domingo, 4 de abril de 2021

María Sánchez y Norys Saavedra, poetas del campo

 

Se ha retirado el campo
al ver abalanzarse
crispadamente al hombre.
Miguel Hernández

Así escribía el “poeta de la república” y antiguo cabrero, Miguel, ante el panorama bélico impuesto en España en 1936.  Los poetas clásicos plenaban sus textos de la bucólica vida campestre. Juan de la Cruz, especialmente en su Cántico Espiritual, hizo del huerto el ámbito privilegiado para expresar las vivencias de su espíritu. Fray Luis de León, haciéndose eco de Ovidio, consideró la salida al campo como una propuesta de vida. Los románticos contemplaban la naturaleza y la descubrían como símbolo de los sentimientos humanos: belleza, paz, armonía, entrega… y también fiereza, arrebato, lucha y tormento. Con César Vallejo y Pablo Neruda, los poetas americanos descubrieron un nuevo sentido, caótico y a la vez majestuoso, de la propia tierra. Entre los poetas venezolanos del siglo XX, Gerbasi puso en alto el lirismo asociado a la naturaleza y al mundo rural. Ana Enriqueta Terán, María Calcaño y Ramón Palomares siguieron a la zaga. En España, Juan Ramón Jiménez, Miguel Hernández, Lorca, Alberti, Antonio Machado, entre otros y otras, sostuvieron novedosos acercamientos poéticos al campo. Finalizando el siglo XX, estos modos de percibir el campo en la poesía parecieron agotarse. El crecimiento exponencial urbano desde las medianías del siglo XX reforzó la inhibición del campo. El campo, de boca en boca entre poetas hasta entonces, perdió vigencia entre sus tópicos.
Y me encuentro con dos mujeres poetas, aquí y allá, Venezuela y España, Norys y María, que se empeñan en traer de vuelta al campo. María Sánchez, cordobesa, veterinaria de campo y poeta, ha publicado recientemente  Cuaderno de campo (La Bella Varsovia, 2017). Norys Saavedra Sánchez, poeta larense, publicó hace unos años Hilos de cocuiza, Poesía 1998-2008 (Monte Ávila, 2009). ¿Qué de nuevo arrojan? ¿Qué interés tiene su lenguaje? ¿Qué proponen sus palabras ungidas? En ambos poemarios encuentro algunos elementos comunes que pongo en consideración. 

La poesía como memoria ancestral

La memoria es una ventana donde reencontrase. Donde hallar familia, hogar. Las experiencias vividas en la infancia, las raíces hondas de las que venimos, marcan lo que somos. En los antepasados encontramos fuerza a la que acogernos. Frente a cierto discurso, pretendidamente “posthistórico”, traen María y Norys sus recuerdos magníficos: 

María:
Algo así tiene que ser el hogar. / Oír fandangos mientras las ovejas van / tras sus corderos // Rebuscar con los dedos las raíces // Ofrecer a los tubérculos los tobillos // Convertir la voz en ternura / y en presa // Prometerme una y otra vez / que nunca escribiré en vano / un libro con las mismas / manchas. 
Norys:
Lumbre / Taza de Oro / Fogón // Te veré allá en los laberintos / en el cerro de cuarzo //
Voy a buscarte / cuando haga sol y / verte en las astillas / en la hilada de la abuela / que me persigue // Mi abuelo cantando coplas / venciendo el cocuy en el alambique / santo o morado, tornado, sol 
No es una memoria fácil, pues la mancha la acompaña. Mancha-vida, mancha-linaje, mancha-herida. Es un matiz importante que agrega María, quitando a la memoria todo idealismo, restándole el modo de refugio protector infantil, sumándole la decidida vida.
Hay barro donde estaban las gallinas.
Cómo recuerdo sus manos despellejando a la liebre.
Acción: / acción y delicadeza.
Hasta que no aparecía la primera mancha, no podíamos cantar
Nanas / satinadas entrañas rojas / invisible surge ahora la canción mientras las hijas de esas manos recogen limones, rastrean la tierra en busca de patatas, evitan la herida al abrirse paso entre las malas hierbas.
Acción: / acción y delicadeza.
A la vez los hombres de la casa asisten a la cacería: es así como las otras manos perpetúan al depredador y al linaje. Es así como sucede de nuevo la mancha, la vida.
Acción: / acción y delicadeza.
Pero yo / todavía no tengo / nada / en las manos
La memoria incluye un distanciamiento: la imagen del cristal, que transparenta y abisma; la distinción entre herir y ser heridos; el injerto que hace la diferencia…

I
Una casa puede ser un desierto. Quién me observa desde una fotografía. Mis medias manchadas de desván. Lo que separa un cristal también es un abismo. Esos búhos tan vivos y tan muertos me ven como una presa fácil.
 
