La poesía, en su función original como factor de la cultura primitiva,
nace en el juego y como juego
Johan Huizinga
El holandés Johan Huizinga
(1872-1945) escribió su Homo Ludens
en 1938. En este texto afirma que la poesía es “un juego sagrado, pero, en su
carácter sacro, este juego se mantiene constantemente en la frontera de la
alegría desatada, de la broma y de la diversión”. El deseo de belleza “se
siente como prodigio, como embriaguez de la fiesta, como arrobo”. [1]
La asociación del juego con la
cultura, desde J. Huizinga, o de la infancia y el juego con la historia (con lo
sagrado, el rito y la danza) como propone Agamben en Infancia e historia, nos sitúa bien para afrontar la lectura del
poemario de Wafi Salih: Cielos descalzos.
Cortázar define el juego no
como algo infantil, sino como “una actividad profundamente seria, el juego como
algo que tiene su importancia en sí, un sistema de valores, que pueda dar una
gran plenitud a quien lo está practicando” [2].
El vínculo del juego con la
poesía es más específico. Beatriz Osés García[3]
identifica tres rasgos que hermanan poesía y juego: libertad, gratuidad y
creación. Se puede decir que la asociación del juego con el arte, la literatura
(Cortázar) o la poesía (de nuevo Huizinga) estriba en su carácter libre (aunque
paradógicamente reglado: “se desarrolla dentro de ciertos límites de tiempo,
espacio y sentido, en un orden visible, según reglas libremente aceptadas”
–dice Huizinga), gratuito (“fuera de la esfera de la utilidad o de la necesidad
materiales” –de nuevo Huizinga) y creador.
Tratándose de literatura
infantil, mal llamada con frecuencia literatura para niños –me advierte con
toda verdad mi amigo Armando Hernández Quintero, escritor y profesor de
literatura-[4],
la simbiosis juego y poesía aún es mayor. La infancia es la etapa de la vida en
la que aún el mundo mercantilista del trabajo no se ha apropiado de los
corazones humanos -como lo hará en muchos casos hasta reducir el juego al
entretenimiento del no-vivir-, el juego es aún arte sagrado de creación,
ejercicio progresivo de humanización. Desde estas claves acerco el texto de
Wafi Salih, Cielos descalzos, a sus
posibles lectores.
El haiku como juego
El haiku, un tipo de poesía que
en autores como Basho o Issa adquiere características místicas o espirituales, sin
perder esta dimensión -o quizás precisamente para mantenerla-, es en Wafi
tratado con un tono lúdico que en el presente ensayo pretendo rescatar.
La poesía como juego se
muestra en primer lugar en el juego de palabras, presentes tanto en la antigua poesía
popular, los trabalenguas y dichos rimados, como en los juegos fónicos,
anomatopeyas y cambios de acento de las palabras, la prefijación, la sufijación,
la división del discurso, o la construcción artificiosa de la frase. Rafael
Alberti o Gloria Fuertes son exponentes destacados en la lengua castellana
contemporánea de estos juegos lexicales.
Huizinga se detiene en el
haiku japonés:
…en su forma actual es un pequeño poema de
tres versos de cinco, siete y cinco sílabas, respectivamente, casi siempre
expresión de una tierna impresión de la vida de las plantas o de los animales,
de la naturaleza o de los hombres, a veces cargada de cierta melancolía y otras
con rasgos de humor ligero. […] Primitivamente el haikai fue
un juego de rimas encadenadas, que uno iniciaba y otro proseguía.
refiriéndose en particular al juego poético que
realizaban Batsho y sus discípulos.[5]
Beatriz Osés García –en el
enlace ya citado- se suma a esta descripción del haihu como juego, a partir de
su forma breve, concisa:
…un juego con un puzzle de muy pocas piezas,
con la esencia de las palabras, con un estilo desnudo y, al mismo tiempo,
sugerente y lleno de matices, con la posibilidad de crear pozos y abrir
diferentes niveles de lectura, de provocar diversas interpretaciones y de
despertar alguna reacción en el lector.
