lunes, 19 de diciembre de 2016

Cielos descalzos, juego sagrado




La poesía, en su función original como factor de la cultura primitiva,
nace en el juego y como juego
Johan Huizinga

El holandés Johan Huizinga (1872-1945) escribió su Homo Ludens en 1938. En este texto afirma que la poesía es “un juego sagrado, pero, en su carácter sacro, este juego se mantiene constantemente en la frontera de la alegría desatada, de la broma y de la diversión”. El deseo de belleza “se siente como prodigio, como embriaguez de la fiesta, como arrobo”. [1]
La asociación del juego con la cultura, desde J. Huizinga, o de la infancia y el juego con la historia (con lo sagrado, el rito y la danza) como propone Agamben en Infancia e historia, nos sitúa bien para afrontar la lectura del poemario de Wafi  Salih: Cielos descalzos.
Cortázar define el juego no como algo infantil, sino como “una actividad profundamente seria, el juego como algo que tiene su importancia en sí, un sistema de valores, que pueda dar una gran plenitud a quien lo está practicando” [2].
El vínculo del juego con la poesía es más específico. Beatriz Osés García[3] identifica tres rasgos que hermanan poesía y juego: libertad, gratuidad y creación. Se puede decir que la asociación del juego con el arte, la literatura (Cortázar) o la poesía (de nuevo Huizinga) estriba en su carácter libre (aunque paradógicamente reglado: “se desarrolla dentro de ciertos límites de tiempo, espacio y sentido, en un orden visible, según reglas libremente aceptadas” –dice Huizinga), gratuito (“fuera de la esfera de la utilidad o de la necesidad materiales” –de nuevo Huizinga) y creador.

Tratándose de literatura infantil, mal llamada con frecuencia literatura para niños –me advierte con toda verdad mi amigo Armando Hernández Quintero, escritor y profesor de literatura-[4], la simbiosis juego y poesía aún es mayor. La infancia es la etapa de la vida en la que aún el mundo mercantilista del trabajo no se ha apropiado de los corazones humanos -como lo hará en muchos casos hasta reducir el juego al entretenimiento del no-vivir-, el juego es aún arte sagrado de creación, ejercicio progresivo de humanización. Desde estas claves acerco el texto de Wafi Salih, Cielos descalzos, a sus posibles lectores.

El haiku como juego
El haiku, un tipo de poesía que en autores como Basho o Issa adquiere características místicas o espirituales, sin perder esta dimensión -o quizás precisamente para mantenerla-, es en Wafi tratado con un tono lúdico que en el presente ensayo pretendo rescatar.
La poesía como juego se muestra en primer lugar en el juego de palabras, presentes tanto en la antigua poesía popular, los trabalenguas y dichos rimados, como en los juegos fónicos, anomatopeyas y cambios de acento de las palabras, la prefijación, la sufijación, la división del discurso, o la construcción artificiosa de la frase. Rafael Alberti o Gloria Fuertes son exponentes destacados en la lengua castellana contemporánea de estos juegos lexicales.
Huizinga se detiene en el haiku japonés:
…en su forma actual es un pequeño poema de tres versos de cinco, siete y cinco sílabas, respectivamente, casi siempre expresión de una tierna impresión de la vida de las plantas o de los animales, de la naturaleza o de los hombres, a veces cargada de cierta melancolía y otras con rasgos de humor ligero. […] Primitivamente el haikai fue un juego de rimas encadenadas, que uno iniciaba y otro proseguía.
refiriéndose en particular al juego poético que realizaban Batsho y sus discípulos.[5]
Beatriz Osés García –en el enlace ya citado- se suma a esta descripción del haihu como juego, a partir de su forma breve, concisa:
…un juego con un puzzle de muy pocas piezas, con la esencia de las palabras, con un estilo desnudo y, al mismo tiempo, sugerente y lleno de matices, con la posibilidad de crear pozos y abrir diferentes niveles de lectura, de provocar diversas interpretaciones y de despertar alguna reacción en el lector.
Las repeticiones sum, sum; salta, salta, así como el abundante uso de diminutivos (cangurito, fantasmitas, monito, ratoncito, pececitos, sirenitas, caballitos, farolitos, pijamitas, piedritas, gordito…) en los haikus de Wafi Salih que refiero aquí, expresan esta dimensión lúdica en el uso de las palabras.

Lo lúdico como proceso de hacernos personas
Pero, retomando a Huizinga, en segundo lugar se muestra el juego en las temáticas asociadas al poema.
No solamente en la forma exterior del discurso existe una conexión entre poesía y juego. De manera igualmente esencial se nos presenta en las formas imaginativas y en los motivos, y en el modo en que éstos operan y se expresan. […] …el substrato es una situación de la vida humana o un caso de sensibilidad humana apropiados para comunicar la tensión a otros.
Sobre estas situaciones de la vida me detengo. Los haikus de Cielos Descalzos van describiendo distintos tipos de juego, que corresponden a los que los psicólogos en la línea de Piaget, han identificado como procesos del desarrollo evolutivo humano. Las dos primeras fases resultan relevantes para el acercamiento a los haikus de Wafi Salih: el juego funcional o de ejercicio y el juego simbólico.

