lunes, 30 de enero de 2017

Haikus y sensualidad, en Wafi Salih


Amor y sensualidad en los haikus de Wafi Salih

Le han dicho a Wafi, según alguna vez confesó, que por qué no escribe poesía erótica. Ella piensa que lo hace, de modo sutil, metafórico. Es oportuno citar a Octavio Paz, en La llama doble[1]:
El erotismo es sexualidad transfigurada, metáfora. El agente que mueve lo mismo al acto erótico que al poético es la imaginación. Es la potencia que transfigura el sexo en ceremonia y rito, al lenguaje en ritmo y metáfora…el erotismo es una metáfora de la sexualidad animal. ¿Qué dice esa metáfora? Como todas las metáforas designa algo nuevo que está más a allá de la realidad que la origina, algo nuevo y distinto de los términos que la componen... Lo mismo sucede con el erotismo, dice o, más bien: es, algo diferente a la mera sexualidad (p. 10).
Y en esta otra página:
El fuego original y primordial, la sexualidad, levanta la llama roja del erotismo y ésta, a su vez, sostiene y alza otra llama, azul y trémula: la del amor. Erotismo y amor: la llama doble de la vida (p. 7).
En este marco, pero sin entrar en distinciones puntuales respecto a lo erótico, sexual, sensual y amoroso, que otros han hecho con profusión, me acerco a los haikus de Wafi Salih sondeando su sentido de lo relacional, su sensualidad, su temática amorosa y de ahí tal vez su sutil erotismo.
Revisando los tradicionales haikus, principalmente de Issa, Basho y Buson, ciertamente el erotismo no aparece entre sus rasgos destacados. Sin embargo algunas indicaciones alusivas a lo erótico, o al menos a lo sensual y amoroso, pueden descubrirse, especialmente en Basho. Se ponen de manifiesto en:
a) los enunciados corporales (labio, piel, nariz, mano, corazón).
b) las acciones de comer, morder o abrazar
c) los olores y sabores, como elementos sensoriales
d) los elementos visuales, en particular los colores rojo, blanco y verde
e) la presencia explícita del amor y los amantes
Este mismo esquema intentaré seguir destacando varios de estos elementos en los haikus de Wafi:

a) Enunciados corporales

Los labios fríos, expuestos al viento de otoño, insinúan apenas lo corporal en este haiku de Basho:
Si hablo / tengo frío en los labios / viento de otoño.
En Wafi se despliega la sensualidad en diversas menciones, de boca, labio, codo o pezón. Amargor o dulzura en la boca y los labios:
Mitigan algo / el almíbar de estos nísperos / en mi boca (HF)[2]
Para todo /  Amargo /  entre los labios (Haire)
Y más explícitamente amoroso en éstos:
Besa la noche / los labios del amante / abandonado (PN)
Muerde el codo / el labio / el pezón (Agrego, por su significatividad, y a modo de excepción, este fragmento de un poema breve que no es haiku, tomado de Con el índice de una lágrima).
El corazón tampoco aparece con frecuencia en los maestros japoneses tradicionales citados, si se exceptúa a Basho, quien escribe:
Resignado de corazón / A exponerse al tiempo, / El viento me atraviesa.
Flores de ciruelo / la nariz, el corazón.
Confía al sauce el hastío / y el deseo de tu corazón.
En la noche sin estrellas / me guía el corazón.
No obstante se destacan en Issa un par de haikus más:
Viento de otoño… / ¡Cuántas cosas pesan / en el corazón de Issa!
Para el corazón / que no duda, / las blancas flores del ciruelo.
Wafi menciona el corazón a lo largo de toda su obra, si bien destaca en modo notable en Consonantes de agua. Curioso el ejercicio de revisar su mención descubriendo las ausencias en el corazón durante los primeros poemarios, y el abrazo, la frescura y el palpitar del amor, en los últimos.
El corazón / sin raíces / me abandona (CN)
El corazón / sobre lo lejano / detenido (Haire)
En la senda flores / y en el corazón tu ausencia / junto a la luna (Halba)
Campanadas / alas en el corazón / agita el viento (PN)
Ningún pájaro / vuela hacia mi corazón / en el invierno (PN)
Rostro ausente / caligrafía del corazón / cada suspiro (Caire)
Detente, detente /  corazón de libélula /  el sol te quema (VH)
La angustia: / Luciérnagas en ronda /  sacuden el corazón (VH)
Todo en calma /  y sin embargo el cucú / del corazón (Cagua)
El rocío se ha ido / de la hierba, el alba / y el corazón          (Cagua)
Se ha derribado /  un cedro del Líbano / en mi corazón (Cagua)
Cubre la montaña /  y abraza mi corazón / este sol que arde (Cagua)
Lección de zen / la frescura del alba / en el corazón (Cagua)
Toc, toc, mi corazón /El paraíso de tus manos / tras una puerta (HF)
El abrazo y las manos, recién mencionados, abren el tema que sigue.

