martes, 1 de noviembre de 2016

Sobre Pedro Ruiz, Campesinos




Nadie puede atravesar el mismo río dos veces.
(Paradoja de Heráclito)
Nuestras vida son los ríos / que van a dar a la mar
que es el morir (Jorge Manrique)
Si has de quedarte / hazlo como el río
pasando (Némer Ibn El Barud)
Di a la callada tierra: Yo paso.
Al agua que aprisa pasa: Yo soy (Rilke)
Soy el río de Heráclito // La que nunca habrá de ser
la que pasa y fue / todas las versiones de sí misma  (Yurimia Boscán)


PEDRO RUIZ – CAMPESINOS

Campesinos es un texto que bien se puede entender, en el marco de un hacer poético venezolano, como diverso al de aquellos otros poetas de lo urbano (W. Osuna, Omer Machado: Ciudad en que muero y otros amores), o suburbano (José Javier Sánchez, por ejemplo, que aunque tributa a Pedro Ruiz homenaje con alguno de sus poemas: Con el río a cuestas, Hay ríos que son como los hombres; no puede situarse en el ámbito de lo rural). Pedro Ruiz se sitúa en la estela de los poetas del interior, o más aún entre los poetas de ida (a la ciudad) y retorno a la raíz (raíz campesina), tal como lo fue Ramón Palomares.
Campesinos es la obra publicada por Monte Ávila Editores Latinomericana 2009, que incorpora los textos anteriores de Pedro Ruiz (Con el río a la espalda -Voces, Con el río a la espalda, Cambural y Eco-,1985; Estación posible, 2005; y Fervor y páramo, 2009).
Pensé primeramente una estructura temporal para mi ensayo: pasado (voces, ecos…), presente (estación posible), futuro (fervor y esperanza). La deseché por excesivamente rígida, pero no porque no tuviera algo de valedera para acercarse al poemario de Pedro. Preferí en todo caso unas entradas más flexibles.

