Con Daniela Saidman, Omer Machado y Ángel Malavé.
Tres
obras poéticas breves tengo en mis manos. Las tres de autores venezolanos
contemporáneos (de oriente a occidente: Daniela de Bolívar-Ángel de Oriente y
Caracas-Omer de Maracaibo y el Centro). Comienzo por llamar la atención sobre
sus títulos con algunas simetrías. Casa-ciudad-América, una y la misma cosa.
Amores y cafés. De temáticas comunes. De experiencias vitales. De humanidad
transida de paisaje venezolano de inicios del XXI. Éstas son:
·
América y
otros cafés. Daniela Saidman. El perro y la rana. Colección
Breves. 2007. 72 pp.
·
Ciudad en
que muero y otros amores.Omer Machado. La campana Sumergida. 2005.
68 pp.
·
La casa y
otros amores. Ángel Malavé. El perro y la rana. Colección Cada día
un libro. 2006. 60 pp.
El cuerpo
es el lugar privilegiado de Daniela: cabello, espalda, hebras, manos, dedos, oídos, rostro,
humedades, poros, ojos, lágrimas, boca, entrañas, sangre, labios, pies,
respiración, suspiro, sombra, sexo… Mas el cuerpo es América-américa, con la
ambivalencia de quien pronuncia un Nombre, una Patria. “Sin nombre y sin
América me desdibujo / desnuda entre las sábanas…” (11) “Noción de patria / es
tu cuerpo mi cuerpo sediento / américa en minúscula… (32).
La ciudad
es el topos de Omer: calles,
esquinas, autobuses, ascensores, metro, vagones, balcones, tascas, celulares,
fiestas, colillas, cervezas, vidrieras, proyectiles, azoteas, soledades,
alcobas… Mas la ciudad es cuerpo, de amor y de muerte. “Navegaré tu cuerpo en la
aventura” (29). “Ciudad adentro; / Muerte aguarda en primera fila… / Bebo la
baba de Dios” (43). “De tanto morir y morir / Se me pegan las malas mañas”
(45).
La casa
es el locus de Ángel: solares,
árboles, flores y pájaros,
mecedoras, techos y lluvias, albercas,
ventanas, cuarto, paredes y llaves. Mas “La casa es sólo un recuerdo” (18), y
es pensión en la ciudad (28) y también cuerpo multiplicado y amado (31)
desprendido en medio de la música urbana (42). Es la hora en que la casa habita
en el corazón de los solitarios de la noche, en las embarcaciones de los
pescadores, en los rostros de los transeúntes, en las luchas de los
imprescindibles… (13).
Cuerpo-casa-ciudad-América-Galaxia:
lugares para el amor y para la vida, con su muerte tan querida y su
café… Diferentes modos de contar lo que somos y vivimos. Con bellos lenguajes,
con experiencias propias, que nos resultan tan cercanas.
Daniela
es voz de mujer, evocación de su juvenil cabello largo sobre la espalda y las
tijeras mutiladoras, desnudez, roces, cuerpo total, sensualidad plena,
erotismo. Cuerpo de mujer comprometido, dispuesto al roce y a la bala (14). La
taza y el café, es metáfora amorosa que puebla el poemario: Taza humedecida que
espera más que sólo recuerdos y nostalgias (12). Café en mitad de la noche
(18). Mañana-mordaza del café, taza sin signos ni borra, mediodía de taza vacía
(22; 30). La mañana que se cuela en el
café (61): el agua hervida va con mañana y todo a ser colada; se perdió el café
con tanta mañana mezclada, parece decir… evoca “cruz de navajas” moja sus ganas
en el café, magdalenas con sexo convexo…. es el café que apaga; no el café de
la noche, con sexo despierto y café disuelto en el insomnio (33). Benedetti
ronda el poemario. En Noción de Patria,
Intitulado III, Espejos, Tedio, entre otros, deja su marca.
Omer
estructura su poemario en torno al amor y la muerte en la ciudad. Amor que se
expresa en metáforas marinas: “piratas de ahora” (23), “navegaré tu cuerpo”
(29), “una hamaca es un barco / Y una cama el océano” (35), “tripular tus naves
y tus costas” (39); pero sobretodo amor “vagando en sepulturas”, amor “ de un
autobús”, “amor de las esquinas (15), amor “de las tascas de la ciudad
incesante” (21): “Vengan amores, los invito / Beban conmigo los días de mi
ciudad” (15); amor “de dos” (33), amor -finalmente- a la misma ciudad:“dile a
mi ciudad que hoy la espero para embriagarnos” (25). Muerte “a cada instante”
(17) “…beben mis huesos santos adoradores”, “Sin embargo ese cadáver / …se
arrima a la fiesta” (41); muerte de Dios en la ciudad: “La muerte toma su
siesta. / El dulce sepelio de Dios” (47); ciudad-muerte: “ciudad que celebra
sus difuntos” (57), “ciudad que ya no espanta” (59); “entrañas de la ciudad…
zona de la muerte” (55). Amor y muerte en la ciudad: “En la piel de la calle: amamos
y morimos” (55).
Ángel
divide su obra en tres capítulos: casa amada – mujer amada – otros amores. La
añoranza de la casa es el eje primero. Comienza preguntando: “dónde estás casa”
(11); “la casa es sólo un recuerdo” (18), “figura de la abuela” (17); desde la
ciudad que habita (22), la calle es la nueva casa (25). En la segunda parte el
nuevo hábitat es el cuerpo de la mujer amada, multiplicada en mil colores (31),
calor, luz (34) y fuego (38), cercanía que reconstruye (35). Es el nuevo
espacio vital: “permanecí a tu lado” (38). Es un nuevo arraigo: “Lo que no
podrá desprenderse de mí / es la mirada de esa muchacha” (44). En el último
capítulo expande sus amores: ciudad, río, 950 km, la barra (encuentro del
Orinoco con el mar): “Este mar lleno de misterios” (53).
Tres
hermosos poemarios contemporáneos. Tres miradas amorosas. Desde la cotidianidad
de las propias vivencias. Casa-café-cuerpos, ciudad-calles-cuerpos,
mares-mundo-galaxias-cuerpos. Vida y muerte. Tan humanas.
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