CALIGRAFÍA DEL
AIRE
El
haiku es poema de la vida. “Instante significativo de la cotidianidad” –se ha
dicho. En cuanto a su espiritualidad, está marcado por el zen japonés (deudor
del budismo hindú y del taoísmo chino), y apunta a la iluminación: el despertar
del Buda.
Comienzo
señalando algunos de los elementos vitales, “iluminadores”, manifiestos en los
haikus del poemario Caligrafía del aire, de Wafi Salih, ya anunciados en mi anterior
ensayo, referido a Vigilia de Huesos…
LOS PEQUEÑOS ANIMALES
Lo
cotidiano sencillo nos lleva a la iluminación. Como en la historia del monje
que le dijo al maestro Joshu: “Acabo de entrar a este monasterio. Por favor
enséñame”. Joshu preguntó: “¿Has comido tu arroz?” El monje respondió: “Ya he
comido”. Joshu le dijo: “Entonces sería mejor que lavaras tu plato”. En los
haikus de Wafi, son los pequeños animales los que muestran la vida sencilla, el
valor de las cosas pequeñas. Lo más simple nos hace despertar. Aquí –en Caligrafía..-están los pequeños
insectos: mariposa, hormiga, mosquito, grillo; y las aves: pájaro, ruiseñor,
gorrión, tortolita, gaviota.
Agua y frío / en
mi ventana / dos mariposas
Se
hace explícita la mención de su pequeñez, en el caso de otro animal -la rana-:
Sombra muda / la
diminuta rana / sobre la hoja
Y
se agrega a los ratones:
Este invierno /
los ratones no encuentran / migas de arroz
CICLOS
COSMOLÓGICOS Y FENÓMENOS NATURALES
Entre lo más peculiar que identifica
a este poemario, Caligrafía del aire,
resulta un rasgo que ya estudié en el caso de Vigilia de huesos, pero aquí se hace tónica constante: el alternar
de la vida, sus ciclos, el paso de una etapa a otra, los elementos o fases de
la naturaleza (cinco en la tradición china, cuatro en otras antiguas
tradiciones), los opuestos armonizados….
El día y la noche, las
estaciones… se hacen presentes:
Viento de
invierno / sostiene ¿qué? / ¿tanta tristeza?
Flores de azahar
/ despinta la noche / blanca fragancia
Especial
aparición tienen algunos de los elementos de la naturaleza: agua, tierra y
aire. El agua en sus diversas formas o estadios: escarcha, rocío, lluvia,
nieva, gota… La tierra, piedra o fango. Y el aire: viento, cielo, nubes; con la
observación que este último elemento, que marca el título del poemario, no se
incluye entre las cinco fases de la naturaleza en la filosofía tradicional
china. Así va quedando claro que los haikus de Wafi beben en distintas fuentes
(orientales y occidentales) sin apostar por una corriente filosófica particular.
Gotas de rocío /
¡quién las distingue! / sobre el agua
Desde la rama /
el gorrión lee el agua / sobre la piedra
Frío de invierno
/ queja del viento / en mi ventana
Nacer
y morir, florecer, son otros modos de evocar el ritmo vital, transito de la
vida de una etapa a otra:
Lindo día /
muere en los ojos una flor / otra nace
La
luz y la sombra, son expresión de la armonía de opuestos en el yin-yang:
La
mariposa / bate dos mitades de la luz / dos sombras
ALGUNOS ELEMENTOS
FORMALES SIMILARES A VIGILIA DE HUESOS
Hay
una estructura muy recurrida en el poemario posterior Vigilia de Hueso, que no es tan común aquí, pero hago referencia a
ella. Consiste en una acción simple y tres sustantivos, dos relacionados por el
verbo, y un tercero señalando circunstancia. Los sustantivos permiten aguzar la
mirada contemplativa sobre la escena, sobre sus detalles. El verbo único
concentra la acción simple.
Una mariposa /
en la puerta del cielo / abre el templo
Un
ejemplo de lo que he dado en llamar “verbos metafóricos”, se tiene en este
haiku en el que la ronda de los insectos sobre las plantas se expresa como
tejido de canciones:
Los insectos /
tejen sobre el perejil / verdes canciones
A veces, formalmente, en sutil juego
metafórico, el haiku se acerca a la adivinanza:
Monjes en fila /
gotas de rocío / en el templo
Sombra muda / la
diminuta rana / sobre la hoja
Perfume / de
primavera / la luna sola
LA NIÑA, EL
NIÑO, EL VAGABUNDO, EL MONJE
En
los haikus tradicionales hay una mirada particular sobre algunos personajes,
que mantienen su natural esencia: los niños, el mendigo, la muchacha…;
personajes que remiten a la sabiduría y la paz. Esta perspectiva la recoge Wafi
en algunos de ellos:
Un sendero de hormigas / guía al vagabundo / esta
tarde
Tul
y encaje / camina la niña / entre nubes
Entre
la lluvia / la niña llora / nadie lo nota
En
el jardín / ajeno a los gladiolos / un niño llora
El
llanto del niño y la niña, apenas descubierto a la mirada del poeta, lanza la
pregunta por la razón de tal llanto. Este otro haiku permite interrogar por la
propia realidad humana en su desarrollo evolutivo:
Ve
en el retrato / el niño que era / yo ¿o un extraño?