II
La bala de mi bisabuelo agrieta mi costado. Donde yo estoy llorando se esconde la mano que sujetó la muerte. Podría echarme al monte como él, ¿pero a quién he matado yo, si soy la que sangra?
 
III
Con un injerto puedes hacer que árbol y fruto sean diferentes; basta una navaja y una venda. Pero el brazo del padre no manda en la cabeza del hijo. Guarda tu dolor y tus manos. Mi abuelo usaba la navaja. Yo vendaba la nueva carne. No olvides llorar para que la herida cicatrice 
Un poema inédito sostiene este dolor de la memoria, o este dolor de su olvido.
Digo un color para la muerte un color para el dolor y un color y ella responde azul
Pregunte aquí cómo quitar una mancha y se encontrará siempre con la misma metodología. Aquí la genética y la lejía. Aquí el aguafuerte y la desinfección, porque aquí todas las manchas se quitan de la misma manera. Da igual la superficie o la carne, aquí la pureza viene del óxido y la química. Aquí la pureza duerme en la cal y en los nudillos rotos, en los nudillos manchados de sangre de tanto frotar. Sí: la sangre mancha menos mezclada con lejía. Sí: la sangre deja de oler si estoy empapada en lejía. Sí: la sangre olvida su color si la arrastro a la lejía. Sí: es fácil confundir el agua y la muerte si a ambos les doy el mismo color. Si a ambos les grito el mismo color. Sí, digo un color para la muerte un color para el dolor un color y ella responde azul.
La memoria de los abuelos es común a ambas poetas, recordando también Norys las historias de ellos, sus costumbres, sus prácticas sanadoras, sus modos de sobrevivencia… 
Mi abuelo era / sobador de / golpes
tenía magia en / las manos / curaba dolores / no era doctor
Tú heredaste sus manos / con la culebra ciega en el cocuy / que usaba tu madre.
 
Con el pecho tapado / sudo flores
Me pongo la cobija
Tomo guarapo de colibríes / al degüello
Macerados / con tres puntos / de muerte.
En Norys, la relación con sus ancestros se vive en los poemas como duelo. Evoca, en particular, la muerte de la madre y su despedida. Al adiós sucede la música del recuerdo. Las letanías marianas, que acompañan los rezos postreros en la tradición religiosa, evocan el nacer del día. Oscuro día, sin embargo; con la madre ausente del hogar, sin sus reflejos. Y, no obstante, madre-estrella, luz tenue que sigue guiando.  Vaivén, péndulo. Presencia ausencia. El diálogo inaugurado acoge la palabra de la madre: “toma una serpiente ciega”. Y acuden en tropel los recuerdos de gestos protectores. 
Has dicho que las serpientes ciegas calman el dolor
sóbame el corazón con aguardiente
o yo te lo doy para que despiertes / de los muertos
Abrime el brazo de nuevo con tus girasoles
y los cuentos de animales hablando
O dame tu pie izquierdo que piso espinos
o camina con la leña en la cabeza sin caerte
Muchachita / Reina 
La realidad se impone. El duelo cumple su ciclo. El adiós se agrega a la memoria. La súplica por protección y la conciencia de la ausencia se expresa de nuevo en coordenadas de naturaleza. El duelo aún no termina. La tensión entre nueva presencia deseada, cobijo materno, y brusco corte que significa la muerte, se expresa aquí: 
Corderita de la naciente
dame otra vez de mamar de tus pechos de sémeruco
Acacia cortada de la raíz de la tierra
ida con la tormenta secreta
 
Siempre fue / la gracia / de mis viejos ancestros:
Calor mudado / Quebradas de cuarzo / Gargantas de turpial
Sentidos de tuna y yabo / Puertas de espantos /
Un amor / Pomarrosas / Agua de pozo
Herbarios de santos / y coplas a la tierra / para que lloviera
 
Estrella de la mañana
Adiós / por estos lugares
donde están los sitios / cantados por ti
 
Ya no verte en los espejos / ¿de madrugada hay sol?
Por caminos distintos, ambas poetas, María y Norys, saben hacer su mejor poesía salvando esa tensión entre memoria ancestral y vida presente, entre los queridos antepasados y su propia originalidad personal.
 