Aldabas que convocan
El poemario de Pedro Ruiz, con su título breve, existencial, vecino, es una potente voz del pueblo andino, en su andadura de páramo, de siembra y río.
Desde el mismo inicio hay aldabas que convocan las voces del pasado.
Ponemos aldabas / por donde entran / el miedo y la nostalgia (Voces)
Y va dejando el poema un resquicio, hendiduras por las que asoman, las memorias de la infancia. Por las que la voz poética se mantiene viva.
Es cuestión de ver una hendidura / por donde marcharnos / cuando se arruga la palabra (Cambural y eco)
Entre estos recuerdos, aparecen algunas jóvenes que despiertan el corazón del adolescente, jóvenes desnudas entregadas a la liturgia lustral del río:
Jóvenes venidas de las lomas / caminan desnudas… / De tanto mirarlas / nos juntamos…
…la esperaré en el río / para verla desnuda con la tarde
Cuando volví… / …decidí soñarlas vegueras y litúrgicas  (Voces)        
Cantando las mujeres / el río las desnudaba (Estación posible)
Las jóvenes se concretan en nombres propios:
…voy donde las Araujo /el corazón emprende el viaje…
Ana, Clara, Josefa /…bebiéndome el color lejano de sus ojos (Voces)
Aparecen los rasgos de bucolismo del páramo, casi mítico: como ninfas en su paraíso, las jóvenes mujeres se vuelven  flor (Hortensia, Orquídea, Azucena, en Estación posible). La desnudez de los cuerpos acentúa el carácter fusional con la naturaleza.
El plural da paso al singular, en la memoria del enamoramiento. Hasta experimentar que eso no basta….
En la huida / siempre buscabas el follaje….
(Yo siempre tuve un patio / para mirar el tuyo)
Culpa mía fue hablarte… (Cambural y Eco)
Espiar tu desnudez / no bastaba… (Con el río a la espalda)
La familia adquiere una presencia densa: el padre, la madre, los tíos…
Mi padre hacía sonar las alpargatas / con el canto de los gallos   (Voces)
Por esto tío Jesús / estuvo toda la tarde acuñando la pala (Con el río…)
Tío Romualdo / huele a piña y  a quinchoncho
…la tierra se desnuda / cuando mi padre desentierra yuca (Cambural y eco)
El ojo de la montaña… / borró las señas de mi tío Rumualdo (Fervor y páramo)
A los padres muertos dedica sus breves cantos:
Padre / Ayer no más fuimos casi pájaros…
Ayer se fue lloviendo goterones tristes / la mano que atizaba el fogón del traspatio. (Estación posible)
Padre, ahora estoy en la vida…. / Madre, ahora que te espero aquí…. (Fervor y páramo)
En el poemario más reciente (Fervor y páramo) el nieto Sebastián es la mirada fresca de los niños sobre la vida:
Voy a mirar con los ojos de Sebastián…. (Fervor y páramo)
Otros personajes rurales se hacen vivos: Don Chayo, el loco Antonio, la maestra Gladys (Voces). O los cantores Vicente y Rafael Sánchez López (Fervor y páramo). Son voces que acuden al llamado de la aldaba.
Don Chayo / adornado de mangos y culebras…
…el loco Antonio se lanzó del puente
La maestra Gladys nos pidió un paisaje…
La maestra Gladys… / Siete años camisa blanca / y mi cuaderno de miedos
Los campesinos y campesinas discurren en la obra discretamente, en sus actividades más propias: siembra y recogida de frutos, cargas de arena, tallas de madera (y de tierra –en metáfora-), lavado de ropa en el río…
Los areneros mañanearon… (Con el río a la espalda)
…esconde frutas en las cuevas / y cuando las vende saben a tiempo
…mi padre desentierra yuca… / …anotó una fecha / y dijo que el lunes iniciaremos el deshierbe (Cambural y eco)
oliendo a madrugada y a bloquera / coticeando en el patio
la piedra azul / y la tibia arena blanca donde lavaba
Crecimos entre imagineros / que tallaron la tierra con sus huesos (Estación posible)
Asoman lugares con nombre propio: La vega de Natividad, Quebrada de Cuevas… (Con el río a la espalda), Aguanegra (Cambural y Eco), la laguna de los Cedros (Fervor y páramo) que enraízan los textos en una geografía de montaña y río, de sendero y plantío.

Naturaleza viva
La naturaleza,  río, follaje y montaña, dotan al poemario de gran fuerza vital. Es una naturaleza –según ya se ha apuntado- que se funde con la vida humana. Lo que la naturaleza es, lo somos los humanos. Nos adentramos en ella y nos hacemos uno. La naturaleza es expresión de la vida misma. Nos enmontañamos y es la vida la que se protege.  Nos volvemos follaje.
…bordeando el cafetal / …barzal adentro        (Voces)
…siempre buscabas el follaje
volviéndonos follaje…
en busca del monte… (Cambural y Eco)
…enmontecida sombra del café… / …por donde irme enmontañando
Y corrió y corrió más tarde sobre el pasto/ ...su rostro campesino / de niña embarbascada (Estación posible)
El río se hace omnipresente. Una de las secciones lleva por título: Con el río a la espalda. El río es memoria de infancia, lugar de encuentros:
Camino del río / mayo retoñaba…
A la santa la echaron al río…
…la esperaré en el río
…semejaban el cauce desabrido del río (Voces)
Cada viaje / al río por agua…  (Con el río a la espalda)
Luego vienen otros ríos, la vida misma se hace río, lleva la carga de río. Lejos de la tierra originaria, y sin embargo:
Instalé un río en el cuarto…
Por la acequia vamos…
…otro río
El río mudó…
El río nos enraizaba (Con el río a la espalda)
Mañana voy al río… (Cambural y eco)
En el patio / que va a morir al río / alguien vela mi viaje (Estación posible)
Río difícil de pasar, mas río benéfico, que vuelve siempre, para bien de los areneros, con su nueva carga de arena:
pero el río no olvida (Con el río a la espalda)