b) Acciones: tocar – rozar

Ausente en los haikus de Issa, Basho o Buson, el verbo tocar aporta un elemento más a la condición amorosa de los haikus de Wafi, bien sea que se refieran a la naturaleza, en la dialéctica propia de lo erótico (mariposa-rosa = caricia-dolor), o  al cuerpo humano.
Octavio Paz caracteriza al amor -así como al erotismo- como una experiencia dialéctica; positiva y negativa:
Oscuramente sabemos que vida y muerte no son sino dos movimientos, antagónicos pero complementarios, de una misma realidad. Creación y destrucción se funden en el acto amoroso; y durante una fracción de segundo el hombre entrevé un estado más perfecto (El Laberinto de la soledad[3], 83).
Es posible descubrir esta doble vertiente en los haikus que siguen: el roce suave de la punta de los dedos y el tocar acariciante de las manos, frente a las heridas causadas por las espinas.
He tocado / con la punta de mis dedos / la mariposa (Cagua)
Tarde sin ti / en la hoja del cerezo / toco tus manos (PN)
¡Ah! la crueldad / mis manos heridas / por tocar la rosa. (Halba)
La referencia al “estado más perfecto” puede asomarse aquí:
El absoluto / estos dedos que rozan el pétalo / de una flor (Caire)
Caricia, por otro lado ausente en los haikus tradicionales, que asoma en Wafi:
Tiene mi mano /  demasiadas caricias /  para cerrarla (PN)
Dobla el bambú / cuando lo acaricia el viento / su dura espalda (HF)

c)  Sed, aliento, fuego, desnudez

Frecuentes en otros poemarios de Wafi, en relación con sus haikus aparecen aquí tres de estos términos, sed, aliento y fuego, terminología típica de la poesía erótica:
Pueblo sin río / arroyos del cielo/ calman la sed (PN)
Hablas de amor /  indiferente la brisa /  enfría tu aliento (VH)
Cuando yo muera /   harán mis cansados huesos / honor al fuego (HF)
Con más profusión aparece el término desnudez. Los pies, el cuerpo todo, el alma y hasta la misma luna, lucen desnudos:
Amor lejano / el calor de otoño / en mi pie desnudo (Halba)
Pies desnudos /  la arena del camino /  cielos descalzos (Halba)
Me desnudo /  borro lentamente /  cada palabra (VH)
Aguas termales /  mira un búho desde una rama /  mi desnudez
Rudo invierno / tiene prisa mi alma / por desnudarse 
Sobre el tejado / la desnudez de la luna  / ronronea el gato (HF)

