CANTAN LOS RUISEÑORES
Cauto azulejo / escondes tu belleza / entre los nísperos
(TMS)
El
haiku es poema de la vida. Sin pretenderlo como estrategia planificada, enseña.
CONTEMPLACIÓN
El
haiku invita a contemplar. Dice de las pequeñas cosas, apunta a la naturaleza
como maestra del arte de vivir.
Las pequeñas
cosas
El
haiku se fija en ellas, nos hace prestarles atención contemplativa:
En
Vigilia de Huesos, de Wafi Salih, son
los pequeños insectos: cocuyo, luciérnaga, libélula, mariposa, mosca, hormiga; o
las aves: pájaro, ruiseñor.
¿Qué se dirán /
de rama en rama / los ruiseñores?
Se
incluyen en otros haikus de Wafi los animales domésticos tan comunes: perros y
gatos. En estas miradas, miradas-otras, taladradoras de lo real, se incluyen
animales despreciados, sapos y gusanos, o sus excrementos:
Florecen / sobre
una bosta de vaca / dos azucenas
Ciclos cosmológicos
y fenómenos naturales
Las
cuatro estaciones, el sol y la luna, el día y la noche, los ríos y montañas, el
viento y la lluvia, la roca y el oleaje, son elementos presentes en los haikus
de Wafi.
Día sin sol: /
el croar de los sapos / trae la lluvia
Ya es verano /
las moscas / en su ronda hostil
Como
en la película del maestro Kim-ki-duk: Primavera,
verano, otoño, invierno y… otra vez primavera, los haikus expresan la
sabiduría oriental taoísta: “el Ciclo Cosmológico”, vinculado a los fenómenos de
la alternancia día-noche, las estaciones, la floración y el fruto… transcurre
de acuerdo con la dinámica que produce el equilibrio de los opuestos Yin-Yang
que trae armonía, renovación y vitalidad.
Contemplo el mar
/ enfurecido sobre la roca / no logra quebrarla
Elementos formales
Una
estructura repetida, que ayuda a fijar la mirada, consiste en una acción simple
y tres sustantivos, dos relacionados por el verbo, y un tercero señalando
circunstancia:
Fuera de casa /
esparce la noche / su tempestad
Los
“verbos metafóricos”, como en este haiku de Buson: El sol en el ocaso / pisa la
cola / del faisán cobrizo; o el recurso de la humanización de este otro, del
maestro Onitsura: Una vez lleno de agua / el jarrón recibió / a la camelia; son
vías formales para la mirada penetrante sobre lo naturaleza; evocadora de lo
esencial de la vida.
Wafi escribe:
En el río / los
amantes desbordan / la inmensidad
El sol de hoy /
juega con las nubes / de este poema.
Ofrendan la
noche / los blancos jazmines / bajo la lluvia.
A veces, formalmente, el juego metafórico
del haiku está cercano a una definición, un enunciado o una adivinanza:
La angustia: / luciérnagas
en ronda / sacuden el corazón.
Noche en vela: /
el amor de los gatos / sobre el tejado
La primavera: / en
la cesta del mercado / canta el día
Inocencia:/ el
niño toca la luna / con una mano
El
sujeto contemplativo expreso
En
ocasiones se introducen en los haikus los verbos ver, contemplar, mirar… Así se
hace explícito el sujeto que contempla, reforzado en el caso que sigue con una
pausa en el movimiento:
Me detengo /
contemplo las hormigas / sobre mi sombra
Estos
elementos formales invitan, insinúan y, con sutileza, permiten acceder a la
contemplación por un camino más expedito.
DIALOGUICIDAD:
AMOR Y DESAMOR
Si
bien el haiku tradicional de los maestros japoneses, por lo que me consta, está
referido a la naturaleza, otros poetas contemporáneos se han ejercitado en él,
desde otras claves. Benedetti es un exponente latinoamericano, con su Rincón de haikus, de un tipo de haiku
más socio-político.
Desde
estas pistas contemporáneas que se abren, Wafi aporta un grupo de haikus, centrados
que el encuentro de dos, yo-tú:
Noche muda / el corazón
del amado / canta en mí
Cuando te veo
/una flor invisible / perfuma el aire
O
en su desencuentro:
Vacía para mí /
colmada de palabra / ésta: tu carta
Borra tu
huella / la niebla, el dolor / y estas
lágrimas
Hablas de amor /
indiferente la brisa / enfría tu aliento
En
la mayor parte de estos casos, puede apreciarse que Wafi no deja de lado la
mirada contemplativa sobre la naturaleza.
Este
diálogo, hay veces en las que deja de incorporar a un tú humano directo, para
establecerse con un tú animal o flor:
Gato travieso /
al borde de mi cama / ronroneas
Flor de verano /
un gusano silencioso / roe tu tallo
Aunque
detrás de ellos se esconda el sujeto humano, como en éstos:
Detente, detente
/ corazón de libélula / el sol te quema
Pájaro
gris / tienen prisa los años / en tu plumaje.
VUELVO
A MÍ
Contemplación de la naturaleza, con
preferencia formal por la tercera persona; dialoguicidad, presente en los
haikus en segunda persona; y también haikus en primera persona, en los que el
hablante es un yo. De éstos trato en lo que sigue.
El femenino del sujeto, permite lanzar
un anzuelo sobre la autora, metamorfoseada sin pudor de purista literario, en
el yo del haiku. La introspección no es aquí un ejercicio psicologista, de
introversión recluyente, sino el reconocimiento de su historia pasada:
¿A dónde zarparon
/ los barquitos de papel / de cuando era niña?
Y presente:
En esta casa/
como una luciérnaga / estoy sola
Para, finalmente, asumir desde la mayor libertad
y abandono, el propio ser:
A la intemperie /
en vigilia de huesos / llevo mi alma
Me desnudo /
borro lentamente / cada palabra
El final del poemario, apunta a la vida
que se abre entonces:
Vuelvo a mí: / unos
ruiseñores / cantan ahora
Ejercicio del vivir.
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