El campo y la mujer

Si la vida de nuestros antepasados rurales estuvo marcada fuertemente por la cultura patriarcal, el “retorno” al campo de María y Norys no significa, ¡de ningún modo! Acoger sus prácticas machistas. Sus críticas a esos modos son diáfanas. Escribe María:
 
Soy la tercera generación de hombres que vienen de la tierra y de la sangre/ Ellos me hablan como a un hombre/ Ellos esperan de mí lo que esperan de un hombre/ Pero yo sangro/ Animal o mujer: hecha de sueño y lágrimas
 
su voz llena de ternura / su voz / cuna nido madriguera// 
pero no os engañéis, / la anatomía del canto / 
la ejerce más el macho / que la hembra
 
Plinio el Viejo dijo que los perros / podían volverse locos / probando la sangre / de las mujeres / solo / de las mujeres.
La crítica de Norys se pone de relieve, tal vez, de un modo menos directo, trayendo sus sentimientos de mujer, su inconformidad, su cuerpo de mujer:
Encabritada / es la palabra / que suena / a que la tierra / ha de parir
Encabritada diría / cuando la sangre / es mi luna
 
Y un semeruco / por óvulo / en la casa / la de los soles
donde las cabras pastan / sudor, sangre y sacrificios
Los pequeños tendones / colgados al sol
a un lado / del otro cementerio / El de los muertitos

La relación estrecha que se establece entre el propio cuerpo y la naturaleza lo anuncia el epígrafe de Pavese a la obra antológica de Norys. Del poema se sale “más desnudo que antes”, solo la desnudez del propio cuerpo retrasa la decisión de disolución en una naturaleza también desnuda –bosque, tronco, espina- (página 3, Hilos de Cocuiza, Monte Ávila, Caracas 2009). El cuerpo se muestra con frecuente sufriente. Piel lacerada (20), cuerpo con fogajes (15), cuerpo en cocción salado por palabras (27), piel cocinándose (42). Parecen ser los sufrimientos acumulados a través del fluir de los siglos en el cuerpo de la mujer. Parto, óvulo, sangre menstrual deambulan en los textos. Con más claridad se marca especificidad: se trata del cuerpo de la mujer. Algo críptico, atrevidas las imágenes, sin embargo, no deja dudas en su hemoerotismo, el siguiente poema (47): 
La sangre se entibia / en tu boca / haciendo buches con mi deseo.
Más allá, en mi vientre / los enjambres de abejas
esparcen su polen / en la sangre
que es chorro en mi dedo / el que te he ofrecido.
La sangre que se ofrenda / generosamente
Que es lluvia / Río menudo / que te nutre
La relación del cuerpo con la tierra y su fecundidad se establece en los poemas 11 y 26: la tierra ha de parir… la sangre es mi luna (11), un semeruco por óvulo (26). En el siguiente poema (53) el juego con la palabra parto, entre partirse (romperse), repartirse (darse), parir y darse a luz, permite los maravillosos vínculos que se establecen con la tierra húmeda, fecunda, y la propia conciencia existencial. 
Si me parto / mudo de sangre
mudo los ojos / por los de la lluvia
Si me parto / ves el sudor que vierte la tierra
Si me parto / trasmuto / me hundo en bosques
Si me parto / me doy a mí misma
Me doy a luz / sin remedio 
Diálogos con el campo