Las repeticiones sum, sum; salta, salta, así como el abundante
uso de diminutivos (cangurito, fantasmitas, monito, ratoncito, pececitos, sirenitas,
caballitos, farolitos, pijamitas, piedritas, gordito…) en los haikus de Wafi Salih
que refiero aquí, expresan esta dimensión lúdica en el uso de las palabras.
Lo lúdico como proceso de hacernos personas
Pero, retomando a Huizinga, en
segundo lugar se muestra el juego en las temáticas asociadas al poema.
No solamente en la forma exterior del discurso
existe una conexión entre poesía y juego. De manera igualmente esencial se nos
presenta en las formas imaginativas y en los motivos, y en el modo en que éstos
operan y se expresan. […] …el substrato es una situación de la vida humana o un
caso de sensibilidad humana apropiados para comunicar la tensión a otros.
Sobre estas situaciones de la
vida me detengo. Los haikus de Cielos
Descalzos van describiendo distintos tipos de juego, que corresponden a los
que los psicólogos en la línea de Piaget, han identificado como procesos del
desarrollo evolutivo humano. Las dos primeras fases resultan relevantes para el
acercamiento a los haikus de Wafi Salih: el juego funcional o de ejercicio y el
juego simbólico.
El juego funcional tal como
lanzar, esconderse, caminar, golpear…, que permite el dominio del espacio, se
expresa en este haiku de Cielos Descalzos:
Salta salta / en su saco de
dormir / el cangurito
El juego simbólico se muestra
en sus más variadas vertientes.
Como interacción con la
naturaleza, niña-manzana:
Esa niña come / esa manzana redondita / un mundo rojo
Como interacción social, niña
en el juego del alimón:
Detrás del árbol / una niña en
esa foto / juega al alimón
Como sustitución de objetos,
cometa por odalisca:
En el cielo / una odalisca de
papel / mi cometa
Como sustitución de la naturaleza,
mangos por luces de árbol navideño:
Titilan para mí / como árbol
de navidad / los mangos
O, en otros haikus: piedritas
por soldados, sol por señor gordito, dibujos en la arena por muñecas, calas
blancas por fantasmitas.
Como sustitución de animales:
Pueden leerse los haikus de
Wafi Salih, desde lo que Beatris Osés García confiesa:
En la mayoría de mis poemas recurro a los
animales para crear imágenes poéticas. La animalización es un medio para
distanciarme y, al mismo tiempo, hablar con libertad de los animales que
llevamos dentro. Estos personajes conectan con el tiempo de la infancia y con
la tradición. Me permiten el juego de la inversión, la vanguardia y la ruptura
con lo previsible.
Para el lector –amplío su receptor,
que ella concreta al aula-:
…resulta divertido, incluso liberador, aceptar
esta propuesta para voltear la realidad y buscar otra más original, más
equilibrada o más justa.
Los animales que somos
La presencia de haikus
relativos a animales en el texto de Wafi operan del mismo modo: transformados
en otra cosa, permiten imaginar un mundo más justo…. Permiten, además,
descubrir los animales que cargamos en actitudes y conductas.
Como hicieran las antiguas
fábulas, algunos de estos haikus lanzan un reflejo sobre nuestra sociedad, con
sus cautividades, trabajos forzados,
guerras, mercado de pobre, poderes monárquicos. Y al hacerlo con humor,
desbaratan su pretensión de poder dominador: luciérnagas cautivas, tanque de
guerra, bolsa de mercado o rey viquingo están allí para burlarlo.