d) Olores y sabores, como elementos sensoriales

Son sensaciones presentes en Basho como experiencia natural grata o repugnante:
Al olor del ciruelo / surge el sol / sobre el sendero de montaña.
¡De qué árbol en flor no sé / pero qué perfume!
Perfume de crisantemos / suelas usadas en el jardín.
El perfume de las orquídeas / en las alas de las mariposas / empalaga.
En Wafi se hacen evocación de otras experiencias humanas y relacionales, que apuntan a lo sensual. En el ámbito íntimo de casa-cocina:
Cae la lluvia / aroma a hierbabuena / llena la casa (HF)
Es un poema / el olor del romero / en mi cocina (HF)
En la intimidad de la lágrima, la tumba o el propio pensamiento:
Quién lo diría /  el olor de las peras /  me ha hecho llorar (HF)
Perfuma la noche /   la rosa que guarda /  mi pensamiento (Cagua)
Sobre su tumba /  germina un poema /  perfuma la luna (Caire)
Simbología dual de la luna que representa la vida y la muerte, como el erotismo. La luna puede simbolizar, la soledad como peligro, la muerte en la tumba, el mundo de las tinieblas, y también la otredad, acaso inalcanzable, que el poema intenta. En asociación con las flores, lirios y jazmines, se registran los perfumes:
Cuando te veo /  una flor invisible /  perfuma el aire (VH)
Lirios blancos /  pañuelos perfumados /   para el amante  (Cagua)
Huele a jazmín /  el hueco de tu mano /  junto al espino (HF)
Aroma de jazmín / en la flauta del amante /  nace el mundo (HF)
El hueco de una mano-otra, los pañuelos evocadores, la flauta del amante, reflejan la sed de otredad de la que nace el mundo.

e) Los elementos visuales, en particular los colores rojo, blanco y verde

El blanco de la pureza, del rocío y la flor; el verde de la juventud, la esperanza y la promesa; el rojo del calor y el sol. Son las formas luminosas de lo sensible, al modo como lo expresan los maestros japoneses:
De Basho:
Nunca olvides / El gusto solitario / Del blanco rocío.
El crisantemo blanco / el ojo no encuentra / la menor impureza.
¡Ah, qué glorioso! / Las jóvenes hojas, las verdes hojas- / Brillando al sol!
El sol rojo brillante, / Implacablemente caliente,  / Pero el viento es de otoño.
De Buson:
Blanco rocío en la zarza; / Una gota / En cada espina.
Te marchas tú; verdes son los sauces, largo el camino.
Lleno de esperanza y promesa. / El castillo en la cima,/ Cubierto de verdes hojas.
Ciruelas verdes; / Las cejas de la belleza / Se juntan.
De Issa:
Esta mañana, un cielo rojo / Para ti, caracol: / ¿Estás contento?
En los haikus de Wafi se nombran el blanco de la nieve y de los jazmines; el verde del perejil; y el rojo de la manzana. Canto y nostalgia se cubren de luz.
Verano blanco / contra la roca: / el río canta (Halba)
Esta nevando / la noche más negra / viste de blanco (PN)
Ofrendan la noche / los blancos jazmines / bajo la lluvia (VH)
Hoy la neblina /  viste de blanco /   tanta nostalgia (Cagua)
Los insectos /  tejen sobre el perejil / verdes canciones (Caire)
Esa niña come  /  esa manzana redondita: / un mundo rojo (CD)

f) Las flores (que bien merecen un estudio aparte)