Hay en estas dos poetas un compromiso con la vida del campo. La “vuelta” al campo no es para ellas un simple acercamiento lleno de melancolía. No es eso. Su vuelta es plenamente consciente de la nueva realidad en relación con la de sus antepasados. Su retorno tiene el significado del compromiso con el campo actual, con frecuencia excluido de los centros de poder económicos, políticos, ¡y también culturales!, decisorios en las actuales sociedades. 
Norys dedica algunos de sus poemas a la “cacería” denunciando las matanzas de animales insensatas.
Agazapada
El cuerpo se viste en destellos / sanguíneos
Piel de un animal / Arrancado / a Dios
El campo es un viviente. Habla y le hablamos. María resalta el papel pedagógico, concientizador, del campo. El ser humano contemporáneo se ha perdido entre tanta carroña, en su afán de tecnología desmedida. El campo lo llama. Su palabra es clamor. Como sabio maestro de antaño, que alecciona discípulos. Es cosa de ellos, los humanos, si lo quieren escuchar o no.
Poesía y clamor del campo
venid que yo os enseñaré a tener siempre hambre
venid que yo os enseñaré qué es la verdadera pureza
venid que yo os enseñaré sobre anatomía y animales
venid que yo os enseñaré a elegir bien entre la carroña
venid que yo os enseñaré a alimentar a los buitres hermanos
venid que yo os enseñaré a diferenciar el poema de la cacería
venid que yo os enseñaré qué canción hay que cantarle a la muerte 
Norys contempla el chivo muerto como metáfora del corazón humano. Y escucha al río fluyente que invita a caminar.
He visto / secar el corazón / al sol
Un cuero de chivo / que sucumbe / a la agonía
Debe ser / un corazón reciente
Tierna carne para comer
Secar el corazón / para colgarlo / y echarle sal
 
Hoja que trae lluvia
Me descalzo / y piso brisa
Siempre descalza camino / a vieja manera / de indios
No importa lo que clava / en los pies
No importa pisar el barro / Desentiéndete
Dice el río: / ¡Andando! Hoja que trae lluvia
Y arrodillo / mis animales / conmigo
En el cruce de palabras con el “Maestro campo”, la discípula le arroja sus inquietudes. Norys, poeta, está sentada a sus pies, escuchando y haciendo preguntas:
Le pregunto al río / cómo se lavan las huellas
de unos dedos invisibles / marcados al cuerpo / Aunque no estén
Le pregunto al viento / cómo despegar remolinos
que corroen / en malditas garras. 
Las experiencias vitales de estas dos poetas, mujeres, marcan sus versos con la memoria rural y de los antepasados campesinos, en tensión temporal y cultural con las sociedades presentes; y así se despliegan en sus poemas el amor por la tierra, por los animales y por la vida, sin eludir la presencia de sangre y de la muerte, cargando sus textos de una honda sensibilidad ecológica y social, que enrostra a los lectores la exclusión que aún sufren tanto las mujeres como los pobladores de las regiones rurales más despobladas.

REFERENCIAS EN LAS REDES

Sobre Norys Saavedra:

http://cultura-barrio.blogspot.com/2019/08/hilos-de-cocuiza.html
http://cultura-barrio.blogspot.com/2019/09/siete-corderos-de-norys-saavedra.html
http://laparadapoetica.blogspot.com/2020/12/norys-saavedra-3-poemas.html
https://letralia.com/222/letras05.htm
http://poesia.uc.edu.ve/las-chicas-no-lloran/
http://afinidadeselectivasven.blogspot.com/2010/01/norys-saavedra-sanchez-1972.html
https://www.interespacios.org/norys-saavedra
https://zakariaszafra.com/lo-arcaico-femenino-sobre-la-poesia-de-norys-saavedra-stand-up-poetry-7matemporada/

Sobre María Sánchez:

http://www.maria-sanchez.es/
https://entrañasdeltexto.com/
https://xn--entraasdeltexto-2qb.com/
http://larapeiro.blogspot.com/2018/02/unanodeautoras-un-poema-de-maria-sanchez.html
https://digopalabratxt.com/2017/06/18/cuatro-poemas-de-cuaderno-de-campo-de-maria-sanchez-cordoba-1989/
https://revista.poemame.com/2017/06/15/cuaderno-de-campo-de-maria-sanchez-la-bella-varsovia/
https://temblorpoesia.com/dos-poemas-y-dos-ineditos-de-maria-sanchez
https://tr3sreinos.com/autores-en-castellano/maria-sanchez/
https://blog.uchceu.es/veterinaria/maria-sanchez/