El juego funcional tal como lanzar, esconderse, caminar, golpear…, que permite el dominio del espacio, se expresa en este haiku de Cielos Descalzos:
Salta salta / en su saco de dormir / el cangurito
El juego simbólico se muestra en sus más variadas vertientes.
Como interacción con la naturaleza, niña-manzana:
Esa niña come  / esa manzana redondita / un mundo rojo
Como interacción social, niña en el juego del alimón:
Detrás del árbol / una niña en esa foto / juega al alimón
Como sustitución de objetos, cometa por odalisca:
En el cielo / una odalisca de papel / mi cometa
Como sustitución de la naturaleza, mangos por luces de árbol navideño:
Titilan para mí / como árbol de navidad / los mangos
O, en otros haikus: piedritas por soldados, sol por señor gordito, dibujos en la arena por muñecas, calas blancas por fantasmitas.
Como sustitución de animales:
Pueden leerse los haikus de Wafi Salih, desde lo que Beatris Osés García confiesa:
En la mayoría de mis poemas recurro a los animales para crear imágenes poéticas. La animalización es un medio para distanciarme y, al mismo tiempo, hablar con libertad de los animales que llevamos dentro. Estos personajes conectan con el tiempo de la infancia y con la tradición. Me permiten el juego de la inversión, la vanguardia y la ruptura con lo previsible.
Para el lector –amplío su receptor, que ella concreta al aula-:
…resulta divertido, incluso liberador, aceptar esta propuesta para voltear la realidad y buscar otra más original, más equilibrada o más justa.

Los animales que somos
La presencia de haikus relativos a animales en el texto de Wafi operan del mismo modo: transformados en otra cosa, permiten imaginar un mundo más justo…. Permiten, además, descubrir los animales que cargamos en actitudes y conductas.
Como hicieran las antiguas fábulas, algunos de estos haikus lanzan un reflejo sobre nuestra sociedad, con sus  cautividades, trabajos forzados, guerras, mercado de pobre, poderes monárquicos. Y al hacerlo con humor, desbaratan su pretensión de poder dominador: luciérnagas cautivas, tanque de guerra, bolsa de mercado o rey viquingo están allí para burlarlo.
Otros haikus desprestigian la apariencia asentada en el mundo urbano, tanto como el discurso vacío de ciertos círculos sociales: los ponen en entredicho. Así el monito de circo, el cisne o esta gallina:
Señora con fustán / la gallina clueca / no deja de parlotear

El disfraz de los héroes
Las acciones humanas y los oficios aparecen en los haikus de Wafi al modo de otra sustitución simbólica, la del disfraz. En esta ocasión, con una valoración más positiva. Dice Huizinga, refiriéndose a la personalidad del héroe, que mantiene la tensión en los textos literarios:
…el héroe lleva una máscara, se presenta disfrazado, encierra en sí un misterio. De nuevo estamos muy cerca del ámbito del viejo juego sagrado, del ser escondido que se revela a los iniciados.
En Cielos Descalzos, ratoncito y gato, panadero y caballero, pasan por héroes:
Un caballero / mi gato con bufanda / en el invierno
Tiene aires  /  este ratoncito blanco / de panadero

Otro mundo posible
Pájaros y peces surcan la poesía, son voces que la habitan –dice Beatriz Osés García. Así son los haikus de Wafi Salih: gaviota-pañuelo sobre la playa, pececitos sin prisa, pájaros volando.
Van sin prisa / pececitos de colores / pájaros de agua
Anuncian otro mundo posible, el de la poesía y la fiesta, con justicia y sueños cumplidos: alas de cristal (transparencia del mundo), versos de agua que la naturaleza plasma (el pulpo), la celebración de la vida y de la noche que alumbran los cocuyos.
Es mundo en el que el pobre es visibilizado:                                                    
Son farolitos / en el rostro del pobre / los cocuyos                                 
Las ovejas –signos del insomnio desestabilizador- también duermen empijamadas:
Visten las ovejas  / del niño de su cama / pijamitas blancas

El estado de ánimo
Termino con Huizinga:
El estado de ánimo que corresponde al juego es el arrebato y entusiasmo, ya sea de tipo sagrado o puramente festivo, según el juego, a su vez, sea una consagración o un regocijo. La acción se acompaña de sentimiento de elevación y de tensión y conduce a la alegría y al abandono.
Esto se muestra en los haikus de Wafi, en los que la presencia del yo se hace determinante. Mares y cielos, estado de ánimo de elevación y abandono:
Una sirenita  /  galopa en mis sueños / caballitos de mar
Cuando la miro  / la jirafa parece / tocar el cielo
El entusiasmo admirativo se hace evidente en estos versos:
Ah mariposa / tus alas entre las flores / confundidas

Cielos descalzos, juego sagrado
Descálzate, la tierra que pisas es sagrada (Ex 3,5) -dirá YHVH[6] a Moisés en el texto de la Torá. Es tradición que aún conserva el Islam entre su ritual religioso. Nos descalzarnos para acercarnos a la tierra nueva, al mundo de los sueños, para entrar en él respetuosos, con tiento; para acceder al mundo de la infancia como ante el bebé dormido, para no despertarlo… Y sorprendentemente observamos que son los cielos los que se han descalzado…. han entrado a nuestro mundo de puntillas o, con los versos de Wafi, sutilmente rondándonos, como si de un juego se tratara:
Rondan las flores  / el sum sum de las abejas / cielos descalzos
¿Aceptamos entrar en el juego?




[1] Johan Huizinga. Hommo ludens. Alianza / Emecé. Madrid 1972, capítulo 7, poesía y juego; 
el texto en la red: patriciadamiano.blogspot.com/2016/02/johan-huizinga-homo-ludens-7-juego-y.html
[2] Revelaciones de un cronopio
[3] Ver el excelente texto  breve http://www.centrocp.com/el-juego-de-la-poesia
[4] Evocamos Los viajes de Gulliver o Alicia en el país de las maravillas, como referentes paradigmáticos para no confundir la literatura infantil con literatura para niños.
[5] Haïkaï de Basthô et des ses disciples, trad. de K. MATSUO y STEINILBER-OBERLIN, París, 1936; citado por Huizinga.
[6] Transliteración invertida del nombre hebreo del texto sagrado, sin vocales, para evitar –en lo posible- discusiones de escuela.

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