jueves, 29 de noviembre de 2018

PRESAGIO, EN LOS TEXTOS DE WAFI SALIH



SEÑALES PRESENTES
FUTURO ABIERTO

Un ensayo sobre el paisaje y el presagio en Wafi Salih, de Libardo (Rótulo Ediciones), me puso sobre la pista de estas breves notas que acompaño.

Un presagio es “señal o indicio que se interpreta como el anuncio de un hecho futuro”. ¿Qué presagios se descubren entre las líneas poéticas de Wafi Salih? ¿De qué señales se habla? ¿Y a qué hecho futuro remiten?

CALIGRAFÍA DEL AIRE

El título de una de sus obras “Caligrafía del aire” apunta a lo velado de estos signos, a su presencia sutil.

Cielo, aire, lluvia, hojas secas, hormigas son algunos signos naturales que se mencionan. La borra del café es otro signo a ser leído desde la elaboración cultural que permite interpretarlo. Tatuaje en la sangre, finalmente, es la marca humana del futuro.

SIGNOS DE LA NATURALEZA

¿Qué leemos en la naturaleza? Sus signos son un texto. Nosotros sus intérpretes. Panteras o pájaros pregonan con pesadumbre su final. No pinta bien este tiempo para la vida terrestre.

Cruzo en un pausado himno de palmeras, la metáfora añil del más allá donde se lee en el grito de las panteras melancólicas, como un epitafio, el reino derrotado del amanecer.
(El Dios de las dunas)

Sobre / una pared / de minutos / tristes
El epitafio / de los pájaros / se lee / en el aire.
(Con el índice de una lágrima)

Las hojas secas abundan sobre esta queja de la naturaleza muerta. La lluvia ritmea la derrota.

En el viento / escriben las hojas secas / el lenguaje del bosque
(Huésped del alba)

País derruido / un lamento la lluvia / sobre las piedras.
(Con el índice de una lágrima)

El anuncio afecta la vida toda: la vida natural (reino derrotado del amanecer, hojas secas), la vida social (país derruido), la vida planetaria.

Llueve el desamparo sobre una masa inerte resignada al devenir –comenta Libardo.

Que no es un lenguaje fácil de descifrar lo previenen estos poemas. Letras invisibles o señales del cielo aún inexistentes confirman la sutileza del signo.

Alfabeto de nubes / este silencio / solido
escribe con letras / invisibles
sobre el espejo / duro / del aire
(Con el índice de una lágrima)

En la vieja casa / una mujer espera / señales del cielo
(Honor al fuego)

Animales más pequeños intentan decir su palabra.

En este poema / las termitas escriben / otro verso
(A los pies de la noche)

Escriben algo / las patas de esta mosca / llenas de tinta
(Vigilia de huesos)

Sólo los grillos apuntan otra mirada, esta vez al espacio galáctico: ¿será huida, salto sobre los propios límites, posibilidad nueva, interconexión energizante?

Sobre una tumba / el canto de los grillos / dibuja una estrella
(Huésped del alba)

La naturaleza no sólo deja signos, no es solamente un texto, sino que ella misma se ejercita en su interpretación, dando voz, leyendo lo plasmado. El agua lee las cimas abismadas; el pájaro lee el agua; la luz dicta en el agua; la llama replica lo escrito. El mundo pregona su soledad. Resuena el antiguo texto del Salmo hebreo (XIX):
El cielo proclama… el firmamento pregona…
el día al día le pasa el mensaje / la noche a la noche se lo susurra.

Si el texto-naturaleza fija su decir, la lectura lo abre a nuevos significados en diálogo con el oyente. La naturaleza deje de ser lo simple-objetual para tornarse en sujeto hermenéutico de sí misma.