Viaje de salida
Sin embargo, junto al enraizamiento que otorga el río, está su constante fluir. Y así como el río, la vida. Deja explícito que la vida es un viaje, como un río en su tránsito:
Allá en el patio / que va a morir al río / alguien vela mi viaje
Un hombre… / aún con la ciudad por cárcel / viaja, viaja, viaja
Hay que pasar un río…
Vamos pasando a tientas…
El trascurrir del río nos sostiene…
Y así se refiere una y otra vez la vida como viaje. El tema del viaje, tan presente en la literatura y al que ya hice referencia en el ensayo sobre el poemario Con el índice de una lágrima, de Wafi Salih, (http://cultura-barrio.blogspot.com/2015/09/sobre-wafi-salih-con-el-indice-de-una_23.html) lo traigo aquí reelaborado: en relación ahora con estos textos de Pedro Ruiz.
Respecto a los viajes en la literatura, ¿hace falta recordarlo? ¿es necesario señalar las estelas que llegan hasta nosotros? Es tópico antiguo del ejercicio de escribir. Anoto, por menos conocida, palabras de la antiquísima historia de Sinué el egipcio, en el contexto de la dinastía XII: "La fuga... no fue intencionada; no estaba en mi corazón y no la premedité… Ocurrió que se estremeció mi cuerpo, se impacientaron mis pies, me guió mi corazón y el dios que me predestinó a la fuga me arrastró". Más se conocen los relatos bíblicos de éxodos y retornos (José en Egipto, el pueblo por el desierto, las deportaciones asirias y babilónicas…). Como un hito en la narrativa se rememora la Odisea clásica de los griegos. Las salidas en  El Quijote se consideran inaugurales de la novela moderna. Contemporánea de Cervantes, Teresa de Ávila escribe su obra mística y poética mientras simultáneamente hace el relato de sus Fundaciones, en viaje de liberación sin retorno.
Entre los textos de narrativa venezolana, Viaje al amanecer, y Memorias de Mamá Blanca, se me antojan textos fundantes para nuestras evocaciones de infancia.
Tratándose de poesía, Hölderlin es un exponente  destacado del desplazamiento hacia el oriente mítico. El río Rhin lo guía con mano divina. Lo cito, pues ese elemento mítico y casi panteísta, por el que el ser humano se funde con la naturaleza y ésta con lo paradisíaco y lo divino, no anda lejos de varios de los poemas de Pedro.
Menciono, finalmente, a Palomares, de regreso a su tierra trujillana -principalmente en Paisano. Palomares, maestro de Pedro, deja una honda huella en él. Pero no se confunda, no se trata de mímesis el ejercicio de Pedro Ruiz, sino de una nueva creación, original desde su propia experiencia vital. Eso sí, con un mismo fondo andino, marcado por la naturaleza del río, la montaña y el páramo, y marcado por la esencia campesina. Y algo más que los hermana a ambos: el tránsito por la ciudad y el retorno a la raíz.
Así es que Pedro evoca el viaje de la vida de algunos de sus coterráneos.
..hizo su viaje a pie / y duró cien años (Don Chayo – Voces)
Estos rostros hicieron el viaje /en otros cuerpos / Hay mares de por medio
…todos los pueblos / se mudan los domingos / al viejo corazón de la ciudad
Y trae a cuento su propio viaje, buscando nuevos ríos, cruzándolos, a veces ríos crecidos, a veces aguas tranquilas….
…había prendido en mí / otro río
Miré las flores / y las aguas crecidas / ya no me hallaba en ellas
No hay lindero… / yo siempre supe / cuando debía cruzarla
Mi segundo viaje / me llevó hasta el paso de los hombres a caballo