Las flores apuntan a lo sensible, al movimiento y al encuentro. En este haiku de Basho, los pétalos gimen y caen, y se vinculan al agua saltarina.
¿Los pétalos de la rosa amarilla / gimen y caen al oír / el agua saltarina?
En Honor al Fuego, de Wafi Salih, se leen éstos, que relacionan sol con girasol, en un movimiento de búsqueda; o luz con cerezo, en feliz desposorio:
Busca su rostro / en el sol naciente / el girasol
¡Es un poema! / he desposado la luz  / con el cerezo
El desposorio de la luz, refuerza lo ya señalado del matiz amoroso o pasional de los colores. Los lirios muestran la transformación estacional. Tal vez en otoño, ven la tormenta desde el interior (están vivos). En el invierno yacen secos. ¿Son los lirios secos la expresión de un amor en declive?
Por mi ventana / los lirios del comedor / ven la tormenta  (HF)
En el invierno / junto a la chimenea / un lirio seco (HF)
Un interesante contrajuego con la mitología religiosa, con evidente carga de erotismo, en este caso se ve reflejado en el siguiente haiku, en el que la serpiente tentadora ha desaparecido, pero también la deidad vigilante:
Sin serpientes / solo para mi mano / la rosa, el lirio (PN)
Los olores de estas flores introducen otro elemento en la sensualidad leve de los haikus de Wafi. Así es Basho:
Flores de ciruelo / la nariz, el corazón.
Y así mismo en los textos de En Honor al fuego:
Es un poema / el olor del romero / en mi cocina
Estoy olvidando / por las rosas del delantal / mi traje de seda
Otros olores de flores, lirios y jazmines, anuncian al amante:
Lirios blancos /  pañuelos perfumados /  para el amante (Cagua)
Aroma de jazmín /  en la flauta del amante /  nace el mundo (HF)
Lirios blancos / pañuelos perfumados /  para el amante (Cagua)
El amante ve /  en una flor diminuta / cigarras tristes (Cagua)

