jueves, 23 de marzo de 2017

Nada había por las calles


imagen tomada de http://elarpamagica.blogspot.com/2011/10/es-imposible.html

Logos o pasión creadora

“Nada había por las calles”. Así comienza el relato poético de Ramón Palomares El amor que duerme, el amor que despierta, uno de los breves textos narrativos que abren su obra Vuelta a Casa.  Se me antoja un texto con una raíz muy profunda en el mito creacional de la escritura judeo-cristiana. Específicamente Génesis, capítulo 1, versos 1 a 24; se trata del comienzo de la llamada Torah o Pentateuco, según lo nombran las diversas tradiciones religiosas. Abordo en este ensayo estos vínculos radicales.
La temática religiosa, no está demás decirlo, es un eje que recorre toda la obra de Ramón Palomares. Ya he tratado en otra parte los  estrechos vínculos de El vientecito… con Cantar de los Cantares (http://cultura-barrio.blogspot.com/2015/09/el-vientecito-suave-de-ramon-palomares.htmly); cabría agregar una infinidad de poemas en los que recoge los tradicionales aconteceres religiosos de la aldea, así como cierta terminología que expresa la simbólica tradicional cristiana: el Reino, lo celeste…  Es el marco desde el que despliego los apuntes que siguen.
Acoto, no obstante, que quien pretenda encontrar en los textos de Ramón Palomares una visión de la religión apegada a la oficialidad institucional o de academia teológica quedará defraudado pues un poeta es un poeta es un poeta…. Incluso tratándose de textos de narrativa breve como éste en estudio. Muy al contrario, en diálogo de intertextualidades, se asoma la apuesta por un universo originado en el Amor, por una palabra surgida de la pasión, como modo muy propio de la fecundidad  creadora latinoamericana, frente al discurso occidentalizado impuesto.
El primer párrafo de El Amor que duerme… describe la quietud nocturna, el vacío en las calles, la oscuridad total. Ningún animal, búho, rata o escorpión, que quebrara el silencio. Y en esta quietud, el cielo inmutable. El relato mítico de Gn 1, 2, por su parte, describe así el mundo pre-creado:
Y la tierra estaba desordenada y vacía, y las tinieblas estaban sobre la faz del abismo, y el Espíritu de Dios se movía sobre la faz de las aguas.
El vacío y las tinieblas son los dos rasgos que toma Palomares para situar el relato de un pueblo nocturno de los Andes venezolanos en un plano telúrico más universal.
El espacio pre-creacional no es una nada absoluta, como la ideó el cristianismo a partir de ciertas concepciones filosóficas helenistas; no lo es, ni en el texto hebreo, en el que todo surge de los iniciales caos y oscuridad, ni en el texto de Palomares, en el que el vacío y la oscuridad se concreta en unas calles de pueblo, con casas apagadas, piedras y hierba, humedades… y un cielo inmutable.
Al Macondo genesíaco de García Márquez, y al Comala escatológico de Rulfo, ambos pueblos míticos, agrega Palomares este innombrado pueblo precreacional, preludio quieto del naciente Amor.
Y comienza el juego de contrastes, el discurso polisémico, el diálogo polémico con el relato bíblico. Frente al Espíritu (ruah – viento) que se mueve, está el cielo inmóvil. Y no sólo el cielo. Se abre el segundo párrafo: “Y estaba todo inmóvil.” La inmovilidad total se refuerza con la expresión “Aún no había nacido…”. Todo está por nacer. Las mujeres con los ojos cerrados, los árboles sin vida….
Algo, no obstante, irrumpe para quebrar la inmovilidad. “El Amor estaba acostado con el Amor y de sus aromas húmedos y lechosos la aurora comenzó….”  Amor es el nombre, trasmutado en Palomares, de la Ruah bíblica (femenina, en hebreo), brisa de vida que despierta lo creado.
La sensualidad de este Amor se expresa en una corporalidad manifiesta: caras, pies, cabezas, lenguas, ojos… por oposición a la visión de cierto cristianismo castrante.
Sigue el texto con el juego de referencias intertextuales. No hay una pareja creada después del mundo como relata el  texto antiguo:
Y creó Dios al hombre a su imagen, a imagen de Dios lo creó; varón y hembra los creó. (Gn 1, 27)
En Palomares, el Amor de los cuerpos -dos caras, cuatro pies, y tantas lenguas- es el Amor Creador. Se acerca el relato al texto de Cantar de los Cantares: el amor como llama divina…
Saetas de fuego, sus saetas, una llama de Y-h-v-h. (Cantar 8,6)
En el relato bíblico de Gn 1, habla Dios para decir, y en el decir crear.  En los versos 3, 6, 9, 11, 14 y 20, se repite el estribillo: Y dijo Dios: hágase… Es su Palabra eficaz, pues lo que dice el Divino queda creado. Eterno debate sobre la Palabra y su sentido de estafa o de verdad.
En el texto de Palomares es el Amor quien habla: “Hágase así.” Y es el Amor (Palabra) eficaz. La “iglesia ausente”, “harta de relámpagos”, se levanta “entre espumas de árboles”. Se insinúa una crítica al modelo eclesial cristiano del Dios tonante, Júpiter romano prolongado en los siglos, al trocar los relámpagos de muerte en árboles de Amor y vida.
Según  el texto bíblico la cosa fue así:
Produjo, pues, la tierra hierba verde, hierba que da semilla según su naturaleza, y árbol que da fruto, cuya semilla está en él, según su género. Y vio Dios que era bueno. (Gn 1, 12)
En el relato de Palomares, el mundo se llena de casas, y hierbas y caballos y cafetales…. El mundo despierta, se levanta, siendo creado por el Amor. La expresión bullir, referida a las aguas o manantiales, es común a ambos, Torah y Vuelta a Casa.
Dijo Dios: bullan las aguas seres vivientes, y aves que vuelen sobre la tierra, en la abierta expansión de los cielos. (Gn 1, 20)
“…nació todo, del manantial, bullendo desde el silencio y el sigilo…”

El cierre de Palomares es magistral. En él explicita la tesis a la que se orienta todo el texto. Deja la narración para sentenciar solemnemente. La Palabra creadora (Dijo Dios…), leída como Logos, razón, pensamiento –en el paso de la mentalidad oriental a la mentalidad helenista, desarrollada como “filosofía occidental”-, es confrontada con el Amor y la pasión, modo propio de la eficacia creadora de esta tierra nuestramericana (en lícita apertura de la generosa andinidad de Ramón). Se trata de Otra creación:
“El pensamiento era indeciso y la pasión una música extensa y fecunda.”


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