Retorno: estación posible
Sin embargo, la estancia en “el viejo corazón de la ciudad” no es sosiego para el poeta, que lleva “el río a la espalda”, ni siquiera instalando un río en su cuarto, como dirá:
Vengo de las aguas tranquilas… / …instalé un río en el cuarto donde duermo
El recuerdo del ejercicio de adolescente es imagen del viaje de retorno adulto:
El río nos enraizaba / y en él / para el regreso / dejábamos mensajes escondidos
Y viene el retorno al río original, al sueño, después de haber surcado todos los mares:
Cuando volví al pueblo quince años después / ya había surcado todos los mares
Quiero al regreso… / volver al sueño (Amor, Entra / Sí, Entra / con el sueño…. había escrito Palomares en su obra El vientecito suave…)
Emprendamos el viaje temprano / en busca del monte
…voy buscando esa voz / entre regresos… / Quien oye la canción no parte (Cambural)
Abrid paso / a esta niebla que regresa / para que nazca el pueblo
Cuando regresamos / juntamos las ausencias

Además de la imagen del río al que se regresa, está la imagen de la estación buscada, lugar en que detenerse al retorno, estación posible que conecte con el pasado, estación que aún no se haya:
Cuando vuelves… plantas un bosque… / …te marchas / y dejas trinitarias
En los ojos del que regresa / viaja el mundo… / la noche oculta  la estación posible
…perdimos el camino / buscándonos
Se arrugó el regreso… (Estación Posible)

Conciencia social
El sentido social de los poemas de Pedro Ruiz, se hace palpable desde sus primeros textos. La memoria evoca las experiencias de trabajo, escasez de pan y el pan tierno de la cosecha.
…emprendía su viaje en procura de pan y claridad (Voces)
…el invierno largo y el pan corto… (Con el río a la espalda)
Hace siete meses / que fecundó el barbecho / y hoy en casa comemos pan tierno (Cambural y eco)
Surgen los rostros de los niños aguadores y llevadores de viandas:
Cada viaje al río por agua / era un centavo… medio día / era un pan:
Mañana llevaré una vianda grande (Con el río a la espalda)
Y el trabajo de los areneros:
…toda la tarde acuñando la pala
…iban a comprar hierros nuevos (Con el río a la espalda)
Por cuya actividad sentencia con juicio la madre:
La que ganan los areneros / se les vuelve agua (Con el río a la espalda)
Se agudiza el sentido social en Estación posible. Se descubre, al retorno, que la palabra ha perdido su vigencia, suplantada por leyes y cercas; que el pobre  ha sido despojado de sus tierras, desheredado… Busca y no encuentra, no haya vegas donde sembrar, todo ha sido expropiado por los terrófagos. Sólo queda ponerse -como jornalero- a las órdenes del patrón….
…busco heredades…
…hay muchas sombras peleándose la finca…
…creímos que la palabra era sagrada / esta tierra es un tesoro.
Después vinieron ellos / leyes y alambre  /por eso somos jornaleros
-dijeron los baquianos- / tierra no queda …
todo cuerpo ya fue poseído / y toda tumba es una flor
somos puras heridas… / …hay siembras…. / …donde haya un patrón que nos arriende
…envuelto en su neblina / subió el desheredado… / …voces heridas resuenan
Pervive la memoria. Siglos y siglos de la misma historia. Los antepasados  narran el despojo.
…buscando vegas / desde hace siglos traemos esta sed.
Ayer nomás por donde usted camine o mire / Ya sembrábamos.
…en la tarde nos contaba heredades. (Estación posible)
El viaje de retorno se hace así reencuentro con la injusticia. Es difícil ese retorno. El pasado es imposible. En el reencuentro se abre la distancia. La Estación posible, es un nuevo espacio de justicia aún por hacer.

