas en un lugar concreto: el Matto Grosso. Causas en-terradas, por así decirlo, y con aspiración universal.

Su visión de iglesia se trasluce desde el momento de ser nombrado obispo en el Matto Grosso, como momento de concientización personal y compromiso, con un modo sencillo y pobre de ser autoridad, en el servicio pastoral. Entonces escribía:

Tu MITRA 

será un sombrero de paja; el sol y la luna; la lluvia y el sereno;

el pisar de los pobres con quien caminas y el pisar glorioso del Señor.

Tu BÁCULO

será la verdad del Evangelio y la confianza del pueblo en ti.

Tu ANILLO

será la fidelidad a la Nueva Alianza del Dios Liberador

y la fidelidad al pueblo de esta tierra.

Tu ESCUDO

la fuerza de la esperanza y la libertad de los hijos de Dios.

Tus GUANTES

el servicio del amor. 

Mantiene esa perspectiva autocrítica en versos como estos:

Yo pecador y obispo me confieso

de haber llegado a Roma con un bordón agreste;

de sorprender el Viento entre las columnatas

y de ensayar la quena a las barbas del órgano;

de haber llegado a Asís, cercado de amapolas.

Yo, pecador y obispo, me confieso de soñar con la Iglesia

vestida solamente de Evangelio y sandalias…

 

Algo tenemos, Roma, de romanos

todos los que heredamos / la leche del latín, la fe de Pedro.

A pesar del Imperio, / detrás del Vaticano,

en la piedra y la sangre compartidas

todos tenemos mucho de romanos.

 

¡Este lujo, Señor, de pensar tu Evangelio,

cercados de jardines, y hacer la Eucaristía,

hartas siempre las mesas, y lanzar documentos,

sin lanzarnos nosotros, mientras la muerte sigue...!

En varios de ellos la crítica fuerte se extiende a los Cardenales y Curias romanas, y hasta al mismo papa:

Cardenales de Roma, hermanos todavía:

¿Qué somos si no somos Pascua viva?

¿Qué celebramos si no celebramos

toda la sangre en cada Misa?

¡Ay de las Curias sin romerías!

 

Deja la curia, Pedro, / desmantela el sinedrio y la muralla,

ordena que se cambien / todas las filacterias impecables

por palabras de vida, temblorosas.

Vamos al Huerto de las bananeras, 

revestidos de noche, a todo riesgo,

que allí el Maestro / suda la sangre de los Pobres.

Mi impactaron, además, algunos aspectos de su mirada más general sobre la vida. La racionalidad integrada: de los pies y el corazón, el valor de la persona humana, la naturaleza pacificada y pacificadora: sus garzas blancas.  

Piensa también con los pies / sobre el camino cansado

por tantos pies caminantes.

Piensa también, sobre todo, / con el corazón abierto

a todos los corazones / que laten igual que el tuyo,

como hermanos, peregrinos, / heridos también de vida,

heridos quizá de muerte.

Piensa vital, conviviente / conflictivamente hermano,

tiernamente compañero....

 

De lejos, toda montaña es azul,

De cerca, toda persona es humana.

 

No consigo mirarlas / indiferentemente.

Me saben todavía / a detalle de Dios.

Capullos de blancura / dando entorno a las aguas.

Ánforas escogidas, / llenas de sol primero.

Algodones alados / que vendan mis poemas.

Lo releí con frecuencia y tomé sus versos para mí, como flechas hirientes o como brisa refrescante, según la vida me los daba.

Cercanos a 1990, con la revolución sandinista en ciernes y la teología de la liberación cuestionada desde el Vaticano, con dos documentos de Ratzinger (la “Sagrada Congregación”) que la ponían en tela de juicio, se van dando diversos movimientos de acercamientos y distanciamientos, reescrituras y matizaciones, a la luz de las nuevas coyunturas latinoamericanas. A los textos más directamente sociopolíticos y denunciadores de la teoría desarrollista en América Latina, los teólogos latinoamericanos iban incorporando nuevos textos desde una nueva espiritualidad emergente. Así surgieron los libros de Gustavo Gutiérrez, Segundo Galilea y muchos otros, con esta perspectiva. Se resalta en ellos, el cristianismo a dos manos, el del compromiso socio político y el camino espiritual. Pedro CASALDÁLIGA, junto con José María VIGIL, publicó en 1992 una importante obra de síntesis que recibí con entusiasmo: Espiritualidad de la Liberación. La valoro como una obra que mucho ayudó a bien entender nuestros procesos de fe del momento. Hoy se consigue en el enlace: http://www.servicioskoinonia.org/Casaldaliga/obras/index.html

A todas estas, fuimos teniendo noticas, de aquí y allá, de algunas participaciones eclesiales de Pedro Casaldáliga en encuentros continentales, promoviendo las organizaciones de comunidades de base y animando a los sacerdotes, religiosas y religiosos, a mayores compromisos con el pueblo y una mayor coherencia con el evangelio.