Padre. El agua, ébano vigilante desde la luz suicida, más allá de los cuerpos de atmósfera ardiente, lee ¿Cuántas tumbas hay en el pecho del sol? ¿Cuántas cimas se abisman en tu nombre?
(El Dios de las dunas)

Desde la rama / el gorrión lee el agua / sobre la piedra
(Caligrafía del aire)

Lleva en los espectros serpentinos de la llama
letras dictadas en el agua, por el signo de una luz exacta.
(El Dios de las dunas)

¿Signo o sombra? ¿Mundo o palabra pronunciada? Lo que la naturaleza dice, ¿es signo que revela o sombra que esconde? ¿Qué hay de lo vivido y la palabra que lo evoca, del tiempo pasado y su memoria presente? Preguntamos con Platón y su mito de la caverna sobre lo real. Preguntamos con Agustín de Hipona. Preguntamos con Ricoeur.

Caligrafía líquida marca la distancia en la arena dispersa. ¿No es la misma la montaña y su sombra? ¿Fuera y dentro? El efímero mundo está en su voz, serenamente solo.
(El Dios de las dunas)

Suelta antes y después de las sombras su oscuro mediodía en los huesos del día. Calca la noche solar, flor transparente en la sombra viril de sus alas.  Abraza el signo, bosteza en el grito vacío a través del vientre llameante de las odaliscas. Cadáver de lo ido y lo porvenir en la cósmica rama de un líquido minutero.
(El Dios de las dunas)

YO-SIGNO: LETRA, TEXTO A SER LEÍDO

Nuestra vida está expuesta a ser leída. Lo sufrido, la sangre, proyecta luz a nuestra carne residual.

CENIZAS
Nos ilumina el dolor su escándalo / entre los muros rojos / del corazón
La angustia / nos lee: / somos un poema inconcluso
(Con el índice de una lágrima)

Letra soy deslizada sobre el follaje íntimo del blanco. Busco mi sombra esquiva en el ajeno paisaje de escribir, en la furia de un dolor generoso, fatigado.
(El Dios de las dunas)

Mosaico donde el Único escribe el asombro cifrado de sol, aire inerte de muda inmensidad. Enigma en la marea de mis pasos insomnes, de astral lejanía.
(El Dios de las dunas)

Tatuada / En mi sangre como una señal
Me busca / en la noche / como sierpe / en los sueños
¿Dónde estará Dios?
(Los cantos de la noche)

¿Dónde está Dios? Un clamor por la intervención de una fuerza superior ante el sinsentido –apunta Libardo.

YO: SUJETO LECTOR DE SIGNOS

Hormigas y café son señales a las que me asomo. Los signos apuntan al pasado, evocan, hacen memoria de una infancia terrible, de la muerte acompañante.  

Solo comienzo en lo infinitamente interminable.  Nada tiene lugar, mientras enfrió una taza de café sobre la mesa y leo tu infancia en el paso crepitante de las hormigas, paraíso fantasmal de luz espinada como una blasfemia.
(El Dios de las dunas)

1973. ¿Ha muerto quién dentro de mí?  El desierto tenía la tez húmeda de pólvora, comparable a la grandeza ostentosa de un Califato. Deshace esta tarde de esfinges traídas en el paisaje litúrgico del agua, el simple acto de vivir.  Allí dibuja la borra del café, serpientes de triunfo, en el semblante de ángeles sin reino.
(El Dios de las dunas)

¿Presagio de qué? –preguntábamos al principio. Y se han ido marcando señales. Terribles, las más de las veces.  Y, no obstante, los signos apuntan a un futuro impredecible. Está la señal, pero el futuro queda abierto a la esperanza. Así es: ¡Caminos abiertos!

En mi taza / la borra de café dibuja / caminos abiertos
(Huésped del alba)

Naturaleza y experiencias vitales acompañan como signos a ser leídos, como texto a ser interpretado. El Dios de las dunas se revela como una obra fundamental en la que se descubren con más fuerza los signos de la vida –dolorosos signos- que hablan sin cesar. Mientras que Huésped del alba se puede tomar como obra modélica, respecto a los textos de poesía breve de la autora, en la que los signos de la naturaleza se exponen con mayor claridad para ser contemplados en ejercicio admirativo.

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