Música ancestral
Al regreso, se hace necesario reinventar el prado, florecer.
Aún es tiempo de florecer… / reinventar un prado para vernos (Cambural y Eco) (“Amor Amor Mira Ha llegado el tiempo de florecer”, comienza Palomares El vientecito…)
La música es buena guía para ello. Especialmente se recogen sus acordes en Fervor y páramo:
…voy a tocarte y a cantar contigo… / cantaré como un gallo de páramo… / Abuelo oiga cantar el día…
…nace ahora la música… / …escuché el silbido en el ojo del agua / y aprendí a caminar de la mano de un pájaro.
Como si yo fuere cantando con Rafael Sánchez López… / …y escucho la canción de RSL
Sin embargo, la música del regreso es una música con tonos tristes, que ha sido palpada por la muerte. La canción altiva del gallo, o la música primera del río se han apagado.
El gallo altivo que canta  a mediodía…
Se quiebra la hoja / y el río ya no es mi canción…
Es la hora de la canción en la sombra. Los seres queridos ya difuntos lo acompañan. Ahora que comienzas a cantar…. –dirá al hermano muerto.
...comienzo a escuchar esta tonada / de antiguos labrantíos…
Tocar el violín sobre un campo de trigo / hizo la música de esta laguna de Los Cedros / por donde voy con este tono de velorio / que sembraran los cantos de Vicente. // Alguien… / …toca ese antiguo violín…
…fui haciéndome noche / por esa canción extraviada…

Reencuentro con los muertos-vivos
El regreso es, directamente, encuentro con el dolor. Pero reencuentro con la sombra de los idos, con su silencio:
Un dolor ancestral talló la raza de donde provenimos
El trascurrir del río nos sostiene / fúnebres  a medianoche (Estación Posible)
Ayer nomás enterramos a Teófilo / uno de los últimos sembradores
En mi pueblo el luto es un silencio largo
Especialmente, es encuentro con su padre y su madre, y con su hermano: manos que guían, sonido y silencio, mirada, olores, milagro de la vida… Están vivos, presentes.
..entraré en el río de donde vengo / de la sagrada mano de mi padre muerto
Mi padre entonces se levanta / y la oración mil veces repetida / comienza  a recrear el sonido del alba
Así se fue llenando esta casa de presencias mudas…
…y somos este paisaje adentro del alba / que es esta mirada del que ya no está…
Guardo de ti el olor de las hojas padre mío. /…Estoy en ti todos los días…
Madre, … / donde ocurra un milagro has de ser tú…
…hermano… / ese adiós insistente donde nos encontramos… (Fervor y Páramo)

Fervor del páramo
Este reencuentro con sus seres queridos difuntos dota a los poemas de  una tonalidad de fe profunda en la vida, que no se agota con la muerte de cada individuo… La naturaleza sigue su curso, montañas, ríos y páramos. Los campesinos sembramos flores:
Tengo un paisaje por transitar / y voy allí a sembrar un flor
Y nos sembramos. Finalmente, atravesamos los ríos de la vida, nos sembramos al voleo, somos hoja que se pudre, semilla que se entierra… Es el sueño de hacerse tierra con la tierra, campesino nacido de la tierra y a la que vuelve:
Ido de antiguas sementeras / sueño sembrarme….
No es simple ceniza, polvo muerto, sino tierra fecunda de vida:
  No seré sólo levedad de ceniza
¿Qué queda de la palabra poética? Si bien, cuando …el paisaje desfallece. / Nos queda la palabra (Estación posible), en coherencia con el verbo breve, y el verso sencillo, escribe Pedro:
Toda la escritura del corazón cabe en una hoja… (Estación posible)
Y aún más radicalmente, la palabra cede en la noche de la vida:
Naces a la noche desnudo de palabras (Cambural y Eco)
La palabra finalmente se vuelve viaje perenne
Viaje por toda palabra…. (Fervor y páramo)

La única mención de Dios en el poemario apunta a la dimensión de esperanza y renovación de la vida. En los niños la vida se abre a la novedad. Dios es novedad:
Debe haber en los ojos de Dios / un pequeño muchacho que como yo vaya cantando (Fervor y páramo)

Así es que Fervor y páramo culmina el poemario apostando a una espiritualidad de la vida que se nutre de la naturaleza (el fervor del páramo, el silbido del ojo del agua), la memoria de los ancestros (el padre que se levanta y recrea con su oración los sonidos del alba) y un Dios acompañante de nuestros cantos.

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