Otros haikus desprestigian la
apariencia asentada en el mundo urbano, tanto como el discurso vacío de ciertos
círculos sociales: los ponen en entredicho. Así el monito de circo, el cisne o
esta gallina:
Señora con fustán / la gallina
clueca / no deja de parlotear
El disfraz de los héroes
Las acciones humanas y los oficios
aparecen en los haikus de Wafi al modo de otra sustitución simbólica, la del
disfraz. En esta ocasión, con una valoración más positiva. Dice Huizinga,
refiriéndose a la personalidad del héroe, que mantiene la tensión en los textos
literarios:
…el héroe lleva una máscara, se presenta
disfrazado, encierra en sí un misterio. De nuevo estamos muy cerca del ámbito
del viejo juego sagrado, del ser escondido que se revela a los iniciados.
En Cielos Descalzos, ratoncito y gato, panadero y caballero, pasan por
héroes:
Un caballero / mi gato con
bufanda / en el invierno
Tiene aires / este
ratoncito blanco / de panadero
Otro mundo posible
Pájaros y peces surcan la
poesía, son voces que la habitan –dice Beatriz Osés García. Así son los haikus
de Wafi Salih: gaviota-pañuelo sobre la playa, pececitos sin prisa, pájaros
volando.
Van sin prisa / pececitos de
colores / pájaros de agua
Anuncian otro mundo posible,
el de la poesía y la fiesta, con justicia y sueños cumplidos: alas de cristal
(transparencia del mundo), versos de agua que la naturaleza plasma (el pulpo), la
celebración de la vida y de la noche que alumbran los cocuyos.
Es mundo en el que el pobre es
visibilizado:
Son farolitos / en el rostro
del pobre / los cocuyos
Las ovejas –signos del
insomnio desestabilizador- también duermen empijamadas:
Visten las ovejas / del niño de su cama / pijamitas blancas
El estado de ánimo
Termino con Huizinga:
El estado de ánimo que corresponde al juego es
el arrebato y entusiasmo, ya sea de tipo sagrado o puramente festivo, según el
juego, a su vez, sea una consagración o un regocijo. La acción se acompaña de
sentimiento de elevación y de tensión y conduce a la alegría y al abandono.
Esto se muestra en los haikus
de Wafi, en los que la presencia del yo se hace determinante. Mares y cielos,
estado de ánimo de elevación y abandono:
Una sirenita / galopa en mis sueños / caballitos de mar
Cuando la miro / la jirafa parece / tocar el cielo
El entusiasmo admirativo se hace evidente en
estos versos:
Ah mariposa / tus alas entre
las flores / confundidas
Cielos descalzos, juego sagrado
Descálzate, la tierra que
pisas es sagrada (Ex 3,5) -dirá YHVH[6] a
Moisés en el texto de la Torá. Es tradición que aún conserva el Islam entre su
ritual religioso. Nos descalzarnos para acercarnos a la tierra nueva, al mundo
de los sueños, para entrar en él respetuosos, con tiento; para acceder al mundo
de la infancia como ante el bebé dormido, para no despertarlo… Y
sorprendentemente observamos que son los cielos los que se han descalzado…. han
entrado a nuestro mundo de puntillas o, con los versos de Wafi, sutilmente rondándonos,
como si de un juego se tratara:
Rondan las flores / el sum sum de las abejas / cielos descalzos
¿Aceptamos entrar en el juego?
[1] Johan Huizinga. Hommo ludens. Alianza / Emecé. Madrid
1972, capítulo 7, poesía y juego;
el texto en la red: patriciadamiano.blogspot.com/2016/02/johan-huizinga-homo-ludens-7-juego-y.html
el texto en la red: patriciadamiano.blogspot.com/2016/02/johan-huizinga-homo-ludens-7-juego-y.html
[4] Evocamos Los viajes de Gulliver o
Alicia en el país de las maravillas,
como referentes paradigmáticos para no confundir la literatura infantil con literatura
para niños.
[5] Haïkaï
de Basthô et des ses disciples, trad. de
K. MATSUO y STEINILBER-OBERLIN, París, 1936; citado por Huizinga.
[6] Transliteración invertida del
nombre hebreo del texto sagrado, sin vocales, para evitar –en lo posible-
discusiones de escuela.
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