Estuvo en Colombia en el II Encuentro Continental de la Asamblea Pueblo de Dios (1996) y llegó a mis manos un soneto que escribió a los jóvenes religiosos de este país:

No es que dejéis el corazón sin bodas

Habréis de amarlo, todo, todos, todas

discípulos de aquel que amó primero

Estuvo en Venezuela y escribió sobre su ida al barrio de Petare, en visita a una comunidad claretiana (a finales 1999). Desde allí animaba a la realización de los Encuentros Nacionales de Comunidades de Base. Con su impulso, se pudo concretar al año siguiente el I Encuentro Nacional de CEBs de Venezuela. Entonces nos dejó este poema, con sabor a pueblo nuestro:

Escaleras de Petare bajo la niebla y el sol,

por donde bajan los pobres, por donde tropieza Dios,

por donde El me viene encima si le pongo corazón…

Subir la cuesta, la vida, bajar la desolación.

Bajar a por los derechos, subir detrás del amor.

Escaleras de Petare, esa escalera de Jacob

por donde suben y bajan los excluidos y Dios.

Unos años después, con el desarrollo de nuevas perspectivas creyentes que se iban abriendo en ecoteología y pluralismo religioso, escribió un artículo, de nuevo con José María Vigil, Teología del pluralismo religioso, en la revista Concilium (2007). Junto a la reflexión sobre el tema, se abrieron nuevas prácticas y convocatorias a encuentros continentales en los que participaron exponentes de las religiosas ancestrales, indígenas y afrodescendientes, ecumenismo cristiano, entre otros…. Casaldáliga motivó y participó en varios de estos encuentros. Así entendió su papel, llegado a una edad avanzada, de impulsor de otra iglesia y otro mundo posibles. La Madre Tierra y el pluralismo religioso fueron sumando perspectivas a sus Causas de Vida.

Contra los vetos amenazantes, desde un modelo eclesial impulsado por Ratzinger, retomando ciertas teologías de la unicidad de la salvación, Casaldáliga optó por motorizar, sin un discurso directamente confrontador, otro modelo más plural y abierto de ser iglesia, desde su presencia en encuentros y su ánimo para que la necesaria libertad de reflexión no se coartara; conservando siempre la perspectiva de los pobres y excluidos, tanto en los ámbitos nacionales como internacionales; sin abandonar las causas que lo acompañaron durante su vida: la de los afrodescendientes, la de los pueblos indígenas y sus prácticas y creencias ancestrales.

Las noticias que nos llegaron los últimos años de su vida, se referían a la convivencia con el Parkinson, su renuncia al obispado, algunas cartas escritas, con la palabra serenada, densa, sostenida por toda su vida, y la confianza final en Dios. No era sorpresa para él lo que le iba aconteciendo. Algunos poemas lo vislumbraban.

Voy a pasar la vida

más o menos inútil, más o menos poeta.

No habré tenido un hijo…

Habré plantado / unos contados árboles

y habré escrito unos libros,

muchas cartas, / hojas hijos al viento.

-Procura que la Gracia y la Ternura

llenen de vino nuevo / tu ánfora de barro…

 

Yo me atengo a lo dicho: La justicia,

a pesar de la ley y la costumbre, a

pesar del dinero y la limosna.

La humildad, para ser yo, verdadero.

La libertad, para ser hombre. Y la

pobreza, para ser libre.

La fe, cristiana, para andar de noche,

y, sobre todo, para andar de día. Y,

en todo caso, hermanos, yo me

atengo a lo dicho: ¡la Esperanza!

 

Y llegaré de noche/con el gozoso espanto

de ver/por fin/que anduve/día tras día;

sobre la misma palma de Tu Mano.

 

Según su deseo, los restos de Casaldáliga descansan, desde el día 12 de agosto de 2020, bajo un árbol de pequi, a la orilla del río Araguaia, en el cementerio de los indios Karajá, creado en el lugar donde eran arrojados los cuerpos de campesinos e indígenas que se resistían a la invasión de sus tierras. Representantes de la etnia Xavante asistieron al entierro y colocaron una cruz de madera sobre su tumba.

La gente que se sostiene en la vida luchando por causas de la humana dignidad puede decir que muere de pie. Poco antes de anunciarse la muerte de Casaldáliga, estaba leyendo al poeta palestino Mahmud Darwish. Coloco los dos textos en paralelo.

He hablado de Pedro y hablo de nosotros. Aquí estamos, en este camino, sobre cuyas piedras encontramos las preguntas que Casaldáliga hiciera

«Por aquí ya no hay camino».

¿Hasta dónde no lo habrá?

Si no tenemos su vino

¿la chicha no servirá?

 

¿Por dónde iréis hasta el cielo

si por la tierra no vais?

¿Para quién vais al Carmelo,

si subís y no bajáis?

 

Si cedéis ante el Imperio

la Esperanza y la Verdad

¿quién proclamará el misterio

de la entera Libertad?

 

Si el Señor es Pan y Vino

y el Camino por do andáis,

si al andar se hace camino

¿qué caminos esperáis? 

Con la referencia a Antonio Machado sobre el camino, y Juan de La Cruz, sobre el ascenso espiritual, en despojo y libertad, me permito dejar abierto el texto a la vida que viene.

Tomás Martínez Sancho