EL MUNDO
PRESENTE
La
pregunta por el llanto de los niños y la evolución humana, se asocia bien con
la pregunta por el mundo en que vivimos. Ya comenté en mi anterior ensayo sobre
Benedetti como exponente latinoamericano de un haiku más socio-político. Aquí,
más que en Vigilia de hueso, Wafi
muestra con claridad su mirada contemplativa al mundo. Un mundo sufriente,
sobre el que el alba llora, lavando en algo su dolor:
Sobre
el mundo / deja sus lágrimas / el alba
Un
mundo que cae, pero lo hace lenta y suavemente, a ritmo de historia:
Refleja el mundo
/ esta hoja que cae / sin resistencia
Para mis ojos /
el mundo se desliza / entre las flores
La
flauta, con su melodía, derrama sobre la tierra seca una humedad transida de
dolor.
Una flauta /
escarcha de lágrimas/ el desierto
Sufrimiento
y salvación.
La
relación entre opuestos, en equilibrio y armonización, no sólo se da en los
ciclos o fases de la naturaleza, sino en la historia y el fluir del mundo.
Algo de ángel /
tiene esta mariposa / sobre el fango
Igual
de suaves / espinas y pétalos / para el rocío
Ciudad
derruida / de dónde llega / tanta fragancia
Semejante
a este último haiku en su primer verso, léase el haiku de Vigilia de huesos:
País
derruido / un lamento de lluvia / sobre las piedras
Obsérvese,
sin embargo, que en este haiku de Vigilia,
se ha perdido la dimensión de oposición: allá fragancia, aquí lo derruido queda
en lamento.
LA NOCHE Y EL
AMADO, CALIGRAFÍA DEL AIRE
Un
grupo de haikus del poemario en estudio, están centrados en la añoranza del
amado; y la mayor parte de ellos: nocturnos:
Medianoche /
esta tormenta / trae tu voz
Noche sin luna /
la luz me llega / de tu sonrisa
En
semejanza y desemejanza de naturaleza y amado: voz semejante a tormenta, luz en
contraste con la oscura noche. La semejanza aparecerá de nuevo en Vigilia:
Noche muda / el
corazón del amado / canta en mí
Otros
versos refieren la ausencia de la persona querida:
Negra
noche / igual a otras / donde no estás
Viento
y suspiro, son caligrafía del aire, caligrafía del corazón deseante:
Cuando te vas /
murmullo de alas / trae el viento
Rostro ausente /
caligrafía del corazón / cada suspiro
Amor distante /
suspira el viento / toda la noche
Caligrafía
del corazón, en juego con el título del poemario, Caligrafía del aire, establece una pista para leer algunos haikus
más:
Tras la lluvia /
más fresco el aire / también el alma
La primavera /
desata sus cabellos / sobre mi almohada
Puede
apreciarse que Wafi no deja de lado la mirada contemplativa sobre la
naturaleza: lluvia, viento o noche, primavera, evocadora de la experiencia
interior.
DIOS
EN LA HOJA
El haiku permite ahondar, desde la
naturaleza, en la vivencia interior. Permite pasar de lo material al “signo
espiritual”. La iglesia, el templo, los monjes, o el ángel son ámbitos y
personajes que evocan, en su quietud “natural”, esta dimensión de
espiritualidad.
Copos
de nieve / caligrafía blanca / sobre la iglesia
La naturaleza clama por lo divino. Así,
la lluvia misma es plegaria:
Llueve
/ repiquetea en cada gota / una oración
Dios se manifiesta en su no-ser, en su trascendencia,
inatrapabilidad, in-amarrabilidad. Escapa de los cercos racionales, modernos.
Sobre
el agua / trazo con mi dedo / el rostro de Dios
Su rostro se desvanece al intentar
grabarlo con otra caligrafía, no ya de aire sino de agua, escritura “digital”.
Estamos cerca de la teología-negativa de Tomás de Aquino, la Nada de los
místicos (tanto occidentales como orientales), o incluso el llamado politeísmo
naturalista de algunas antiguas tradiciones religiosas.
Algo más aporta este haiku:
Dios
en la hoja / la rama nueva / y el árbol muerto
Dios en lo pequeño, en la naturaleza
escueta, en su ser de vida, con su muerte tan propia. Armonía de opuestos.
EL
YO DE LA POETA
En algunos poemas aparece un explícito
yo poético. En continuidad con la mirada espiritual que antecede, tres de
ellos, desde el yo contemplativo, apuntan al cielo, señal de la iluminación
interior.
Miro el cielo /
mosquitos alrededor / yo no los veo
Miro el cielo /
miles de mariposas / en una sola
Miro el cielo /
todas las nubes / me pertenecen
Sorprende
la mención de la propia tumba, asunción de la vida en su integralidad, con
ciertos tonos vallejianos, en aquello de: Me
gusta la vida enormemente /pero, desde luego, / con mi muerte querida y mi café;
manteniendo sin embargo esa dosis de sabiduría oriental: la muerte y la vida
como etapas de un mismo fluir existencial.
Sobre mi tumba /
nace un poema / perfuma la luna.
VERDES
CANCIONES
Los dos haikus que cierran el poemario
resaltan la mirada interior, el suave trascurrir de la historia, y la
naturaleza compositora de las más exquisitas melodías:
Para
mis ojos / el mundo se desliza / entre las flores
Los insectos /
tejen sobre el perejil / verdes canciones
Planteamiento similar utilizará Wafi en Vigilia de huesos, al cerrarlo con el
canto de los ruiseñores, ejecutores magistrales de estas verdes canciones.
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