g) La presencia del amor y los amantes

En el haiku tradicional de los maestros japoneses, son sólo unas pocas las referencias a los amantes, aunque como en Basho estén referidas al amor fugaz, a la experiencia vital de la transformación: nada permanece.
No llores / insectos, amantes, estrellas / también partirán. (BASHO)
Por el contario, amantes y amor abundantísimos en Wafi, aparecen con otras claves, cercanas a las consideraciones antropológicas de Octavio Paz.
El hombre es nostalgia y búsqueda de comunión. Por eso cada vez que se siente a sí mismo se siente como carencia de otro, como soledad (...) La plenitud, la reunión que es reposo y dicha, concordia con el mundo, nos esperan al fin del laberinto de la soledad.  (El Laberinto de la Soledad, 82).
Octavio Paz asoma en este apéndice a El Laberinto de la Soledad, que el amor es la respuesta a la soledad; que sólo el amor posibilita la comunicación y que ésta desde luego anula la soledad; la alienación en la que nos hallamos. Es a lo que se refería, desde la psicología, el reconocido Erich Fromm, en sus obras clásicas: El arte de amar, Y seréis como dioses (entre otras). Nostalgia, búsqueda de comunión, ausencia y deseo, y también desencuentros e ingratitudes, son los temas por los que transita Wafi en su paso por el tema amoroso. Véanse algunas muestras.
La nostalgia en Vigilia de huesos:
Noche muda / el corazón del amado / canta en mí
Cuando te veo /una flor invisible / perfuma el aire
Pero también el desencuentro:
Vacía para mí / colmada de palabra / ésta: tu carta
Borra tu huella  / la niebla, el dolor / y estas lágrimas
Hablas de amor / indiferente la brisa / enfría tu aliento
O incluso la ingratitud del amante, ahora en otros poemarios:
Amante ingrato /  con la brisa las ramas /  dicen tu nombre (Halba)
Amado ingrato / la luna de esta noche /me pertenece (PN)
En Caligrafía del aire un grupo de haikus nocturnos reflejan de nuevo la añoranza. En semejanza de naturaleza y amado, la voz del amado se hace semejante a la tormenta, su sonrisa es luz que ilumina la oscura noche:
Medianoche / esta tormenta / trae tu voz
Noche sin luna / la luz me llega / de tu sonrisa
En A los pies de la noche se lee:
El amante /  contemplando la noche /  la traduce
Rostro de sol / el amante en la noche /  iluminado
Amor de ayer / a los pies de la noche / una fragancia
Se podrían agregar, de En honor al fuego:
Amado mío  / me miro en el espejo / y veo tus ojos
Toc, toc, mi corazón /El paraíso de tus manos / tras una puerta
Los amantes de En honor al fuego, bajo la lluvia o en el otoño, expresan la esencia de la vida en sus diversas etapas:
Se estremece / la sombra de los amantes / en la pared
Amor de otoño / se entrelazan las manos / para el invierno
Ancianos, ella y él / siguen elevando cometas / cuando se miran
Enamoradas  /  dos cometas en el cielo / ¿O son la misma?
Otros versos refieren la ausencia de la persona querida:
Negra noche / igual a otras / donde no estás (Caire)
Amor lejano / el calor de otoño / en mi pie desnudo (Halba)
Viento y suspiro, son caligrafía del aire, caligrafía del corazón deseante:
Cuando te vas / murmullo de alas / trae el viento
Rostro ausente / caligrafía del corazón / cada suspiro
Amor distante / suspira el viento / toda la noche
La realidad de la soledad se expresa en Vigilia de Huesos:
El humo del café /  calienta la madrugada /  del amante solo
Caligrafía del corazón, en juego con el título del poemario, Caligrafía del aire, establece una pista para leer algunos haikus más:
Tras la lluvia / más fresco el aire / también el alma
La primavera / desata sus cabellos / sobre mi almohada
En Honor al Fuego, lluvia y suspiro, nieve y huella, remiten también al amado:
Blanca tan blanca / como fila de ángeles/ tu huella en la nieve 
Suspira por ti / esta lluvia que cae / menuda, lenta
Y estos otros versos de amor y agua:
Desde aquel día /  el amante en el agua /  mira su rostro (PN)
Desde el puente / fatigan los amantes / el agua quieta (Halba)
Volviendo a Octavio Paz, sobre erotismo y poesía:
La relación entre erotismo y poesía es tal que puede decirse, sin afectación, que el primero es una poética corporal y que la segunda, es una erótica verbal. Ambos están constituidos por una oposición complementaria. El lenguaje- sonido que emite sentidos, trazo material que emite ideas incorpóreas- es capaz de dar nombre a lo más fugitivo y evanescente: la sensación. (La llama doble, 10)
Esta relación entre amor y poesía, esta erótica verbal, se evoca en otro conjunto de haikus, en los que se hace mención explícita al ejercicio de la escritura amorosa, al verso de amor o, más abundantemente, a la carta de amor:
Versos de amor /  en el idioma del aire /  sonríe un niño (PN)
Cartas de amor / bajo las estrellas / palabras mudas (Halba)
Amante ausente / cartas de amor /   queman la noche (Halba)
Carta de amor /  tiemblas letras dormidas /  sobre el papel (PN)
Escribe el cielo / una carta de amor / cada mañana (HF)
Soy los latidos / en las cartas de amor / de mis abuelas (HF)
Una cita más de Octavio Paz, apunta a la relación del amor con la muerte y con la temporalidad.
Y le pedimos al amor… que nos dé un pedazo de vida verdadera, de muerte verdadera. No le pedimos la felicidad, ni el reposo, sino un instante, sólo un instante, de vida plena, en la que se fundan los contrarios y vida y muerte, tiempo y eternidad, pacten. (El Laberinto de la Soledad, 83).
En voz poética de Benedetti: …una mujer desnuda y en lo oscuro / una mujer querida o a querer / exorciza por una vez la muerte (La buena tiniebla). Voz de varón, en este caso, con riesgo de volverse cosificadora, pero apuntando a ese instante de vida plena del que habla Paz. Desborde de tiempo y espacio, pacto de contingencia y eternidad, que Wafi recoge –más inclusivamente- en este haiku, con el que cierro:
En el río /  los amantes desbordan /  la inmensidad (VH)



[2] Cito los poemarios de Wafi Salih por su abreviatura: CN = Los cantos de la noche,  Halba = Huésped del alba, PN = A los pies de la noche, VH= Vigilia de huesos, Haire = Las horas del aire, Cagua = Consonantes de Agua, CD = Cielos Descalzos, HF = En honor al fuego; Caire = Caligrafía del aire.
[3] En http://www.hacer.org/pdf/Paz00.pdf (1992), Fondo de Cultura Económica, Madrid.

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